Los Reyes Magos del puerto de Málaga

Una tradición perdida

  • El puerto estrenó en 1950 una fiesta de Reyes Magos destinada a sus trabajadores, evento que con el paso de los años dejó de celebrarse

Imagen de archivo de los tres Reyes Magos del puerto.

Imagen de archivo de los tres Reyes Magos del puerto. / Juan Carlos Cilveti

Hoy comenzaré mencionando a Bernardo Liñán. El señor Liñán, que así es como se le conoció durante gran parte de su vida laboral, ha sido uno de los más carismáticos trabajadores que ha tenido el puerto de Málaga en las últimas décadas. Hijo de un portuario, Bernardo, que ingresó en el puerto en 1979 y se jubiló en 2013, además de múltiples vicisitudes, las propias de una larga trayectoria profesional, participa de una especial peculiaridad; un hecho que lo convierte en una de las pocas personas vivas que conoció el arranque de una tradición portuaria que ha fecha de hoy se ha perdido.

A finales de la década de 1950, el por entonces director de la Junta de Obras del Puerto, Pablo Otaola, decidió crear una fiesta de Reyes Magos para los hijos de los trabajadores del puerto. Estrenando el evento, mi amigo Bernardo recibió en aquel primer encuentro real unos Juegos Reunidos de 16 unidades. Tras completar sus años de infancia y no faltar a ninguna de sus citas del día seis de enero, el señor Liñán se reencontró con esta celebración muchos años después. Ya como padre, nuestro protagonista de hoy participó de esta fiesta viendo como sus dos hijos recibían juguetes de manos de los reyes portuarios.

Asentado este encuentro, los años fueron pasando y la celebración de la Epifanía, con los cambios propios de los nuevos tiempos, se convirtió en una tradición en el puerto malacitano. Hace no demasiados años, prefiero no recordar la fecha, este evento desapareció y la tradición que el señor Liñán estrenó dejó de escenificarse.

Dicho esto, y con las cuatro columnas que abren a la ciudad el recinto portuario malagueño decoradas con luces, la pasada semana, el patio del edificio de la Autoridad Portuaria recuperó un nacimiento que también se había perdido en esa fecha que no quiero recordar.

Sin su tradicional barca, este belén, acompañado un novedoso árbol de navidad sirvió de escenario para recuperar un ágape dedicado a los trabajadores portuarios; otro evento que también se había perdido. Visto lo visto, quizás, el encuentro infantil con los Reyes Magos portuarios, el que estrenó don Bernardo Liñán, se vuelva retomar. Una tradición que nunca debería haber desaparecido.

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