Quince enfermos de Cottolengo aún esperan un traslado que no quieren

La decisión parte de la hermana general y en Málaga todavía no saben dónde ni cuándo se llevarán a los residentes

Entrada principal de la casa del Sagrado Corazón de Jesús.
Entrada principal de la casa del Sagrado Corazón de Jesús.
Cristina Fernández Málaga

20 de abril 2013 - 01:00

Los que llevan años considerando la casa del Sagrado Corazón de Jesús como su hogar están viviendo estos días un verdadero drama. Ya han trasladado a unos 13 residentes, pero aún quedan otros 15 que no quieren abandonar el centro clausurado por la congregación religiosa. "Se pasan el día llorando, dicen que no se quieren ir, y piden que venga Pepe El Policía [uno de los voluntarios] para que impida que se los lleven", comenta una de las hermanas de la congregación. "Esto es un dolor", cuenta entristecida, más aún cuando está convencida de la solvencia económica de la residencia y de la "entrega, el cariño y la constancia" de los voluntarios y benefactores.

Durante el fin de semana trasladarán a un residente al hogar que la institución tiene en Almería y otra a Granada. Pero dentro de los muros del centro no saben cuándo ni dónde van a desplazar al resto. Las decisiones las toma la hermana general de la congregación. "Sé que van a estar bien atendidos, pero los alejan de su casa, algunos llevan muchos años y hasta la vida entera, y esto suponer quitarlos de su ambiente, de su tierra, de su familia, de los que los conocen de siempre", considera una hermana, que teme que otras casas no estén adaptadas para sillas de ruedas. "Aquí pueden ir hasta el paseo marítimo sin tener ni un escalón que les obstaculice", afirma.

Pero no sólo se trata de barreras arquitectónicas sino también emocionales. Los que llevan "una vida hecha" en el Cottolengo tendrán que adaptarse a una nueva realidad en las casas de Almería, Granada y Sevilla. Puede que alguno sea trasladado a Bilbao. Para un grupo de unas cinco personas, el problema se acentúa al ser extranjeros y no tener la documentación en regla.

José Rosado es médico y trabaja voluntariamente en el Sagrado Corazón de Jesús desde 1977. Ese año, cuando no había apenas lugares para hacerlo, hizo la primera desintoxicación de un enfermo heroinómano intravenoso con la ayuda de las hermanas. Desde entonces, siempre ha estado junto a los desarraigados, los que nadie quiere. "Cottolengo es el último reducto", dice. Pero no por atender a los más desamparados de la sociedad malagueña, la casa tenía problemas económicos. Todo lo contrario. Voluntarios, religiosas y benefactores aseguran que además de ayudas de instituciones y donaciones puntuales, había gente que colaboraba con alimentos y aportaciones de dinero, además de recibir algunas pensiones de residentes.

Este médico asegura que el rumor del cierre de la casa comenzó en septiembre y que dos monjas "se han salido de la orden por no estar de acuerdo con esa decisión". "No entendemos cómo dicen ahora que no hay vocación", añade. Rosado, junto a la hermana superiora y voluntarios asiduos plantearon la creación de una asociación benéfica para evitar que se cierren las puertas y se traslade a personas con enfermedades crónicas, desde esclerosis múltiple, espina bífida, parálisis... y totalmente dependientes. Pero no han tenido respuesta positiva a la iniciativa y temen el daño que se agraven sus problemas con el cambio de residencia. "Pedimos un aplazamiento de un año o dos hasta que pudiéramos ver cuáles son las mejores opciones para cada uno". Sin embargo, no parecen haber sido escuchados. Aunque aún confían en "la divina providencia".

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