Unidad de Subsuelo De patrulla bajo tierra

Los especialistas de la Policía Nacional tienen como objetivo evitar que a través de los conductos se cometan actos de intrusión y terrorismo Sube la demanda para acceder a la especialidad

Unidad de Subsuelo De patrulla bajo tierra
Unidad de Subsuelo De patrulla bajo tierra
Celina Clavijo Málaga

11 de octubre 2015 - 01:00

Un mono de trabajo azul oscuro, un equipo adicional desechable de protección química, casco blanco con luces, mascarillas, guantes, botas de agua, gafas, arnés, linternas, cuerdas. Y lo más importante: un detector para medir los gases presentes en la zona de trabajo. Comienza el primer descenso de la mañana a uno de los colectores de la ciudad que van a ser inspeccionados. El objetivo no es otro que garantizar la seguridad bajo tierra e impedir que puedan cometerse actos de intrusión, sabotaje o terrorismo a través de los conductos subterráneos, en cuyo interior se entremezclan hedores, aguas sucias y animales. Un submundo vigilado por los seis especialistas que componen la Unidad de Subsuelo de la Policía Nacional en Málaga.

El realizado por este periódico es un servicio ordinario destinado a descartar la existencia de paquetes sospechosos. La jornada de los efectivos arranca con una fase previa basada en el estudio de las características de las cavidades que se van a investigar. El paso siguiente estriba en establecer un perímetro de seguridad para evitar que algún despistado caiga en la alcantarilla que va a permanecer abierta durante el control. Es el momento de ventilar, analizar la atmósfera y los parámetros para determinar si debe bajarse con un equipo de respiración auxiliar.

El oficial Juan Manuel es, en esta ocasión, el encargado de visitar el conducto de forma individual. Cuenta con un sistema de anclaje al que va sujetado el arnés -que incorpora un sistema anticaídas- y otro elemento que, a través de unos enganches, le subiría inmediatamente desde el subsuelo hasta el exterior en caso de peligro. En apenas cinco minutos, culmina con éxito la inspección preventiva. Todo está correctamente. "Es un colector de la red de saneamiento, pero de cinco estrellas -bromea-. Suelen complicarse en dimensión y olores", explica el subinspector José Miguel.

En este caso sólo hay agua. No llega a 10 metros de profundidad, aunque pueden tener más de 30. En las galerías sí suelen encontrarse tendido eléctrico y fibra óptica. "Tenemos un cuadrante de servicios. Hay veces que entramos al mismo sitio dos veces por semana y, en otras ocasiones, diariamente", afirma.

Los agentes avanzan despacio, a veces agachados por la estrechez del conducto subterráneo. Una vez dentro, la comunicación con el exterior se pierde. Pedro, uno de los veteranos, precisa que también se recurre a un silbato para intentar no perder el contacto. Aunque la situación se complique, la Policía "no corre de nadie". "Según la situación, estamos preparados para llamar a quien corresponde", sostiene.

La bajada se lleva a cabo por parejas. El equipo básico de intervención está compuesto por cinco personas: dos entran, otros dos auxilian a los compañeros y un quinto se queda arriba para solucionar cualquier eventualidad y cubrir las labores de seguridad. Debe, además, estar pendiente de la emisora porque, asevera, los miembros de la sección de Subsuelo son siempre policías. Fran es otro de ellos. Le definen como "el más joven y aventurero". "Lleva poco tiempo aquí, pero tiene una destreza y una savia que hacía falta", opina uno de sus compañeros.

La alarma del detector de gases advierte sobre la obligatoriedad de abandonar el lugar. El tiempo máximo bajo tierra varía según el nivel de contaminación. "Si estás en un espacio de al menos un metro, perfectamente respirable y sin agentes contaminantes ni tóxicos, no hay ningún problema. En caso de dificultad de movimiento, la normativa sobre el tiempo de exposición está tasado entre 15 minutos y 8 horas", detalla el subinspector, que asegura que el primer requisito para dedicarse a esta especialidad tener "claustrofobia, miedo a los animalitos ni tampoco a la oscuridad", aunque sí "respeto".

