Uniformes de igualdad
Cinco mujeres policías de Málaga dan su visión sobre la igualdad en el Cuerpo y los esfuerzos que deben hacer a diario para conciliar vida profesional y familiar
El Cuerpo Nacional de Policía (CNP) es una de las instituciones donde la incorporación de la mujer ha sido más patente. Una irrupción que en un principio pudo causar recelos entre sus componentes más anquilosados, pero que en la actualidad está marcada por la normalidad. Ya no es extraño ver la presencia de jóvenes mujeres a las puertas de las comisarías provinciales cuando salen nuevas plazas para ingresar en el cuerpo o agentes femeninas conduciendo a detenidos en importantes intervenciones policiales, como ocurrió recientemente en la operación Astapa en Estepona, donde dos mujeres policía sacaban de los Juzgados camino de la prisión al alcalde del municipio, Antonio Barrientos. Las mujeres están ocupando cargos de importancia dentro de este cuerpo de seguridad y, aunque su presencia aún es considerablemente inferior a la de los hombres, cada año es más patente su presencia.
En la provincia de Málaga representan el seis por ciento de la plantilla, pues hay 168. De ellas, el 7,7 por ciento pertenencen a la Escala Ejecutiva y hay 13 inspectoras en las distintas comisarías. Recientemente, Málaga y Estepona contaron con dos comisarias, que posteriormente fueron trasladadas a otros destinos.
Estas cifras muestran una desproporción numérica, aunque las situaciones de machismo son ya residuales. Málaga hoy ha dialogado con cinco de estas agentes para conocer de primera mano cómo ha sido la evolución del CNP en este aspecto y las dificultades que encuentran para conciliar la vida profesional y personal. Una circunstancia que las obliga a duplicarse a pesar de que cuentan con la ayuda de esposos y familiares.
Las realidades de estas policías son distintas y cada una de ellas se enfrentan a las dificulatades diarias de distinta forma. Algunas de ellas dirigen grupos formados en su inmensa mayoría por hombres, algo que hasta el momento no les ha supuesto ningún contratiempo, mientras que otras han patrullado a diario con compañeros.
Se sienten queridas y valoradas y aseguran que, tal vez, sus principales críticas sean ellas mismas por la necesidad perenne de exigirse más que al resto, algo que es crónico en la mayoría de las profesiones.
Ana, Miriam o Esmeralda son los rostros de un nuevo Cuerpo Nacional de Policía en el que el olfato y la intuición femenina es un arma más en la lucha contra el crimen.
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