"La actuación más importante de nuestra carrera ha sido frente a Maragall"
francisco suÁrez. verdialero
El artista cartameño lleva más de 30 años tocando la guitarra, 23 de ellos en una panda estilo Almogía -"el más alegre"- con la que ha representado a Málaga en congresos internacionales
"Lo más difícil del mundo /se estudia y se aprende bien", cantaba el granadino Enrique Morente en un fandango. El artista cartameño Francisco Suárez se tiene bien aprendida la lección. Lleva más de 30 años tocando la guitarra y desde hace 23 lo hace en una panda de verdiales estilo Almogía, "la de San Lorenzo Mártir del Valle de Abdalajís", recalca. Con ella ha ido a bodas, bautizos, fiestas particulares o festivales internacionales en representación de la actividad de interés etnológico propia de Málaga. Como buen verdialero, Suárez lleva puesto el traje malagueño: pantalón negro, camisa blanca "bien planchada" y banda roja. Tampoco se olvida de traer un afinador. "Nos falta la canastilla y los boquerones... Recién hechos", bromea en tono pícaro. Durante la feria, su panda y él se pasean por el centro para "mostrarle al mundo un trocito de Málaga".
-¿Cuánto hace que toca la guitarra?
-Hace más de 30 de años. Aunque yo me dedico a la construcción. Cuando tengo un hueco libre en mi apretada agenda de trabajo, quedo con la panda. Antiguamente no es como hoy. Nosotros nos reuníamos en los cortijos con los vecinos para divertirnos. Uno ponía el pandero, otro el violín y así. Allí empezábamos a tocar. Unos se traían un vino, otros la cerveza.
-¿Cuándo empieza a formarse oficialmente?
-Al principio tocábamos a nuestra manera, éramos autodidactas, pero luego fuimos a la escuela, donde teníamos dos profesores que nos enseñaban. Teníamos que aprender un orden, un compás, para luego participar en los concursos.
-¿Qué aptitudes debe reunir una persona para ser verdialero?
-Para ser verdialero, o bien hay que llevarlo en la sangre, o bien o te tiene que gustar mucho.
-¿A usted quién le inculcó la pasión por esta tradición?
-Mi familia, hombre [ríe]. Todos eran verdialeros. Mi madre era balaba y cantaba. Mi padre tocaba los platillos.
-¿Entonces por qué no se dedicó a los platillos?
-Me gusta mucho más la guitarra, su sonido. Empecé curtiéndome con los platillos, que era lo fácil, pero luego a los 30 años me lancé y probé. Es apasionante.
-¿Tienen una lista de canciones fijas?
-Repertorio como tal no. Cada uno canta las cosas que se le viene a la mente, al pensamiento. Eso es al azar. La que te sale la empiezas a cantar. A ti te pueden decir que marques lo tiempos bien, pero luego dependiendo de los gustos o personalidad se canta una cosa u otra, de una manera o de otra.
-¿En dónde tocan además de la Feria de Málaga?
-En fiestas de particulares, bodas, bautizos, fiesta mayor, peñas, festivales internacionales.
-¿Cuál ha sido la actuación más importante, según usted, de la panda?
-Hombre, nosotros íbamos con una ilusión muy grande cuando fuimos a Barcelona en representación de los verdiales en un congreso internacional. Nos recibió Maragall y nos escuchó tocar. Salimos en la televisión catalana y en medios internacionales... Sí, sin duda la actuación más importante de nuestra carrera con la panda fue frente a Maragall -Pasqual Maragall fue alcalde de Barcelona entre 1982 y 1997-.
-Usted ha dicho que el verdial se siente si uno nace en Málaga. También puede gustar a alguien de fuera, ¿no?
-Sí, claro. Me refería a la hora de tocar, bailar o cantar verdiales. Aquí viene catalanes exclusivamente para vernos y estar con nosotros. De Murcia también. Es una cosa que si la escuchan y les gustan se quedan prendaos para toda la vida. Es una cosa típica de Málaga, pero universal al final porque es música. Aunque hoy en día se están extinguiendo.
-¿Hay relevo generacional? -Mira lo que tenemos en la panda, a niños de siete o ocho añitos. Con ellos los verdiales están garantizados unos 40 años [ríe]. También tenemos a chavalitos de 14, 15 y 16 añitos.
-¿Qué necesitan para llegar a ser verdaderos verdialeros? -En primer lugar afición. A ellos les tiene que gustar. Yo tengo una hija y un hijo. Nunca les he obligado a curtirse. La elección ha sido suya. Lo segundo es que sean alegres. Eso es indispensable. Cualquier verdialero tiene que tener un espíritu alegre para luego transmitirlo en la calle a su paso con la panda. También tiene que ser buena gente, tratable. Si le gusta el vino, no, que se emborracha y no atina marcando los compases [ríe durante un largo rato].
-¿Y del vestuario no dice nada?
-Eso es obvio [vuelve a reír]. Cada panda se viste de una manera. Nosotros nos vestimos de malagueños, es decir, con un pantalón negro, una camisa blanca y la cinta roja. Nos falta la canastilla y los boquerones... Recién hechos.
-Hay varios estilos de verdiales. ¿Cuál es el vuestro?
-A ver, hay tres estilos: estilo Almogía, estilo Montes y estilo Comares. El nuestro es el estilo Almogía porque es muy alegre y muy movido, aunque el estilo montes es muy bonito. Los montes lleva un compás espectacular, más lento. Lo recomiendo mucho al igual que el nuestro, el estilo almogía.
-¿Es el estilo almogía la bachata de los verdiales?
-Puede ser [ríe]. Se puede bailar muy movido.
-¿Hay algo en particular que le quiera decir a los lectores?
-Pues que si quieren disfrutar de los auténticos verdiales que se pasen por la feria durante toda la semana. También van pueden ver a más pandas en el Real.
-¿No es feria si no es con los verdiales?
-Algo así. Al final es una actuación más, no es ni mejor ni peor. Pero hay que reconocer que una de las señas de identidad de la Feria de Málaga.
-¿Además de los verdiales que música le gusta?
-A mí Paco de Lucía o Cepero me encantan. Aunque yo sólo me atrevo con los verdiales, por ahora [guiña un ojo].
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