La Universidad registra los primeros daños agrícolas causados por cotorras

El ornitólogo Antonio Román urge frenar la expansión antes de que llegue a Antequera y el Valle del Guadalhorce

Almendras agujereadas por cotorras argentinas en una finca de Churriana. La foto se tomó el pasado 11 de julio.
Almendras agujereadas por cotorras argentinas en una finca de Churriana. La foto se tomó el pasado 11 de julio.

MÁLAGA, 23 de julio 2017 - 02:02

Cotorras argentinas han arruinado la cosecha de almendras de una explotación de Churriana, en la entrada del Valle del Guadalhorce. Los loros han agujereado todas y cada una de las cáscaras de las almendras para extraer la pepita. Además, lo han hecho concienzuda y ordenadamente, de árbol en árbol hasta que no han dejado una sola fruta. Este hecho, constatado el pasado 11 de julio es el primer caso de daño agrícola documentado en la provincia de Málaga, el tercer punto del país, después de Barcelona y Madrid, con mayor presencia de esta ave invasora.

El profesor de la Universidad de Málaga Antonio Román, posiblemente uno de los grandes expertos en España en esta variedad de loro caracterizado por el color gris en el pecho, teme que no se trate de un caso aislado. Su último estudio sobre la distribución de esta especie en la península, que data de 2016, ya apuntaba el riesgo de que la cotorra argentina alcance el medio rural a través de los valles del Guadalhorce y Antequera. Han hecho falta solo unos meses para que la realidad le empiece a darle la razón, de la misma manera que el pronóstico de expansión de la cotorra que hizo en 2006 se ha cumplido al 95% y lo mismo que en 1994, cuando todavía era un alumno de Biología, firmó un artículo en el que vaticinaba que el Parque de Málaga podría ser elegido por estos loros para nidificar, lo que hoy es un hecho evidente y sonoro.

Antonio Román precisa que existen casos documentados de daños agrícolas en explotaciones de frutales en Cataluña, pero son muy puntuales. Sin embargo, en países como Estados Unidos e Israel han causado estragos graves en la agricultura. Subraya la extremada capacidad de adaptación de la cotorra argentina. Ha podido, por ejemplo, aclimatarse al frío de Madrid o de Alemania simplemente agrupándose varios ejemplares en el mismo habitáculo durante la noche para producir más calor, y es capaz de alimentarse de casi todo. El investigador anota que come desde los gálbulos del ciprés hasta el césped de los jardines, pasando por todo tipo de frutas, sin importar la dureza de la cáscara y brotes de árboles que comprenden desde los ficus ornamentales hasta los almencinos del Parque de Málaga. "¿Quién dice que no puedan comer también aceitunas?", se pregunta en alusión al perjuicio que podrían provocar en Antequera, sin dejar tampoco de cuestionarse por el sector de los subtropicales de la Axarquía porque la población de cotorras argentinas ha crecido significativamente en el litoral este. "Por lo menos se ha duplicado desde el censo que hicimos en 2015".

Ese año registró en la provincia -fundamentalmente en los municipios costeros- 839 nidos con unas 2.500 cotorras. El ornitólogo de la Universidad de Málaga cree que dos años después la cifra se aproximará a los 4.000 ejemplares y su proyección en el tiempo es exponencial porque carecen de predadores. "Aquí no existen las rapaces que las cazan en Argentina, Bolivia, Brasil o Uruguay. Halcones y cernícalos las temen", puntualiza.

Tampoco tienen que disputarse el territorio con ningún otro rival ni se han registrado plagas que las mermen. Prácticamente mueren por los achaques de la edad y su esperanza de vida, aunque no está medida en libertad podría alcanzar los 10 ó 15 años porque en cautividad llegan hasta los 25. Además, son capaces de sacar adelante entre cuatro y seis crías al año, a veces incluso fuera del periodo de reproducción que se localiza en los meses de primavera.

Estas cualidades que le garantizan la supervivencia contra todos los elementos se conjugan con excelentes habilidades arquitectónicas. Este pájaro es el único loro que construye sus nidos que no nidifica en oquedades. Puede, además, construir un nido espectacular en apenas unos días y casi en cualquier sitio. Antonio Román dio escribió en 1994 que en Málaga todas las parejas salvo una habían hacían sus nidos en eucaliptos. En aquel artículo científico preveía que las palmeras del Parque corrían el riesgo de ser colonizadas y efectivamente así ha sido. En la actualidad las palmeras son el árbol preferido de las cotorras argentinas, pero sin desestimar ningún otro. "Hacen nidos hasta en buganvillas" aclara, así como en todo tipo de estructuras urbanas, desde antena a postes. Una de las particularidad muy significativa que no comparte con otras especies próximas como la cotorra Kramer, que es la preeminente en Sevilla, reside en su carácter colonial. Las parejas no viven solas sino en grupos. En jerga inmobiliaria se podría decir que les gustan los adosados. Unen unos nidos a otros. En Málaga ciudad se detectan un promedio de cuatro o cinco parejas juntas "porque los nidos se retiran antes de que se sumen más", sin embargo Antonio Román ha llegado a ver en un campo de golf un nido de 300 kilos.

