Punto y final a las vacaciones
Más de 70.000 viajeros pasaron ayer por el aeropuerto en una jornada frenética Muchos llegaban y otros ponían rumbo a sus hogares
Aeropuerto. Según la RAE es el "área destinada al aterrizaje y despegue de aviones dotada de instalaciones para el control del tráfico aéreo y de servicios a los pasajeros". Aunque su significado es más profundo. Un aeropuerto es el lugar donde acontecen los reencuentros más emocionantes y las despedidas más tristes; es también el último y el primer lugar de tierra firme que se pisa antes empezar o de regresar de una aventura. Esto último es lo que hicieron muchos de los pasajeros ayer.
Durante toda la jornada el aeródromo estuvo de lo más concurrido. Según Aena más de 70.000 pasajeros pasaron ayer por el aeropuerto malagueño, muchos para llegar y otros para decir adiós a sus vacaciones. Fuera se oía el zumbido de los aviones que aterrizaban y despegaban. Dentro de la estructura metálica reverberaba el sonido del gentío. Las ruedas de las maletas se deslizaban y resonaban sobre el asfalto liso del aeropuerto. Algunas más grandes que otras, algunas cargadas de ropa y regalos y la mayoría llenas de ilusión, experiencias y recuerdos.
La mayoría de vuelos procedían y de dirigían hacia lugares extranjeros, Amsterdam y París eran los más frecuentes. Entre los españoles, destacaban Barcelona, Tenerife o Las Palmas., según rezaban los carteles.
A pocos metros de las puertas, una pareja se abrazaba y se besaba. Durante un tiempo prolongado se sonrieron, se susurraron y volvieron a deshacerse en más caricias. Su ternura se contagiaba a cualquiera que les echaba un vistazo. Ella había pasado tres semanas en una ciudad de Inglaterra, estudiando con una beca. "Hemos tenido nuestras peleillas, pero la echaba de menos", confesaba él. "Vamos a aprovechar para quedarnos en Málaga tres días y disfrutar del pescaíto", explicó encantado.
A otros en cambio les tocaba despedirse. "Nos da mucha pena, pero toca volver a casa. Hay que trabajar", comentaba en un español anglosajón John, un padre de familia que durante dos semanas ha viajado con su familia por varias ciudades de la Península. Como ellos, a muchos les ha tocado poner fin a sus vacaciones y volver a la rutina laboral.
Fuera, en la zona de llegadas, un singular reencuentro llamaba la atención de algunas personas que pasaban con su equipaje. Un peludo de cuatro patas paseaba unido a su dueña a través de un cordón de tela trenzado. El perro esperaba distraído junto a su dueña sin fijarse en los viajeros que paseaban por su lado. De repente un silbido lo sacó de su ensimismamiento, se levantó de un brinco y su cola se movió de un lado para otro, se dio cuenta de quien lo llamaba. Con insistencia lloriqueó y estiró de la correa en un intento de zafarse de la mano que lo agarraba. Al final la mujer lo soltó y él corrió hacia un hombre que ya se había arrodillado para recibirlo. El sabueso lamió cada centímetro de la cara de su dueño, esa era su forma de decirle que le había echado de menos y este le dedicó los mejores gestos de cariño. Estas son solo algunas de las historias de las que la mayoría e las veces solo el aeropuerto es testigo.
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