Retiran amianto de una decena de centros educativos en las vacaciones

Operarios iniciaron ayer la sustitución de la cubierta del gimnasio del CEIP José Calderón, con signos visibles de deterioro desde 2008

Un cartel anuncia las obras que están llevando a cabo en el CEIP José Calderón.
Un cartel anuncia las obras que están llevando a cabo en el CEIP José Calderón. / Javier Albiñana
Cristina Fernández

Málaga, 27 de diciembre 2016 - 02:04

Era festivo, pero en el CEIP José Calderón de Campanillas se trabajaba ayer para sustituir la cubierta de fibrocemento del gimnasio, unos 254 metros cuadrados. Se trata de uno de los edificios que forman este colegio levantado en 1973 y que cuenta con unos 2.400 metros de tejados de amianto, además de canalizaciones que bajan hasta las zonas comunes y están al alcance de los escolares. Con una partida de 60.120 euros, la Consejería de Educación pretende retirar los materiales más deteriorados durante estas vacaciones navideñas. En este centro también se prevé reparar uno de los muros de cerramiento que presenta importantes grietas y tuvo que ser protegido por seguridad. En estos días de aulas vacías las empresas especializadas están trabajando en una decena de centros en la provincia malagueña.

En el CEIP José María Hinojosa, en el distrito Cruz de Humilladero, se quitará en estas jornadas sin clase el amianto de unos depósitos de agua. Esta operación se repetirá en la Escuela Oficial de Idiomas, que también cuenta con fibrocemento en aljibes que no se usan desde hace años. Igualmente se actuará en la escuela infantil San José, en el CEIP Cristo de Mena y el Miguel Hernández. En la provincia, el instituto Licinio de la Fuente de Coín, el colegio San Pedro de Alcántara y el CEIP Sohail de Fuengirola han sido los primeros de la lista de retirada de fibrocemento prevista por la Junta de Andalucía para este curso escolar.

En verano se actuará en otra veintena de edificios, sobre todo los construidos en la década de los setenta. En esos años proliferó el uso de amianto, un material aislante de muy bajo coste cuyo uso fue prohibido en España en 2002, tres décadas después de que la Organización Mundial de la Salud lo catalogara como cancerígeno de tipo 1, igual que el tabaco. Todos los centros educativos surgidos del plan PUA (Plan de Urgencia de Andalucía) contaron con cubiertas y otros elementos de este material. La Plataforma Amianto Cero calcula que en tan sólo siete de ellos suman más de 12.000 metros cuadrados de amianto en sus tejados.

En julio, la Junta de Andalucía aprobó la planificación para la eliminación del amianto en las infraestructuras educativas, para la que destinará 60 millones de euros. De ellos, unos 2 millones serán para la treintena de actuaciones previas este año en la provincia malagueña. La retirada del fibrocemento será progresiva desde este año hasta 2020. Según los cálculos de los técnicos de la Consejería de Educación, alrededor de 220 colegios e institutos podrían tener materiales con contenido de amianto, que en su mayor parte (un 95%) estaría en las cubiertas de las edificaciones.

En el CEIP José Calderón la uralita forma parte de todo el complejo. En 2008, los técnicos municipales ya advirtieron al director del colegio que la cubierta del gimnasio tenía que ser sustituida o se tenía que poner un falso techo para que la fibra desprendida no llegara a los alumnos y docentes. Fue entonces cuando iniciaron una batalla que les ha llevado ocho años ganar. Los padres se han movilizado, han recogido firmas, han acudido a la Fiscalía de Menores, al Parlamento andaluz y al Defensor del Pueblo.

Trabajos realizados por empresas registradas

La empresa Chirivo Construcciones está realizando los trabajos en el centro de Campanillas. Al tratarse del manejo de un material peligroso, las firmas encargadas de estos trabajos han de figurar en un registro especializado. Ángeles Guzmán, secretaria de la Asociación de Padres y Madres del José Calderón, explicó hace unas semanas que "primero le imprimen una capa para evitar el desprendimiento de fibra, la retiran y las placas grandes las meten en plástico para que no suelte fibra". Según comentaron a los padres, los trabajadores no podía manipular el fibrocemento más de cuatro horas seguidas cada día.

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