Málaga

Sesenta años en el quiosco

  • Carolina y Nazario, los quiosqueros más veteranos de la ciudad, se jubilaron ayer después de casi seis décadas dedicados a un negocio familiar que ahora cederán

Después de 59 años al frente de su quiosco ha llegado la hora de tomar la retirada. Carolina González y su marido Nazario Álvarez, los dos quiosqueros en activo más veteranos de toda la ciudad, acudieron ayer por última vez a trabajar al lugar donde han vivido tantas experiencias y han compartido el cariño de todos sus vecinos durante toda una vida que han decidido aprovechar y ceder el testigo a los más jóvenes. Ayer fue un día de despedidas y emociones. Era el día de su jubilación y todos querían decir adiós a los que durante tantos años han sido amigos y casi confidentes. Pero también hubo lugar para la felicidad porque después de tanto esfuerzo y sacrificio, esta pareja empieza hoy un merecido descanso que aprovecharán para hacer todo lo que el duro trabajo de estos años les ha impedido.

Carolina no piensa aburrirse y, aunque reconoció que echará de menos levantarse cada mañana para ir al quiosco, aseguró que tiene "mil ideas por hacer" como viajar, pasear y dedicarse a dos de sus aficiones favoritas escribir y pintar. Aún recuerda como si fuera ayer aquel 8 de junio de 1952 en el que sus padres, Enrique y Palmina, se hicieron cargo de un quiosco situado en la avenida Juan Sebastián Elcano de la capital malagueña cuando ella apenas tenía 6 años. Muchos recuerdos, anécdotas y experiencias se agolpan en su cabeza después de casi seis décadas vinculada a la que ha sido su segunda casa, pero no todos buenos.

Carolina contó que uno de los días en los que su padre volvía en moto de recoger los periódicos "un coche se lo llevó por delante y se quedó inválido". Desde ese día no tuvo más remedio que involucrarse aún más en el negocio familiar al que se incorporó a su marido en 1974. A sus 74 años Nazario es la viva imagen de una persona inquieta y completamente comprometida con un trabajo al que se ha dedicado en cuerpo y alma en todos estos años. Hasta tal punto que hasta ayer mismo se levantaba todos los días a las 6:00 de la mañana para llevar el periódico a la casa de unos 60 clientes de la zona como ha hecho siempre.

Pero lo que aseguró que más echará de menos serán las tertulias que cada día tenía con los clientes y vecinos del barrio que ya se habían convertido en amigos.

Una pareja joven de la zona serán los que mantengan el negocio a partir de hoy porque ninguno de sus dos hijos han querido seguir con el negocio familiar. "Es un trabajo muy esclavo y ya era hora de dejar paso a gente joven con ideas nuevas", dijo Carolina.

Se lleva muchos buenos momentos de su quiosco en el que ha vivido situaciones de lo más surrealistas. "Desde personas que han venido a pedirme dinero para coger el autobús hasta una vez que una clienta me pidió que le cuidara durante unas horas una gallina viva", recordó entre risas. Incluso se ha quedado en más de una ocasión a perros que se han escapado hasta que han aparecido sus dueños por el quiosco, que casi fue destrozado una vez cuando un vehículo se empotró contra él y afortunadamente no les pilló dentro porque fue por la noche.

El secreto de haber conseguido mantener tan buena relación con sus clientes es que "siempre he oído, visto y callado porque en un sitio tan transitado a una le cuentan y se entera de todo y hay que ser discreta". Nunca hasta ahora se habían planteado dejar su negocio porque "hemos vivido tiempos muy buenos" y ni siquiera el pasar tanto tiempo juntos en casa y en el trabajo les ha hecho cambiar de idea en todo este tiempo. Hace unos años la Asociación de Vendedores de Prensa y Revistas de Málaga (Akima) les organizó un merecido homenaje por ser los más veteranos de la ciudad, ayer fueron sus vecinos los que les agradecieron y les recordaron que nunca los olvidarán.

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