El recorrido continúa por otro túnel subterráneo, cuya ubicación no puede desvelarse por motivos de seguridad. "Una vez encontramos un caballo muerto en una de las canalizaciones. Hay animales que se meten y que después no encuentran la salida. También hemos visto armas y recuperado bastantes motos", recuerda Benito, que trabaja en la Unidad desde hace dos décadas.

La anécdota que ninguno parece olvidar es la que tuvo como protagonistas a ocho alumnos de un instituto que optaron por escabullirse de las clases. "Eran cuatro chicos y otras tantas chicas. Estaban sentados y echaron a correr por aquí cuando nos vieron. Se quedaron sin luz", añade Pedro.

Han transcurrido más de 30 años desde la creación de la Unidad de Subsuelo y continúa siendo, en palabras de los agentes que la forman, "la gran desconocida". Pero no sólo en la sociedad, también entre algunos compañeros de otras secciones. Esa curiosidad quizá sea la razón de que la demanda para ser policía de subsuelo se haya incrementado notoriamente en los últimos años. "Hay quien se prepara incluso a conciencia para entrar. Se debe pasar una fase previa -un concurso oposición con pruebas físicas y psicotécnicas, que cada vez son más complicadas-. Una vez que son seleccionados, realizan un curso de formación que tiene una duración de un mes", puntualiza José Miguel.

Los motivos que motivaron el desarrollo del grupo -el primero apareció en 1958 en Madrid con 37 funcionarios- respondían a la existencia de grandes redes subterráneas de alcantarillado y servicios carentes de vigilancia. También se hizo necesaria por el continuo robo de materiales de conducción de tendidos eléctricos y de distribución de agua potable e incluso a las manipulaciones para defraudar fluidos o al uso de esos espacios con el fin de acceder, mediante butrones, a bancos, joyerías o museos. Además, se buscaba garantizar la seguridad del Jefe del Estado y otras personalidades.

Entre las funciones actuales del grupo sigue estando la de elaborar los correspondientes estudios y planes integrales de seguridad de todos los pasadizos subterráneos que se corresponden con los lugares en que está previsto celebrarse acontecimientos deportivos de especial calado, caso de la Supercopa de España de Baloncesto, y también desfiles, como el de la Guardia Civil, que tuvo lugar la semana pasada en Málaga. "Revisamos las infraestructuras subterráneas del perímetro en el que se va a realizar el evento. Miramos todas las redes, transitables y no transitables. También los habitáculos y las arquetas en que puede alojarse un artefacto explosivo o incluso una persona. La Unidad suele actuar antes del acto o de que llegue una autoridad concreta. Tenemos que inspeccionar la zona hasta unas horas antes", comenta el subinspector.

Colaborar con otras unidades que requieran de su servicio en situaciones de emergencia, catástrofes o localización de cadáveres es otro de sus cometidos. "Vamos a donde tengamos que ir, por ejemplo para el hallazgo de objetos que permitan encontrar a una persona. En el caso de Sevilla, los compañeros participaron para hallar el cuerpo de Marta del Castillo", resalta.

Pese al interés creciente por patrullar bajo tierra, el día a día de estos policías, que cobran un plus de peligrosidad "simbólico", no resulta fácil. "Es una especialidad compleja. Se viven situaciones complicadas. Tenemos riesgo de asfixia, por la deficiencia de oxígeno, y de intoxicación. Hablamos de espacios confinados con gases tóxicos debido a la combustión orgánica, a los disolventes de pinturas. También pueden producirse explosiones por el metano y el amoniaco, además de accidentes dentro del colector a causa de resbalones, o incluso electrocución", detalla José Miguel. Pero en cualquier caso, "todo el que prueba la especialidad no suele cambiar, salvo ascensos o situaciones personales". "Es significativo, le gustan lo que hacen. Aquí acaba su carrera", asegura orgulloso.

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