Málaga

Procesión marinera de la Virgen del Carmen del Perchel

La Virgen del Carmen del Perchel tras desembarcar en el Paseo del Muelle Uno, esta mañana

La Virgen del Carmen del Perchel tras desembarcar en el Paseo del Muelle Uno, esta mañana / M. H. (Málaga)

La jornada volvía a amanecer con tintes marineros. Mientras parte de la provincia recuperaba el pulso de la actualidad aún con restos de salitre en la piel, en el barrio del Perchel y en Málaga capital despertaban prestos a mostrar, un domingo más tarde, tal y como marca la tradición, su fervor ante la Virgen del Carmen

A las primeras luces del alba, la imagen dejaba atrás el templo perchelero y emprendía la marcha con un Rosario de la Aurora con destino a los amarres más occidentales del puerto, donde aguardaba un remolcador que la llevaría a bendecir las aguas. 

Frente a la bahía, y a unos centenares de metros de una playa de La Malagueta ajena al ritual, la embarcación se detuvo para encontrarse con la Virgen de bronce que, en manos de los buceadores elegidos para la ocasión, emergió de su gruta submarina para ser venerada. 

Sobre las aguas, ambas imágenes presidieron una salve marinera casi inaudible desde la costa y una ofrenda floral en memoria de los fallecidos en el mar, antes de volver a bifurcar sus caminos hasta el año próximo. 

Momento de la ofrenda floral y encuentro de la Virgen del Carmen del Perchel frente a la costa Momento de la ofrenda floral y encuentro de la Virgen del Carmen del Perchel frente a la costa

Momento de la ofrenda floral y encuentro de la Virgen del Carmen del Perchel frente a la costa / M. H. (Málaga)

Minutos más tarde, la Virgen del Carmen del Perchel volvía a traspasar la bocana del puerto para fondear junto a la plana mayor de la hermandad, los oficiales de Marina que allí se hallaban y unos centenares de personas que irían creciendo en número con el paso del tiempo. 

En el muelle dos, la devoción se hizo imagen cuando, durante más de una hora de reloj, los fieles que allí se hallaban se dividieron en dos grupos perfectamente delimitados: uno, tras las mamparas que separan el paseo de la zona de atraque y a pleno sol; y el otro, unos metros más atrás y a resguardo bajo las sombras geométricas brindadas por la techumbre de la estructura. 

Entre ellos, Francisco, que acude siempre junto a su mujer por tradición: “En su familia eran marineros: su padre, su hermano… y también porque nos gusta y tenemos devoción”. Sin ir más lejos, los padres de ella se casaron en la Parroquia de Nuestra Señora del Carmen del Perchel, lugar en el que también sería bautizada años más tarde. Y no es la única advocación a la que suelen rendir culto: “En Semana Santa vamos a todas”. 

Ataviados de accesorios para protegerse del sol: gorras, gafas, e incluso algún periódico a modo de visera rudimentaria, los presentes hicieron más amena la espera llenando los carretes de sus móviles de fotografías para el recuerdo. O echando una ojeada al programa de la Diócesis, como Carlos, que, pese a que no se considera “un capillita”, sí que acude a estas celebraciones de cuando en cuando. 

Justo al contrario que Alejandro, natural de Churriana y cofrade a gala: “La Virgen del Carmen la llevo desde chico: es una cosa muy sentida en casa de mi abuela y de mi madre; quitando la pandemia, no hay un año que faltemos a esta cita”, explicaba con gran emoción. 

Hasta el filo del mediodía, el pequeño trono se mantuvo impasible, momento en que el himno nacional rompió la espera y arrancó los aplausos y vítores del respetable. 

Y al fin, guiada por su cortejo, aupada por los portadores y acunada por la banda de música, reemprendía el paso rumbo a la liturgia de la Catedral. Hasta que los tintes marineros vuelvan a engalanar a la Virgen del Carmen cuando salga de nuevo en procesión a las ocho de la tarde. 

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