Esa excepcional capacidad de adaptación hace temer que si alcanzan el medio rural su proliferación sea rápida, razón por la que Antonio Román cree que es el momento de actuar para poner límites a la expansión "antes de que sea demasiado tarde y demasiado caro".

Desde su punto de vista la única solución es "extraer aves del medio". Esta sutil expresión indica que otras alternativas como proporcionarles alimentación esterilizante o, incluso, cubrir los huevos de parafina, como en ocasiones se ha hecho, para impedir el crecimiento del embrión no sirven. La primera porque no se puede impedir que otras especies se alimenten también de esos piensos y la segunda porque la cotorra es un bicho que aprende rápido, de modo que la primera vez se quedará empollando un huevo huero, pero la segunda no caerá en la trampa y pondrá nuevos huevos para asegurarse la reproducción.

El profesor de Zoología de la Universidad de Málaga no solo no ve eficaz la retirada de los nidos, que es la opción más utilizada por los ayuntamientos par acallar a los vecinos molestos por el cotorreo, sino que cree que hasta perjudica. En primer lugar porque las cotorras inmediatamente se aplican a construir un nido nuevo. "He visto cómo construían un nido apenas unas horas después de que se retirara el anterior y se podara la palmera donde estaba. Solo necesitan un par de semanas para construir otro idéntico". Además, se corre el peligro de que al retirar los nidos busquen nuevos puntos para instalarse, con lo que se aumenta el riesgo de expansión.

En resumen, el experto en cotorras argentinas del grupo Biogeografía, Diversidad y Conservación de la Universidad de Málaga solo ve plausible retirar los ejemplares. ¿Cómo? Esa ya es otra cuestión. En primer lugar demanda una campaña de sensibilización social para que la ciudadanía sepa qué son las cotorras argentinas, sus riesgos y particularidades porque, sobre todo, son unos pajaritos que levantan mucha simpatía y, por tanto, mucha oposición cuando se trata de "extraer aves del medio" como sutilmente apunta el investigador de la Universidad de Málaga.

Un ejemplo esclarecedor acaba de ocurrir en Sevilla. El Ayuntamiento acordó la pasada primavera contratar una empresa especializada para que cazara con carabinas de aire comprimido los ejemplares de la variedad kramer que han invadido la ciudad. El 3 de julio suspendió el contrato después de las críticas de organizaciones en defensa de los derechos de los animales.

En Zaragoza, en cambio, sí se ha optado por esta solución y, por el momento, se ha declarado ciudad libre de cotorras, mientras que en Barcelona, donde previamente se ensayaron sin éxito piensos esterilizantes, está declarada especie cinegética.

Ocasionalmente se ha intentado "extraerlas del medio" vivas pero ha resultado un rotundo fracaso. En Sevilla se han hecho los cálculos y se tardaría un cuarto de siglo en atrapar las que hay ahora, pero el ejemplo más esclarecedor ocurrió en Londres. Se invirtieron cerca de 260.000 libras en retirar nidos y capturar ejemplares hace años, lo que no ha impedido que aún hoy campen a sus anchas por los jardines y parques de la ciudad. Además, atraparlas es muy complicado. "Nosotros capturamos para nuestras investigaciones águilas, búhos, garzas, pero, ah, las cotorras son otra cosa. Las puedes atrapar el primer día, pero el segundo, no porque ya habrán aprendido".

El Parque de Málaga acoge cuatro variedades de loros invasores

El Parque de Málaga tiene ya cuatro variedades de loros invasores: se trata de una pareja del popularmente denominado lorito senegalés (Poicephalus senegalensis). El profesor de zoología de la Universidad de Málaga Antonio Román descubrió días atrás a una pareja alimentando a un pollo. "Es la primera vez que nidifica en Málaga", afirma. Esta especie se suma a la cotorra argentina, a la kramer y al loro chiclanero (en la imagen) que en la actualidad también está criando polluelos en el Parque.

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