La banda de corneta y tambores del Puerto de la Torre desaparece, al menos de forma temporal. La formación musical acordó la pasada semana en asamblea general cortar sus ensayos y ya han informado a las hermandades a las que acompaña en Semana Santa que no estarán disponibles para la próxima primavera. El motivo obedece a la falta de un espacio donde poder desarrollar su labor.

La banda de la hermandad de los Dolores del Puerto de la Torre es una de las formaciones históricas de la capital malagueña, fundada en 1994. Es decir, tras bomberos, fundada a principios del pasado siglo XX, y Fusionadas (1980), es la tercera más antigua de Málaga. Siempre han ensayado en distintas casetas del recinto ferial del Puerto de la Torre, hasta que éste fue derruido recientemente. Ahora deben tocar en la calle. Su director, Antonio de la Rubia, afirma que problemas de multas no han tenido nunca, pero la formación la integran muchos menores de edad y no pueden seguir en la calle. "Una madre llegó hace unos días con el uniforme de su hijo porque le daba miedo dejar al niño en la calle todas las noches. Y es normal", explica Rubia.

La banda la integra más de medio centenar de jóvenes, de entre 12 y poco más de 30 años de edad, la mayoría del propio barrio. En su momento fue de las primeras en la capital que consiguió una autorización municipal para ensayar. También de las primeras en constituirse como asociación cultural independiente de la cofradía a la que pertenece para gestionar posibles ayudas. Ahora trabajan para conseguir un lugar digno donde ensayar. "Para tocar en cualquier pasacalles gratis o en la Cabalgata de Reyes nos llaman mil veces, pero ahora nadie nos coge el teléfono", lamenta el director, que ha solicitado ayuda a la junta de distrito del Puerto de la Torre.

La banda confía en encontrar una solución a medio plazo y poder volver a la actividad, aunque lo consideran complicado antes de la próxima Semana Santa. Sí apoyarán y formarán parte de la plataforma de bandas que se está creando para resolver la problemática común que existe, sobre todo desde la entrada en vigor de la nueva ordenanza de Ruidos, que deja a los músicos en la ilegalidad.