Una absurda falta de plazas
El colegio Gregorio Marañón de La Cala ha sido uno de los primeros en realizar el sorteo para el curso que viene · Sobran niños y, a pesar de ello, se derribó un edificio
Cuando el cocinero Rafael García entró al comedor del colegio Gregorio Marañón no lo hizo para ver si su comida había gustado. Eran las 17:30 horas y acudía, con pocas ilusiones, al sorteo de las plazas para niños de tres años en el centro educativo. Pero el número que iba a decidir si su pequeño entraría o no allí no saldría hasta 45 minutos después. La veintena de padres que estaban en su misma situación no entendía como, siendo el único colegio de La Cala del Moral, se podían quedar sin plaza. "¿Y ahora qué hacemos, no voy a trabajar y me quedo con el niño en casa?", se preguntaba Rafael, mientras ocho pequeños de tres años se sentaban al lado de los mayores, aunque más entretenidos en comer gusanitos.
Las dudas, preguntas, nervios e ilusiones del tenso momento, -"el futuro educativo de los niños está en juego", decía una madre- se preveían ya antes del sorteo. Los padres no comprendían la carencia plazas y el reciente derribo del antiguo colegio Gregorio Marañón, a menos de un kilómetro, el pasado marzo. El Ayuntamiento lo echó abajo, con el beneplácito de la Delegación de Educación, para construir una plaza, el museo municipal y un aparcamiento subterráneo. Ayer allí sólo había un solar vacío que los vecinos utilizan para aparcar sus coches, ya que el proyecto no ha comenzado."Si sobran niños, pues que hubiesen seguido con aquel edificio y no habría tanto follón", añadía una madre. Y lo decía porque los que se queden fuera irán derivados a Rincón de la Victoria, donde faltan plazas y "la situación está peor", añadía Mari Carmen, la jefa de estudios.
En total se repartían 35 plazas para 46 niños. Once no podrían quedarse en el primer centro elegido por sus padres, aunque muchos viven a escasos metros del centro educativo, inaugurado hace un par de años. "No es lo mismo ir andando para dejar a tu hijo que hacerlo en coche a Rincón o a Benagalbón", precisaba otro padre.
Todos pidieron la apertura de otra clase o el reparto de los 11 niños sobrantes entre las tres clases de tres años. "Pero eso es imposible", repetía una y otra vez el director, Pedro García, que recordaba que allí ya se amplió una línea más de las previstas y que la situación será insostenible en los próximos años. Rincón de la Victoria crece en unos 1.600 habitantes anuales, "por lo que cada año necesitaríamos medio colegio más", afirmaba. Pero allí el único previsto es el Parque Victoria, que "intentará" dar respuesta a las 3.000 viviendas nuevas de esa zona. Mientras, en el Gregorio Marañón planeaba la sombra de un módulo prefabricado. "¿A dónde hay que ir a protestar, esto no puede quedar así", insistían una y otra vez los padres.
Pero su situación es casi privilegiada frente a lo que ocurrirá hoy en zonas como Teatinos, donde, por ejemplo, el Pintor Félix Revello de Toro o el CEIP Teatinos realizan sus sorteos con muchos más niños que se quedarán fuera. Educación todavía no ha decidido dónde abrirá allí nuevas aulas. Tampoco si las habrá en La Cala del Moral. La situación definitiva se sabrá el 5 de mayo, cuando se publiquen las listas de admitidos en cada colegio.
Ayer, parecía que lo de menos era el sorteo. Pasadas las 18:15 horas, una mano inocente sacó el número 46 y otra eligió el orden: la D de descendente. "Pues yo tengo el 51, creo que no entro ni de casualidad", se lamentaba un padre. Rafael, el cocinero, tenía el 32. Su hijo entrará seguramente en el colegio. "Pero esto es impresionante, nunca pensé que la educación pudiese ser así". Tampoco lo pensaban los ocho niños de tres años que seguían sin ningún interés el procedimiento.
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