Señoría sin toga

El poder judicial plantea derivar los juicios de faltas a los juzgados de paz, dirigidos por jueces legos, sin formación ni medios para responder a esta medida para descongestionar la administración de Justicia

El juez de paz de Alfarnatejo, Francisco Alba, con la secretaria del juzgado, María del Mar Camacho.
El juez de paz de Alfarnatejo, Francisco Alba, con la secretaria del juzgado, María del Mar Camacho.
Encarna Maldonado / Málaga

05 de abril 2009 - 01:00

Francisco Alba tiene 34 años curtidos bajo el sol y manos callosas de campesino. No sabe de leyes, aunque cada año asiste a un juicio en Málaga y recibe una charla precipitada sobre el funcionamiento de la Administración de Justicia y el Registro Civil. Después vuelve a Alfarnatejo, a cuidar las cabras y ovejas, cultivar cereales e impartir justicia. "Lo bueno que tiene trabajar en el campo es que te deja mucho tiempo para pensar". Y esas cavilaciones las emplea en buscar soluciones a los conflictos de su pueblo porque es el juez de paz.

El Consejo General del Poder Judicial dio a conocer el 1 de abril su plan para desatascar la administración de Justicia. Una de las medidas de más envergadura pasa por derivar a los juzgados de paz las infracciones penales leves. El Gobierno de los jueces estima que así quitarán un millón de procedimientos de los juzgados de instrucción de España. De hecho, la Ley Orgánica del Poder Judicial les reconoce esta capacidad. Otra cosa es que estos juzgados estén en condiciones de asumirla.

María del Mar Camacho es la secretaria del juzgado de Alfarnatejo y la responsable del padrón, del cobro de los impuestos, de los recibos del agua y de las licencias municipales. En realidad es la única funcionaria del Ayuntamiento, junto a un empleado laboral. "Los juzgados de paz no podemos celebrar juicios de faltas porque nos falta formación. No somos capaces", afirma y sabe lo que dice. Hace un año, a la vuelta de una baja maternal, se hizo cargo de la secretaría del juzgado. Nadie le ha explicado cuál es su cometido ni cómo debe de hacerlo.

Hace unos meses un juzgado de instrucción de Málaga les derivó un juicio de faltas por amenazas y desde entonces el procedimiento "anda dando vueltas". Le envió al juzgado un escrito reconociendo que carecía de formación y medios para celebrar el juicio. La respuesta fue una providencia recordándole que la Ley le atribuye esta potestad y que si no puede asumirla lo plantee ante el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (TSJA). Visto el panorama se dirigió al Juzgado Decano de Málaga para que le explicara cómo debía celebrar el juicio y qué tramitación implicaba. De ahí fue derivada a otro juzgado de instrucción, cuya secretaria le ha confesado que no puede atenderla porque no tiene tiempo.

Después supo de la existencia de la Asociación de Jueces de Paz, de cuya web puede descargarse modelos para hacer las citaciones, levantar acta, redactar la sentencia y demás pasos del procedimiento, pero todavía tiene pendiente descubrir cómo funciona. "¿Cómo vamos a celebrar juicios en estas condiciones.? ¿Cómo vamos a ponernos frente a un acusado y un denunciante acompañados de sus abogados?", se pregunta. Incluso reconoce que anota defunciones, bodas y nacimientos en el Registro replicando el modelo de las anotaciones anteriores.

La formación del juez de paz no es mayor. Los nombra el Tribunal Superior de Justicia a propuesta del Ayuntamiento, que debe elegirlos por mayoría absoluta. Los únicos requisitos es que los aspirantes sean mayor de edad y estén en posesión del graduado escolar. Una vez en el cargo asisten a un día de formación anual. La mitad de la jornada atienden explicaciones sobre el funcionamiento del registro civil porque el grueso del trabajo de estos juzgados está relacionado en su actividad registradora, seguido de la labor de auxilio que presta a los juzgados de instrucción y primera instancia para notificar citaciones judiciales y requerimientos de pago.

La otra mitad del día la destinan a acudir a un juicio. "He ido a juicios de peleas entre gorrillas, pero luego vengo aquí y lo que me encuentro es una discusión por unas lindes o un vecino que se queja de otro porque tiene algún cacharro que le estorba o dos que se han peleado. ¿Qué hago? Hay que saber de leyes, del proceso penal y del civil", explica Francisco Alba.

Y lo que hace es utilizar el sentido común, dejar que los ánimos se calmen "porque nadie en caliente entra en razón" y aprovechar los largos tiempos de soledad en su trabajo en el campo para buscar soluciones. "Lo mejor es arreglar los conflictos verbalmente. Hablo con uno y con otro, a veces me cuesta una semana y otras más. Por la noche te desvelas porque es una responsabilidad que pesa".

El desasosiego es doble porque además estos jueces legos llamados a ser los hombres buenos de sus pueblos, que forman parte del poder judicial reciben el tratamiento de señoría pero no visten toga, sufren una gran presión social. Residen en municipios pequeños, tienen múltiples lazos de amistad y familia con los vecinos y al final, como dice Francisco Alba, corren el riesgo de "ser señalados", o sea, de ganarse enemistades por su mediación en los conflictos, porque en el fondo no están revestidos de la autoridad del togado.

La figura del juez de paz se creó en 1855. En la provincia de Málaga funcionan 89 juzgados de paz que, de acuerdo con la memoria del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía correspondiente a 2007, sufren una importante "precariedad de medios e instalaciones" . El TSJA resalta que sería "deseable" que los jueces de paz fuesen licenciados en Derecho "o se les adscribiera algún técnico" para que los asesoren. En definitiva, reconoce la falta de formación y el aislamiento del que se queja la secretaria María del Mar Camacho.

El juzgado de paz de Alfarnatejo, como la gran mayoría, se ubica en el Ayuntamiento. Comparte con el servicio de Urbanismo del Ayuntamiento una oficina mínima con aires de aula machadiana: un encerado, coronado por un crucifijo, dos mesas y un archivo que María del Mar Camacho y Francisco Alba muestran con primor. Allí guardan la documentación del juzgado y los libros del registro desde 1871.

Alba recuerda que se postuló como juez de paz hace cinco años porque le parecía "bonito ayudar a la gente y hacer algo nuevo". No oculta que la experiencia ha sido grata, pero él no se ha presentado a la reelección.

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