La Policía afirma que cada día se quebrantan órdenes de alejamiento
Violencia de género Primera muerte del año en Málaga
Los juzgados dictaminaron más de un millar de resoluciones que prohibían a maltratadores acercarse a sus víctimas · Unas 200 personas se concentraron ayer para condenar el asesinato de Susana Galeote
Quebrantar las órdenes de alejamiento en la provincia de Málaga parece que es algo más habitual de lo que se piensa. Unas veces se debe a que el agresor se acerca más de lo permitido a la víctima, pero en otras ocasiones, es la propia mujer quien decide "perdonar" y vuelve con su pareja, según señalan fuentes policiales. Dichas fuentes afirman que diariamente alguna víctima o agresor la quebranta, como ocurrió el martes cuando José R. C., con una orden de alejamiento de 500 metros, se acercó a su ex pareja Susana María Galeote a la que atacó con un hacha y un cuchillo. Respecto a este caso, el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) afirmó ayer que se está analizando por qué se ha producido, ya que es evidente que algo ha fallado "en alguna de las instituciones que de alguna manera son responsables de que esto no ocurra".
Los juzgados de Málaga dictaron el año pasado más de un millar de órdenes en las que prohibía a maltratadores como José R. C. acercarse o hablar ni siquiera por teléfono con sus víctimas. Las medidas de protección se adoptan tanto en las fases previas al juicio como posteriormente, en sentencia a instancia de la propia víctima o de la Fiscalía en algunos casos.
El controlar una orden de alejamiento depende en primera instancia de la mujer, ya que es ella la que tiene que avisar a la Policía de que su pareja la está quebrantando. Después, el control sobre el alejamiento compete a la Policía Nacional, en algunos casos a las policías locales y a la Guardia Civil. Son estos agentes los que se ocupan de comunicar a los juzgados cuándo se producen los quebrantamientos que, a su vez, dan lugar a nuevos procedimientos judiciales.
Dependiendo de la situación de riesgo para la víctima, el juez requiere la adopción de una u otra medida de protección. Cuando se considera que la víctima tiene "un riesgo muy alto" se dictaminan medidas como su ingreso en un centro de acogida o se opta por el brazalete electrónico, señalan fuentes policiales. Pero, ¿cómo funcionan las pulseras contra el maltrato? En realidad, son tres dispositivos. Al presunto agresor se le coloca la pulsera y se le entrega un terminal similar a un teléfono móvil con tecnología GPS que siempre tiene que llevar consigo. Si intenta manipular la pulsera o se aleja del terminal, salta una alarma y recibe una llamada desde el centro de control para saber qué está ocurriendo. La mujer tiene otro terminal parecido que le avisa si su pareja o ex pareja ha quebrantado la orden de alejamiento. Este aparato tiene además un botón de pánico que puede pulsar si necesita ayuda. Inmediatamente le atiende uno de los operadores del centro de control.
Sólo en casos muy concretos el juez dictamina que la mujer cuente con el acompañamiento de un agente. "No es para que esté las 24 horas con la víctima, porque así jamás podría rehacer su vida. El agente desarrolla labores de asistencia y protección. La víctima puede ponerse en contacto con su agente en cualquier momento", explican dichas fuentes.
La última estadística del CGPJ desvela que entre julio y septiembre de 2010 se acordaron en los juzgados de Málaga 236 órdenes de protección de carácter penal que, salvo excepciones, contemplan el alejamiento, y suelen ir acompañadas de otras medidas como la prohibición de poseer armas, comunicar con las víctimas, regresar al lugar en el que se cometió el delito o, incluso abandonar el domicilio.
Los jueces suelen aceptar en la abrumadora mayoría de los casos las peticiones para que se prohíba al maltratador aproximarse a su víctima. Por ejemplo, en el tercer trimestre del año pasado se solicitaron 287 órdenes, de las que 236 fueron atendidas, es decir, sólo se rechazaron poco más del 17%.
En el tercer trimestre del año pasado los juzgados de Málaga registraron 10 quebrantamientos de condena y 28 de órdenes de protección. Y en estadísticas anteriores se detectó que aproximadamente el 14% de las penas impuestas en esta provincia no eran respetadas por los maltratadores.
Frente a la popularización del alejamiento como sistema para proteger a la víctima del maltrato machista, otra medida de reciente implantación, el brazalete electrónico, ha hallado poco eco en los juzgados. Este dispositivo electrónico, dotado de GPS que permite detectar cuándo y dónde se produce un acercamiento entre la víctima y el agresor, se implantó en agosto de 2009, pero ha tenido un recorrido muy corto. En ese año sólo se ordenaron en Andalucía 19.
Ayer unas doscientas personas se acercaron a la Plaza de la Constitución para denunciar el último caso de violencia de género ocurrido en España. La Plataforma Violencia Cero leyó un manifiesto en el que condenaba el asesinato de Susana María Galeote el pasado martes. Entre los participantes se encontraban dos hermanas de Ana Padilla, una malagueña que fue asesinada por su pareja en 2005. Ambas pidieron que se incrementen las condenas para "los asesinos de mujeres". "No puede ser que a un terrorista se le condene a 40 años y que las penas de un asesino de mujeres raramente superen los 20 años de prisión", lamentaron.
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