Rafael Díaz Pineda: La vida a través de un objetivo
La fotografía, una mera afición para muchos, un estilo de vida para este rondeño que nos brinda un encuentro en el restaurante El Velero
Después de casi cincuenta años de profesión, hace muy poco tiempo, nuestro invitado, Rafael Díaz Pineda, periodista gráfico malagueño, dejó aparcadas sus cámaras fotográficas y comenzó a ver la vida en directo. Él nos va a ayudar a conocer un poco más cómo es la vida vista a través de una cámara fotográfica. Todo un referente en el mundo del periodismo fotográfico que hoy vamos a conocer un poco más. No se lo pierdan.
El RESTAURANTE
Cuando quieran sorprender y, si no lo conocen, sorprenderse, no pueden dejar de ir a almorzar o cenar al restaurante El Velero. Aunque está en la zona de chiringuitos de Playamar, su calificación es más de un restaurante al uso, un gran restaurante, que de un chiringuito de playa propiamente dicho. Desde la distribución, decoración, hasta la gastronomía, mezcla de cocina mediterránea del más alto nivel, y de asador de carnes, todo en ello lo dota como uno de los mejores de nuestra costa. Después de saludar a nuestro amigo Juan Carlos Martínez, propietario y coordinador general, este nos estuvo comentando las últimas novedades del establecimiento así como el personal que hoy en día compone la amplía plantilla, 18 empleados, de este emblemático restaurante que data del año 1965 en que lo fundó José Luis Martínez, hermano de Juan Carlos. Cabe destacar que gran parte de la plantilla son de la propia familia. Paco Ramírez, como jefe de cocina, dirige los fogones junto con cuatro cocineros más. Manolo Montero y Juan Sepúlveda coordinan los salones, para que no falte de nada. Todo ello nos puede dar una idea de la magnitud del establecimiento. Un ambiente relajado y agradable hace de este restaurante un lugar idóneo para estar con la familia o los amigos. Muy recomendable.
EL INVITADO
Si hay una palabra que define especialmente a nuestro invitado de hoy, esa es la sencillez. Eso de que lo considerase un "personaje" le causaba sonrojo. "Yo soy un malagueño de a pie, estoy aquí con mucho gusto, pero no soy ningún personaje", con estas palabras comenzamos nuestro encuentro.
Su biografía
Este rondeño de pro, y malagueño de adopción –lleva tres cuartas partes de su vida en Málaga– se define como un andaluz por los cuatro costados y rondeño de nacimiento y vocación. Cuando fue nombrado Hijo Predilecto de Ronda, se emocionó sobremanera: “ Me ilusionó mucho, me dieron ganas de llorar”, como él mismo reconoce. “Desde entonces, y más que nunca, llevo el nombre de Ronda allá a donde esté”. Hombre inquieto donde los haya, cuando se jubiló cursó estudios en la Facultad de Bellas Artes en la Universidad de Málaga. Ha publicado diversos libros de fotografía y no duda en colaborar en todo aquello que se le pide. Está orgulloso de la que fue su profesión y los que han tomado su testigo: “En Málaga hay grandes profesionales con reconocimiento internacional. Dos compañeros, rondeños, trabajan para las prestigiosas agencias de noticias, Reuters y France Press, todo un orgullo para la profesión”. Y para terminar le pregunté que le gustaría ser si volviese a nacer. Su respuesta fue tan rápida como el disparo de su cámara de fotografiar: “Sería fotógrafo. Aunque tengo que reconocer que después de todo lo vivido, me puede mucho la vocación periodística”. Pues aquí queda el testimonio de Rafael Díaz, un rondeño, un malagueño, de todos los tiempos.
Toda una vida detrás de una cámara fotográfica deben dar para mucho. "Pues sí. Gracias a mi profesión he podido a conocer a muchísima gente muy interesante. Y también me ha permitido viajar y conocer mucho mundo". Como por ejemplo, le pregunté. "Pues además de Juegos Olímpicos, fútbol, toros y otras competiciones deportivas, he estado acompañando a jefes de estado como Adolfo Suarez o Felipe González y, como no, a nuestro rey emérito, Juan Carlos I. Él se preocupaba de que hiciésemos nuestro trabajo lo más cómodo posible. Un hombre muy singular. También hice varios viajes con Juan Pablo II. Aunque no tuve oportunidad de conocerlo demasiado, era un hombre bueno que había sufrido mucho en su Polonia natal". Entonces conocerás mil secretos inconfesables (risas). "Claro. Mucha gente me dice que por qué no escribo sobre todas esas experiencias. Pero eso no sería ético. He vivido de cerca muchas situaciones digamos que "delicadas" como para narrarlas. No, eso no lo haré nunca". Pero cuéntame alguna anécdota que no sea indiscreta.
"Una vez, estando en la Naciones Unidas en un viaje oficial con Felipe González. Teníamos un lugar en concreto donde disparar fotos durante tres minutos mientras intervenía el presidente de cada país. Cuando terminé mi tiempo, en lugar de salir por el lugar que nos había indicado, me hice el despistado para tomar otra foto desde un ángulo distinto. Enseguida, una policía, armada hasta los dientes, me increpó. Cuando me di la vuelta y vio mi cara de rondeño asustado a punto de un infarto [risas], se paró en seco, y me acompañó gentilmente [risas]. Madre mía qué susto. Y todo por sacar una foto desde otra perspectiva". Imagino que eso se lleva en la sangre, que es un tema vocacional. "Un buen fotógrafo tiene que saber distinguir el momento, tener la chispa, hacer click en el momento oportuno. Moverse por intuición ".
Está claro que Rafael Díaz es un hombre enamorado de su trabajo. Aún hoy, ya jubilado, no puede evitar el entusiasmo de aquel joven que con 16 años logró que una foto suya ya fue portada de periódicos. "Un buen reportero gráfico, aparte de saber todo sobre su herramienta de trabajo, la máquina de fotografiar, tiene que estar al día de la actualidad, de la política, de los deportes, solo de esa manera aprovecharás bien el segundo que te da el destino para conseguir tu foto". Estuvimos hablando de la diferencia entre las cámaras fotográficas de antes y las digitales de ahora. "La foto antes costaba un esfuerzo mucho mayor y no sabías si tenías o no una buena foto hasta que llegabas al estudio y revelabas.
Hoy en día, con las cámaras digitales puedes ver al momento la foto y tirar todas las veces que sean necesarias. Pero por encima del tipo de cámara, siempre estará el instinto del profesional. Para eso no hay antes ni después. Es sencillamente así". Estuviste más de 35 años como reportero de la agencia Efe, todo un desarrollo profesional de primer orden. "Bueno, sí. 11 once años en el desaparecido periódico Sol de España, aquí en Málaga, donde llegué desde Ronda en 1972, con veinte años y ya llevaba entonces casi cinco años de profesión. Tuve la suerte de que me fichasen en Efe, y hasta el día de mi jubilación". Estas y muchísimas anécdotas más, imposibles de narrar en este espacio, nos ayuda a conocer un poco más la vida de este gran profesional, orgullo de nuestra ciudad.
Y toda esa trayectoria ha tenido su premio, sus premios: tres de Andalucía de Periodismo, Medalla de oro de la provincia, Medalla de Honor del Periodista, y por encima de todos los demás, el que más le llena y le emociona: el de Hijo Predilecto de Ronda. Durante la comida continuamos charlando.
LA COMIDA
Y rápidamente Manolo Montero, veterano profesional de la restauración, se puso manos a la obra abriendo un festival gastronómico de los que hacen afición y dejan satisfecho al más exigente. Tras descorchar una botella de un fresquísimo vino blanco, Tarima mediterráneo, de tierras alicantinas, comenzamos con unas gambas a la plancha de la bahía y una ensalada de aguacate con una base de porra antequerana y una cresta de bacalao ahumado, una delicia de la cocina de Francisco Ramírez.
Continuamos con nuestra charla y me interesé por algún momento especialmente duro en su trayectoria. Tras meditar durante unos instantes me respondió: "Mirar a través del objetivo te insensibiliza de tal manera que solo cuando ves el trabajo realizado en las fotos te paras a pensar cómo has sido capaz de sacar esas fotos. Me ocurrió con el accidente del avión de Spantax aquí en Málaga. Aún hoy mantengo en mi memoria el olor a quemado de las víctimas de aquel desgraciado suceso". Como si Manolo se hubiese percatado de lo triste del momento, apareció con una bandeja de una extraordinaria fritura malagueña que nos hizo retomar con verdaderas ganas la comida. Y a continuación unos lomos de lubina realmente sabrosos.
Llegó la hora de abrir una botella de vino tinto Volver, por recomendación de bodegas Lara, para acompañar al plato principal que cerraría el almuerzo: un chuletón de ternera a la parrilla acompañado de patata asada, especialidad de la casa. Le pregunté a Rafael por alguna foto a la que le tenga un cariño especial. "En realidad es más de una, pero si tengo que escoger me quedo con dos. Una de una caída de la entonces Reina Sofia, en la estación de Santa Justa en Sevilla en la que el Príncipe Felipe le ayuda a levantarse. Fui el único de los reporteros presentes en captar la imagen. Dio la vuelta al mundo. Y la otra, una de la que se han hecho hasta postales. Fue durante una huelga de pescadores durante el bloqueo del puerto de Algeciras. Una mujer fue a llevar comida a su marido a un barco y aprovechó para darle un beso. Al hombre lo agarran por las piernas y sacan el cuerpo por la borda mientras la mujer, al borde del muelle, se estira todo lo que puede hasta alcanzar los labios de su marido. Una foto muy especial".
Una foto tan especial como nuestro invitado y los postres con que nos regaló nuestro amigo Manolo Montero: un variado de frutas frescas y otro de milhojas y brownie. Y como siempre hago, le pregunté a Rafael por un sueño: "Pues que mis hijos, mi familia, mis amigos, todos, sean siempre muy felices. Sueño con el bienestar de los míos". Pues dicho queda. Y con nuestro agradecimiento a todo el equipo de profesionales del Velero finalizamos un encuentro lleno de recuerdos emocionados. Volveremos.
LOS VINOS
Blanco: Tarima mediterráneo
No es la primera vez que traigo este vino alicantino a nuestra sesión. Un vino que marida de manera extraordinaria con pescados. Fresco y fragante, cargado de aromas, nos acompaño casi durante toda la comida. Muy bueno.
Tinto: Volver
Un vino ideal para tomar con la carne que estábamos degustando. De sabor agradable y estructurado, es toda una garantía para compartir una buena mesa. Muy recomendable.
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