Málaga

Telefónica dispara a la Luna desde Teatinos

  • El ingeniero Sergio de los Santos arrastra hasta Málaga la sede del laboratorio de innovación en ciberseguridad de la multinacional española

Telefónica ha probado esta semana un router capaz de detectar y filtrar virus, malware y demás criaturas portadoras de código maligno. La idea de ese guardián que vigila esa puerta por la que hogares y empresas se asoman al mundo virtual surgió en una anónima oficina de Teatinos donde la multinacional española tiene instalado el moonshot (disparo a la Luna) de su división de ciberseguridad. El equipo de Teatinos tiene la misión de convertir en realidad y, por tanto, en productos, servicios y negocio las ideas más inverosímiles. Forma parte de Eleven Paths, la unidad de ciberseguridad de la teleco que factura por encima de los 400 millones, con un crecimiento anual superior al 30% que no es un dato menor en un segmento tan maduro como el de las telecomunicaciones, y que se creó en 2013 de una forma también singular, mediante el fichaje de Chema Alonso un experto en seguridad informática y bloguero inconfundible con su gorro a rayas, venerado en el universo hacker.

Porqué Telefónica tiene en Málaga el laboratorio más iconoclasta de su división más iconoclasta tiene nombre propio: Sergio de los Santos. Chema Alonso recurrió a él cuando trataba de poner en marcha el equipo técnico de Eleven Paths. Desde hacía ocho años trabajaba en Hispasec, compañía del campo de la seguridad informática cofundada por Bernardo Quintero, el creador de Virustotal, área de negocio que vendió a Google con la condición de no moverse de Málaga, razón por la que hoy día el gigante de Mountain View tiene una sede la zona este de la ciudad.

Sergio de los Santos reconoce que el ejemplo de Bernardo Quintero fue determinante. Si la fórmula sirvió para traer Google a Málaga, por qué no a Telefónica. Dicho y hecho. Desde hace cuatro años la multinacional española tiene su laboratorio de ciberseguridad en Teatinos.

Esta experiencia fue uno de los mensajes que Sergio de los Santos le transmitió el lunes pasado a los alumnos de la Escuela de Informática que han participado y organizado la Hacker Week, uno de los eventos que congrega más público en la Universidad de Málaga. Dejó claro a los estudiantes que el liderazgo en innovación también se puede ejercer desde la periferia. a partir de esta idea reivindica la necesidad de crear un nuevo discurso sobre la ciudad, su perfil y su potencial que supere la narrativa acartonada construida sobre eslóganes vacíos. "Hay mucho power point y muy poco producto", resume. Lamenta que el emprendimiento se haya convertido en un negocio en el que no interesan "las mejores ideas, sino pasar la gorra", de modo que se "pervierte el ecosistema de innovación" hasta el punto que se generan movimientos "nocivos para la creatividad del emprendedor". Su conclusión es que es necesario "calmar los nervios" y mirar con mesura. Descubrir cuáles son los elementos de valor y tirar de ellos.

Uno de esos elementos de valor es la universidad y ese fue el segundo mensaje que transmitió el lunes a los alumnos. No obstante, su experiencia es agridulce. Sergio de los Santos estudió Informática en la Universidad de Málaga a finales de los 90. "Esto era campo", apunta metafóricamente para referirse al emplazamiento del edificio inaugurado poco antes y a unos contenidos que todavía ignoraban internet. Casi acabada la carrera, cuando ya había decidido que el mundo de los bytes no era el suyo y sopesaba estudiar Psicología, una llamada providencial cambió su incierto rumbo. Su compañero de estudios Ismael Valenzuela, había dejado boquiabierto al fundador de G2 Producciones al descubrir un fallo de seguridad en el Ayuntamiento de Málaga. Aquel hallazgo fue el germen de G2 Security, la primera empresa en la que trabajó y donde descubrió su vocación por la seguridad informática. Apenas le faltaba el 1% de los créditos para acabar la carrera, pero todavía tendrían que pasar muchos años antes de que pudiera llevar el título bajo el brazo.

Tiempo después, coincidiendo con la venta de G2Security, hizo un impass. Durante año y medio dio rienda suelta a su capacidad autodidacta para completar su formación en seguridad informática con el objetivo de abordar Hispasec, empresa a la que se incorporó en 2005 hasta que en 2013 pasó a Telefónica.

Su vuelta a la universidad tuvo lugar el año pasado. "La academia había perdido crédito para mí y tardé mucho en volver a creer", confiesa. Terminó aquel 1% de créditos que tenía pendientes y cursó el máster en Ingeniería del Software e Inteligencia Artificial. La experiencia ha sido ambivalente. Por un lado ha comprobado que el foso entre la empresa y la academia sigue siendo real y profundo. En el campo de la computación y específicamente en el ámbito de la seguridad muchísimo más aún. Una prueba elocuente de esta distancia la marca su proyecto de fin de máster para aplicar inteligencia artificial a la detección de virus y malware escondidos en macros, programas de uso común que permiten ejecutar paso a paso instrucciones con una sola orden. Las macros entran en acción, por ejemplo, cuando se automatiza la sustitución de una palabra por otra en un texto.

Aprobó el proyecto de fin de máster casi por los pelos. De hecho cosechó la peor nota de su promoción. Sin embargo, esa misma idea que en la universidad se observó con evidente displicencia triunfó en Telefónica, que ha patentado su solución y la ha convertido en un producto.

Pese a todo, Sergio de los Santos defiende ahora con ahínco la formación universitaria. No pertenece a esa generación de gurús tecnológicos que recomiendan huir de las aulas lo antes posible. "He descubierto que existen conocimientos y capacidades para resolver formalmente problemas que en la industria se solucionan ad hoc, he redescubierto que sus procedimientos son robustos y las ventajas de la capacidad de abstracción sin tener que estar en ese continuo requerimiento para minimizar los tiempos. Si se toma lo bueno de esa metodología se pueden resolver de forma más eficaz los problemas de la industria".

A partir de esta experiencia, trata de encontrar puentes eficaces para crear una vía de comunicación estable entre la universidad y la empresa, fórmulas para arrinconar el power point y darle protagonismo a las ideas.

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