El SAS saca de la calle a más de 100 enfermos mentales graves

Un programa pionero en Andalucía lleva la atención psiquiátrica a la calle para las personas tan excluidas que ni siquiera son capaces de pedir ayuda sanitaria o social

Una psiquiatra del Carlos Haya, el hospital que lleva el programa, habla con un enfermo.
Una psiquiatra del Carlos Haya, el hospital que lleva el programa, habla con un enfermo.
Leonor García / Málaga

10 de julio 2011 - 01:00

Hay enfermos mentales que viven en la calle y cuyo trastorno es tan grave que ni siquiera son capaces de pedir ayuda sanitaria o social. "Son los excluidos de los excluidos", resume el jefe de Salud Mental del Hospital Carlos Haya, Fabio Rivas. El centro sanitario desarrolla desde 2006 una iniciativa para acercar la asistencia allí donde estén, en un centro de acogida o debajo de un puente. "Se trata de acercar la consulta a donde sea más fácil", apunta la psiquiatra que lleva el programa, María Victoria Ortega.

Desde entonces y con el apoyo de los Servicios Sociales y diversas ONG, los profesionales han logrado retirar de la calle a 108 de los 148 pacientes atendidos. Algunos viven ahora en centros de acogida y unos pocos, en pisos. Incluso alguno tiene un trabajo. Rivas aclara que el Programa de Intervención en Salud Mental y Exclusión Social (Pismes) no es social, sino sanitario.

Suelen ser enfermos con un amplio historial psiquiátrico, que recelan de los centros y que muchas veces vagan de una provincia a otra huyendo de su delirio. Están tan excluidos por su trastorno mental que no acceden a prestaciones sociales o sanitarias, aunque son quizás de los que más las necesitan. Dos de cada tres padecen esquizofrenia, la mayoría son españoles y cuatro de cada cinco son hombres. La edad media es de 47 años. Lo que supone que sus padres, si los tienen, ya son muy mayores para cuidarlos. En unos casos la familia está desestructurada, en otros casos ya no existe y en otros es que no puede más.

El resultado es que se convierten en sin techo, pero además con un trastorno mental grave. Sin una alimentación adecuada, sin medicación y sin higiene, su deterioro es acelerado. Según Pedro González, trabajador social del Pismes, la esperanza de vida de cualquier persona que viva en la calle es de 30 años menos que una persona que tenga un hogar. Así, el primer es cubrir sus necesidades básicas y normalizar su situación. "Este programa es implanteable sin los Servicios Sociales", apunta Ortega. El Ayuntamiento, Cáritas, la Fundación Andaluza para la Integración Social del Enfermo Mental, San Juan de Dios, el comedor de Santo Domingo, el albergue municipal... El listado de instituciones que colaboran es amplio.

Pero los responsables del Pismes aclaran que para obtener resultados, el abordaje del enfermo debe ser diferente. Si se plantea la incapacitación, la medicación forzosa o el ingreso en un centro sanitario huyen porque son personas ya están de vuelta. Son pocos. Los pacientes con trastorno mental grave apenas supone el 1% de la población y dentro de estos los que viven en la calle a su vez apenas puede representar el 1%. "Son pocos, pero muy visibles por la distorsión social. Y son invisibles desde la perspectiva asistencial, tanto sanitaria como social", apunta Rivas.

El programa ha atendido desde sus inicios un total de 385 enfermos mentales; aunque solo 148 padecían un trastorno grave. Ya los Servicios Sociales y las distintas organizaciones humanitarias que colaboran con el Pismes filtran mejor los casos y derivan a menos personas, pero con una patología más compleja. Por que de lo que se trata es de atender los casos de trastorno mental grave.

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