Repique de campanas por el Cottolengo

Voluntarios y residentes de la que se seguirá llamando casa del Sagrado Corazón celebran su continuidad

Entrada de la casa del Sagrado Corazón.
Entrada de la casa del Sagrado Corazón.

"Repicamos la campana grande de la casa, algo que no solemos hacer". Los voluntarios y residentes de la casa de acogida Sagrado Corazón (llamada popularmente el Cottolengo) celebraron a lo grande la continuidad de la residencia tras llegar a un acuerdo el pasado martes con el Ayuntamiento y el Obispado para que una institución diocesana gestione el centro. Las campanas sonaron por la tarde, mientras ellos no podían contener las lágrimas, un llanto de alegría y de agradecimiento por dejar que el centro continúe con su misma labor, la de servir a los más pobres y necesitados, que no tienen cabida en otros centros. "Hasta bebimos cerveza, pero sin alcohol", bromea la voluntaria Toñi González, que dos días después de que se solucionara la situación del centro -en parte gracias a los internos, familiares y voluntarios-, explica que "están muy contentos y tranquilos", al contar con el apoyo de la hermana María Isabel Gaztelu y el respaldo del Obispado, pero "también con autonomía".

En estos momentos son unas 30 personas, entre voluntarios e internos, las que se encuentran en la que se seguirá llamando casa del Sagrado Corazón. Cuando se anunció el cierre de la residencia, hace poco menos de un mes, eran 28 enfermos los que vivían en la residencia. De ellos, nueve fueron trasladados a residencias que la Congregación del Sagrado Corazón de Jesús tiene en otros puntos de la comunidad autónoma, una decisión que tomaron los familiares de los enfermos aconsejados por la congregación, dado que el cierre parecía no tener solución. Pero ahora que la continuidad está garantizada, Toñi González asegura que las puertas de la casa de acogida están abiertas para que regresen cuando quieran, al igual que lo están para todo el que lo necesite. "Los familiares son los que tienen la opción de que vuelvan", concreta.

El cierre del Cottolengo fue anunciado el pasado 18 de abril. La institución benéfica del Sagrado Corazón de Jesús aseguró mediante un escrito que "por falta de vocaciones", cerraba la casa de Málaga, así como otra en América, una decisión en la que el Obispado matizó que no había participado. Fue entonces cuando se empezaron a barajar posibles fórmulas para su continuidad y para seguir cumpliendo con la finalidad original.

La institución diocesana fue finalmente la fórmula elegida para hacerse cargo de la casa de acogida. El Obispado de Málaga lo anunció el pasado miércoles mediante un comunicado, aunque sin aclarar la institución de la que se trata. La congregación del Sagrado Corazón de Jesús, el Obispado y el Ayuntamiento de Málaga, valoraron la posibilidad de que una institución diocesana o la asociación que los voluntarios que trabajan en el centro pretendían constituir se hiciera cargo de la gestión del Cottolengo, siendo la primera de las opciones la que ganó más peso.

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