Cuando todos los ojos parecen puestos en los terrenos del dique de Levante y el proyecto de construcción de un hotel de 135 metros de altura, la Autoridad Portuaria mantiene firme su intención de, en los próximos meses, volver a salir al mercado en la búsqueda de un inversor dispuesto a ejecutar una marina deportiva en la zona de San Andrés. El propósito parece estar ya maduro ante la existencia de grupos interesados en pujar por la concesión.

La estrategia manejada por el Puerto, que no descarta la posibilidad de que este paso se dé antes de que finalice el año, pasa por mantener los parámetros urbanísticos que en su día ya dieron forma al concurso lanzado en 2009. El objetivo no es otro que evitar tener que someter al plan especial portuario a una nueva modificación urbanística, con la compleja tramitación a que ello conllevaría.

La idea es mantener el proyecto que ya salió a concurso para no tener que cambiar el plan

Ello supone una variación respecto al discurso que desde poco tiempo que llegar al cargo venía manteniendo el presidente del ente, Paulino Plata, quien incidía en la necesidad de elevar el techo comercial del espacio para hacerlo más atractivo cara a los inversores potenciales. En este sentido, llegó a señalar la posibilidad de ampliar la longitud de los atraques para dar cabida a buques de hasta 50 metros y a vincular la operación de la marina deportiva al rediseño urbanístico de la explanada de San Andrés, donde se proyectó el Auditorio de la Música.

Según fuentes oficiales del Puerto, la idea actual es la de no tocar el plan. Y ello se traduce en una propuesta para construir 662 atraques. La concesión afectaría a 92.286 metros cuadrados de espejo de agua y 28.725 metros cuadrados de tierra, sobre la que se levantarían una escuela de vela de 200 metros, unos 3.000 metros cuadrados de locales comerciales, un inmueble de Capitanía y Servicios; una superficie de operaciones no inferior a los 10.000 metros cuadrados, y una "marina seca" desmontable para 150 embarcaciones.

Otro de los objetivos del Puerto es evitar un descalabro similar al ocurrido con el concurso anterior, cuando la unión temporal de empresas (UTE), integrada por Marinas del Mediterráneo y Gea 21, que en 2010 recibió la adjudicación, se vio incapaz de ir adelante con la inversión comprometida de 24 millones de euros. Esta circunstancia forzó al Puerto a rescatar la concesión en 2014.

"Nos llegan imput de que el resto de puertos deportivos están con índices de ocupación muy altos; sería interesante sacar el mismo concurso que en 2010", expusieron fuentes del Puerto, que recordaron la posibilidad de que el proyecto contemplado se pueda ejecutar por fases. "No tienes que obligar a la empresa a que haga los 600 atraques el primer día", precisaron las fuentes, que destacaron la diferencia que supone la posibilidad de ampliar a 50 años el periodo máximo concesional (frente a los 35 de tope del concurso anterior).

¿Implica ello que el concurso otorgará ese plazo de explotación? No. Sobre ello, subrayaron la posibilidad de que el número de años que se le otorgue a la empresa vaya directamente relacionado con la inversión que se comprometa a realizar. "Un ejemplo es el Club Mediterráneo, que partía de una afección a la lámina de agua y luego traerá la zona de tierra, con el club social, el edificio de enseñanzas náuticas y la marina seca", relataron, al tiempo que incidieron en que hay que ser "lo suficientemente flexible, cumpliendo la legalidad, como para permitir adecuar la inversión a los retornos que vaya teniendo". "No hay que meter a la gente en un callejón sin salida, teniendo en cuenta que en ciclos tan grandes se enfrentarán a nuevas burbujas; la idea es que puedan asumir una explotación racional, que sea rentable y que al puerto no les dé quebraderos de cabeza", dijeron.