El absolutismo del dinero

El Prisma

En los últimos meses, con el equipo en puestos de descenso y sus dirigentes más centrados en operaciones urbanísticas, el Málaga parece haber perdido el norte

13 de marzo 2011 - 01:00

EN la excepcional Nueve Reinas, esa pequeña obra maestra argentina sobre los trileros, el personaje de Ricardo Darín alecciona a su pupilo sobre la volatilidad de los principios. Le pregunta por cuánto dinero estaría dispuesto a prostituirse. Éste le replica seguro que no, que ni por diez, ni por veinte ni por cincuenta mil dólares vendería su cuerpo por dinero, y desde luego no a otro hombre, como es el caso. Se mantiene firme hasta que el ladrón-jefe no eleva la hipotética cantidad hasta quinientos mil dólares, y entonces la duda asoma en su cara. "¿Te das cuenta? Putos no faltan, lo que faltan son financistas". La máxima es vieja y puede trasladarse a prácticamente todos los ámbitos. Todo el mundo tiene un precio, sólo hace falta que alguien llegue a pagarlo. Y en momentos de necesidad, la cifra cae en picado.

Sin duda la presente crisis, con una cifra de paro que ronda el 30% en la provincia de Málaga -en lugares otrora boyantes como Estepona se acerca al 48%, según aseguraba el otro día el candidato popular a la Alcaldía, José María García-, es la situación propicia para bajar cualquier tipo de listón moral, ético o de sostenibilidad ambiental que mantuviéramos antes. Si Gadafi quiere construir 2.000 viviendas en su finca, no le vamos a mirar el carné de demócrata ni si sus euros están manchados de sangre. Tampoco nos cuestionaremos mucho la procedencia de la fortuna del jeque Al-Thani, sus fichajes o sus todavía presuntas inversiones. Ni tan siquiera la preocupante deriva catarí que está tomando el Málaga CF.

En los últimos dos meses, con el equipo en los puestos de descenso, sus mandatarios en Oriente Medio y las gestiones de su directiva local más centrados en operaciones urbanísticas de dudoso interés en la actualidad -¿para qué un estadio de 60.000 localidades, con su complejo comercial adosado, con el club en Segunda?-, el Málaga parece haber perdido el norte. Si la semana pasada su entrenador, en una rueda de prensa bochornosa tras la vergonzante derrota en el Bernabéu, aseguraba que no habían viajado a Madrid a competir porque debían reservarse para la siguiente debacle contra Osasuna, en esta semana ya le valen todos los puntos en liza. Y el vicepresidente del club y mano derecha del jeque vuelve tras más de dos meses para arrogarse toda la responsabilidad en una comparecencia de prensa en la que dejó todas las preguntas en el aire. No se admitieron. Ya dará su entrevista de cámara oportuna con las preguntas amables de siempre. Su comportamiento pudo ser, sin embargo, peor. Como el de la alcaldesa de Fuengirola y portavoz parlamentaria del PP, Esperanza Oña, cuando se negaba a responder a una pregunta de una periodista por considerarla sectaria. Y empeoró. A los dos días el club vetaba en sus viajes a un periodista, Justo Rodríguez, por escribir una columna en la que señalaba diferencias entre el entrenador y el director deportivo por los fichajes. Desconocemos si esta medida radical e inaudita se le ocurrió a los gestores locales (más jequistas que el jeque) o a los foráneos del club, si con ella pretenden decidir qué periodistas cubrirán los partidos del equipo, escribirán sus reportajes y harán las entrevistas. Eso puede ser práctica habitual en una monarquía absoluta como la catarí, donde el tirano también se apellida Al-Thani. En España, aunque siempre haya habido, haya y habrá políticos que intenten arrodillar a la prensa, no deberíamos tolerarlo. A ningún precio.

FONTANERO EN JEFE

En toda Administración pública es fundamental la figura del fontanero en jefe, oficialmente llamado jefe de gabinete. Una mezcla de apagafuegos, estratega, coordinador, poli malo y sargento que debe mantener a la tropa firme y desfilando y a los enemigos a raya. En el Ayuntamiento de Málaga ese puesto lo ocupó durante casi diez años Javier Ferrer, ahora de nuevo en el centro de la polémica por su nombramiento como gerente del Museo Thyssen. Aunque era un secreto a voces desde hace un mes, su encaje en el organigrama y los estatutos de la pinacoteca no estaba todavía previsto, de ahí lo chocante de que el regidor lo anunciara sin haber corregido antes el problema. Ferrer, al que muchos echan de menos en el Consistorio por su eficacia para prevenir los golpes al alcalde y devolverlos -algunos dudan de que la actual situación de crisis interna y escándalos se hubiera dado con él-, se ganó muchos enemigos en esa guerra sin cuartel que libraron De la Torre y Joaquín Ramírez.

Una década mandando a concejales y directores de área, con algunos muy especialistas, y aguantando el ritmo frenético del alcalde, también debe de quemar lo suyo, así que se ganó el supuesto premio de la gerencia de la Fundación Málaga 2016. Sus discrepancias con el presidente, Juan López Cohard, fueron casi inmediatas. Y su dimisión por estar en desacuerdo con muchas de sus decisiones, como el encargo del proyecto de la candidatura a la consultora Ingenia Qed, irritó al munícipe, que llegó a mentir para negarlo. El tiempo, vista la desastrosa candidatura y su vídeo, le dio la razón a Ferrer, que aguantó todas las presiones del mundo y se negó a desmentir una información que era cierta. Ahora le llega este reconocimiento, aunque en realidad lleva meses ejerciendo como gerente del Museo y de las obras del Palacio de Villalón. Una carrera contra el reloj de las elecciones, la única que va a ganar el alcalde de las muchas que se había propuesto.

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