'Paseítos' para volver al paseíllo

El novillero Jiménez Fortes se recupera en su casa de la cogida sufrida en Madrid arropado por los suyos · Espera reaparecer a mediados de junio · Califica de "positivo" lo ocurrido en Las Ventas

Marta Jiménez / Málaga

24 de mayo 2011 - 01:00

Aún luce un aparatoso vendaje en su muslo derecho que cubre los 22 centímetros de cornada que recibió el pasado lunes en Las Ventas, pero lo que le sucedió a Saúl Jiménez Fortes en el coso madrileño, en contra de lo que pudiera parecer, fue un trampolín de moral y un revulsivo entre el sector en el que ahora resuena el nombre del malagueño cada vez con más fuerza. Los días pasan y no hay lugar para los malos recuerdos ni para las lamentaciones. Quizás, porque él mismo nunca lo ha permitido en su corta pero intensa carrera de novillero. "No guardo un mal recuerdo. Al contrario, fue positivo porque toreé dentro de las posibilidades que ofrecía el novillo", reflexiona.

Desde el pasado viernes descansa en su casa de Málaga después de haber pedido el alta hospitalaria de la clínica de la Fraternidad de Madrid y a punto de volver a Salamanca, donde fijó su residencia hace más de dos años. Camina lento pero con paso firme. Su pierna aún está inflamada pero no le impide dar pequeños paseos que le ayudan a recuperar la movilidad. Eso, y mantener la pierna en alto. Todo esto tiene un único fin; pisar el albero lo antes posible. La fecha clave es el 19 de junio, día en el que Jiménez Fortes está anunciado en la Maestranza de Sevilla. Un compromiso que vive "con mucha ilusión" y que además "ha recobrado importancia después de lo que pasó en Madrid". "Después de Sevilla podré torear 4 ó 5 novilladas más", planea. Artífice de todas estas negociaciones es su fiel apoderado, el ex matador de toros Julián Guerra. Jiménez Fortes dice de él que no es un apoderado "al uso". "Está muy comprometido. Tiene una afición brutal. Salvando las distancias, tenemos una confianza como si fuéramos hermanos ", confiesa.

Tras el percance de Madrid, su nombre resuena en todos los mentideros, pero hasta ahora no se ha traducido en la firma de ninguna corrida. "Con una tarde no se salva un año", por lo que habrá que esperar a las consecuencias de su actuación en Sevilla.

Pero su mente está puesta en el mes de agosto y en sus ilusiones por tomar la alternativa en La Malagueta y con un cartel llamativo. Tanto es así que el vestido de luces que lucirá en esa fecha tan señalada ya está cobrando vida en la sastrería. No da detalles de cómo será. Las dudas se aclararán ese día aún por determinar.

Los vestidos de luces son los mejores recordatorios de las grandes tardes, por eso a Saúl le gustaría conservar "al menos, los más significativos". Incluido el azul marino y oro que lució el día de la cogida de la que aún se recupera. Al igual que se conserva en una vitrina de su salón el traje de luces de su madre, la torera Mari Fortes, quien no se separa de él y quien cuida cada movimiento de su hijo para evitar males mayores. "Ahora que lo tengo en casa aprovecho para cuidarlo", reconoce entre risas, feliz de tenerlo cerca. "Es demasiado protectora", replica Saúl abogando por su autosuficiencia. Lo cuenta reclinado en el sofá donde guarda el reposo recomendado por los médicos y donde aprovecha para ver vídeos de toros y las retransmisiones de las corridas. "Aprovecho para hacer las cosas que luego no puedo", explica el joven diestro.

Nada en su casa escapa a los guiños de la tauromaquia. Verónica, llamada así por el lance de capote, lleva "muy mal, muy mal" lo de ser la hermana del artista. "Me gustaría controlar mi mente y estar fuerte ante él pero me es imposible", lamenta a la vez que reconoce que ante una actuación de su hermano pequeño, no sabe si sentarse en el tendido a ver la faena o permanecer fuera y esperar noticias. "Cuando dices que vas a Madrid a verle torear muchos creen que es como ir a una fiesta o una boda, pero ni mucho menos se le parece", explica.

Mientras, él espera el día de su reaparición y sigue pensando en el día en el que se doctore como matador de toros. Quizás a soñar esto le ayude el cabecero de su cama, que él mismo diseñó a la edad de 12 años y que simula un burladero. Una afición que se tornó en una vida consagrada al toreo.

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