"Pensé que no íbamos a salir de aquel infierno"
Tres policías relatan su intervención en un incendio en Benalmádena con la que salvaron la vida de seis personas
Día de Navidad. Son poco más de las ocho de la tarde cuando la sala de coordinación de Policía Nacional recibe una llamada de un incendio en una vivienda en la avenida San Carlos, en Arroyo de la Miel. Juan Luque, Rubén de Armiñán y Federico Duarte, son los tres policías nacionales que se dirigen al lugar de los hechos. Allí ya había una dotación de la Policía Local y las unidades de bomberos de Benalmádena y Torremolinos ya estaban de camino. Lo que no sabían estos tres agentes que iban a vivir unos minutos de auténtica supervivencia y a realizar un servicio que jamás olvidarán. Tras llegar al edificio y ser informados de que no quedaba nadie, uno de los compañeros se percató de que había gente pidiendo ayuda. "Cuando vimos eso no nos lo pensamos y entramos", relata Juan. Los agentes decidieron actuar para rescatar a esas personas. Junto a ellos se sumó un policía local del municipio.
Los tres comentan lo sucedido con detalle y angustia. No se les olvidará jamás lo vivido. El humo se originó en la primera planta de un edificio de seis. En minutos fue cogiendo una intensidad que hizo que el ambiente fuera irrespirable. "Fuimos subiendo y bajando por las escaleras para ver las personas que aún podían seguir en sus viviendas y comprobamos que se habían quedado atrapadas personas mayores. Llegó un momento en que no podíamos bajar porque el humo era muy intenso y nos estábamos asfixiando", añade Juan.
Los policías fueron comprobando puerta por puerta que no quedaba nadie en el edifico, que fue desalojado. Pero no fue así. Encontraron a seis personas, de entre 70 y 80 años, la mayoría extranjeros y algunos impedidos que utilizaban muletas. "Cuando recopilamos a la gente nos quedamos en la segunda planta y vimos que no podíamos bajar. No se podía respirar y no se veía", cuenta Rubén. Un compañero escuchó auxilio de una persona en una planta de abajo. Era un hombre señalando el interior de su vivienda. Allí estaba su mujer. Ella no se podía mover porque estaba impedida. "Entramos como pudimos en la casa sin ver nada y pudimos tirar de ella". Un golpe de humo hizo que la mujer cayera al suelo. Rubén estaba con ella pero llegó un momento en que, debido al humo espeso, sintió que se le cortó la respiración. "Me ayudó un compañero para evacuar a la mujer pero yo me quedé rezagado", añade.
Juan y Federico lograron reunir a las seis personas y subieron a la tercera planta, ya que era imposible bajar debido al humo y a la propagación de las llamas. "Vimos a un vecino que abrió la puerta de un tercero y que quería marcharse del edificio. Cuando la abrió le expliqué que no se podía bajar y entró en razón. Aseguramos a las personas en la terraza de una vivienda de una tercera planta", narra Federico. Pero faltaba alguien. Rubén estaba una planta más abajo casi sin respiración y sin fuerzas debido al humo. Federico fue a por él: "Lo llamé, bajé y tras llevar un rato buscando, a pesar de que no se veía nada, le pude ver las letras reflectantes del uniforme de Policía. Estaba en una condición regular. Lo cogí del brazo y lo subí a la tercera planta esperando que actuaran los bomberos".
Arrinconados en una terraza, las diez personas solo podían esperar a que los bomberos apagaran el incendio y las rescataran. La parte de atrás donde estaba la terraza era un recinto cerrado y los bomberos no podían meter la escala. Fueron unos minutos angustiosos. Los actuantes aislaron la terraza del humo con las cristaleras y taparon puertas y ventanas. El tiempo que estuvieron allí esperando fueron duros, se acordaban de sus hijos, sus mujeres y sus familias. Incluso las lágrimas caían en silencio. "La situación no la controlábamos nosotros", explica Rubén. Uno de ellos envió un wathsApp a su mujer: "Vida estoy en un incendio". La tensión y el infierno al que se enfrentaron les han marcado.
Quizá haya quien piense que los agentes cometieron una imprudencia por entrar pero el tiempo era crucial y si no llega a ser por su actuación podría haber ocurrido una desgracia de mayor magnitud. "En ese momento no piensas en eso sino que eres policía y que hay personas en riesgo. Cuando vi la escalera y que no se veía el primer escalón pensé de aquí no salimos", dice Rubén. Por su parte Federico tenía claro que no podían irse: "Esas personas confiaron en nosotros y lo que queríamos era salir de allí. Queríamos salir los diez".
Tras pasar una situación crítica, de pánico y de nervios, los bomberos controlaron el incendio y las seis personas salieron por su propio pie con algunas quemaduras leves y síntomas de asfixia. Solo dos ambulancias acudieron al lugar de los hechos. Los tres agentes fueron trasladados por sus propios compañeros e introducidos en un coche policial para llevarlos al Hospital Xanit. Ahora están de baja ya que presentaron disnea y síntomas de inhalación de humo.
Según declaró la mujer del piso donde comenzaron las llamas, el fuego se originó porque puso una vela aromática en su mesita de noche. Se marchó a la cocina a prepararle la cena a su hijo y notó humo. Volvió al cuarto y se encontró el edredón de la cama en llamas. Cogió una sartén para golpear el cobertor e intentar apagarlo pero ya era demasiado tarde. Cogió a su hijo y salió corriendo. Los agentes no olvidarán lo vivido. "Me quedo con la imagen de una mujer después de salir del edificio. Vino y nos dio las gracias por salvarle la vida", revela Juan. Los mandos ya han felicitado a estos tres agentes de la Policía Nacional que actuaron como verdaderos héroes, poniendo sus vidas en peligro para salvar a seis personas. Coinciden en que no les gustaría repetir una situación similar pero estarían dispuestos a actuar en cualquier otro suceso.
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