Málaga

El SAS pilota en Málaga una iniciativa para frenar el aumento del consumo de ansiolíticos

  • El incremento comenzó antes de la pandemia y desde 2019 ha sido de media del 4% anual

  • Sanitarios advierten que su uso continuado entraña riesgo de deterioro cognitivo y caídas

La farmacéutica Cristina González, con el cuestonario de la campaña y una caja de benzodiacepinas.

La farmacéutica Cristina González, con el cuestonario de la campaña y una caja de benzodiacepinas. / Javier Albiñana

Hay medicamentos que son útiles para tratar la ansiedad o el insomnio grave. Pero durante un tiempo. Porque cuando su uso se prolonga de forma indebida causan más perjuicio que beneficio ya que entrañan mayor riesgo de deterioro cognitivo, caídas y accidentes de tráfico porque disminuyen los reflejos.Ante el aumento de su consumo de un 4% anual de media desde 2019, el Servicio Andaluz de Salud (SAS) ha iniciado el pilotaje de una iniciativa para reducir el uso de las benzodiacepinas, fármacos de efecto sedante o calmante que se prescriben para la ansiedad y el insomnio.

De 2018 a 2019 su consumo creció un 2,03%, al año siguiente –el primero de la pandemia– aumentó un 6,7% y de 2020 a 2021, un 3,92%. De media, en torno al 4% anual. El primer año del Covid registró un crecimiento más alto, pero ya antes de que apareciera el coronavirus había comenzado a subir su consumo.

Hasta ahora había iniciativas inconexas para frenarlo, pero por primera vez el SAS pilota en un centro de salud de cada provincia andaluza una iniciativa para concienciar a los consumidores de benzodiacepinas que prolongarlas en el tiempo supone un “uso inapropiado”. En el caso de Málaga, el pilotaje de la iniciativa Benzostopjuntos se realiza en el centro de salud Trinidad-Jesús Cautivo y en las 18 farmacias de su entorno.

La campaña cuenta con el respaldo de una quincena de organizaciones de médicos, enfermeros, farmacéuticos, consumidores y pacientes. Consiste en que los sanitarios que asistan a un consumidor prolongado de benzodiacepinas le hagan un breve cuestionario y le den material informativo sobre lo efectos negativos de su uso sostenido en el tiempo. “Es una intervención sencilla y económica, parecida a la que se hace con el tabaco”, explica Inmaculada Moraga, farmacéutica de la Unidad de Farmacia del Distrito Sanitario Málaga. “Va dirigida a pacientes para que de forma proactiva demanden la retirada de estos medicamentos. El paciente tiene que estar convencido de dejarlos y debe querer dejarlos; como el que quiere dejar de fumar”, agrega la sanitaria.

Cuestionario de la campaña, en primer plano. Cuestionario de la campaña, en primer plano.

Cuestionario de la campaña, en primer plano. / Javier Albiñana

Dado que son fármacos que sólo se venden con receta, si se consumen más es porque los médicos los prescriben más. Los facultativos son conscientes de que su uso prolongado genera dependencia y que el balance riesgo/beneficio a largo plazo es desfavorable. El problema es que los pacientes no siempre están dispuestos a prescindir del fármaco. De hecho, más de una vez se generan momentos de tensión entre el facultativo y el usuario –y en algún caso hasta agresiones– cuando el profesional decide no recetarle más benzodiacepinas.

En el pilotaje participan médicos, enfermeros, residentes, boticarios, trabajadores sociales, el Distrito Málaga y el Colegio de Farmacéuticos. La campaña –que comenzó en un centro de salud de Sevilla– arrojó resultados positivos: uno de cada tres consumidores de benzodiacepinas de larga duración las dejaron y se mantuvieron en el tiempo sin consumirlas.

La meta del SAS es extender Benzostopjuntos a más ambulatorios. Según Moraga, aunque el incremento en el consumo de estos medicamentos se traduce luego en la factura que tiene abonar el SAS a las farmacias, el objetivo no es tanto el ahorro sino la salud de las personas. “No son fármacos caros. Es más por la seguridad del paciente que por el ahorro; para que los pacientes sepan que su uso prolongado no es bueno”, explica Moraga.

Cristina González es farmacéutica de la botica de Armengual de la Mota, 13. Participa en Benzostopjuntos. “Me lo propusieron y me pareció importante. Mucha gente hace un uso crónico [de las benzodiacepinas] y eso no trae ningún beneficio”, explica. Recuerda que pasadas cuatro o seis semanas, “hay más riesgo que beneficio y el efecto es placebo”. Cree que la gente no es consciente de que transcurrido un tiempo, estos fármacos ya no son beneficiosos, sino que generan síndrome de abstinencia y efectos secundarios.

Cuenta que a diario ve en su farmacia el aumento del consumo, sobre todo tras la pandemia. Y relata como se hacen tolerantes a la medicación, cada vez necesitan más dosis; así que ellos, por su cuenta, la incrementan. “Ellos mismos la duplican. Nos damos cuenta porque a fin de mes les falta medicación antes de tiempo”, acota esta farmacéutica que ya ha captado algunos pacientes para incorporarlos al proyecto Benzostopjuntos.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios