El adiós de los vecinos de calle Calvo, 21

Los 21 inquilinos del edificio abandonan entre lágrimas el inmueble, declarado en ruina por Urbanismo y demolido ayer

Algunos vecinos desalojados portan sus enseres mientras la máquina destroza el edificio.
Algunos vecinos desalojados portan sus enseres mientras la máquina destroza el edificio.
Sebastián Sánchez / Málaga

19 de diciembre 2008 - 01:00

Ni el intenso frío de ayer en la mañana pudo aplacar las lágrimas con las que los vecinos de calle Calvo, 21, en pleno centro de Málaga capital, asistían a la demolición del lugar en el que han habitado durante las últimas décadas. El llanto de las siete familias que ocupaban este inmueble mostraba la frustración con la que han sufrido las últimas semanas, después de que el alcalde de Málaga, Francisco de la Torre, ordenase la demolición de sus casas tras ser declaradas en ruina.

Como si creyesen que lo que les ocurría era una pesadilla, todos quisieron ver a la máquina mecer su brazo para destrozar las mismas paredes que hasta ayer dieron cabida a sus vidas. La jornada no tuvo descanso. Durante la noche, empaquetaron sus enseres ante la certeza de que el primer sonido que escucharían sería el del desalojo. Desde antes de las 08:00, más de una decena de agentes de la Policía Local se personaron en la zona, aunque su actuación no fue necesaria. A partir de ese instante, un ir y venir de portes. Muebles, cuadros... detalles de una vida.

"Nos han robado nuestra vida", se escuchaba. "Mira, mi casa, donde he nacido, donde nació mi hermano. Es muy fuerte que nos hayan dejado en la calle", se lamentaba Ana Belén. Esta joven, que cumplirá 31 años el domingo, está embarazada de cinco meses y tiene un niño de 6. "No lo he podido llevar al colegio porque he estado toda la noche llorando".

Su testimonio se repite en el rostro de estos 21 vecinos. Sus palabras de queja tienen al alcalde como objetivo. "¿Dónde está el alcalde?", se preguntaban. "Le trajimos la otra noche para que viese la casa y lo que hizo fue reírse de nosotros", comenta Aurelio Molina, otro de los damnificados por la ruina del inmueble, que tras 30 años en el lugar dijo sentir "pena, coraje, rabia". Él, con su familia, se quedará un tiempo en casa de su hermano. Una garantía que no tienen todos, como Antonio Calvo, que llegó al bloque en 1975. "No sé dónde pasar la noche. No tengo la cabeza para pensar", se disculpaba.

De las siete familias desalojadas, sólo una aceptó la ayuda de Bienestar Social, que ofreció 1.200 euros y el pago de una pensión durante veinte días. Algunos, como Aurelio, tiraban de ironía: "Que se los quede el alcalde para terminar la obra del Metro o que se lo dé la baronesa Thyssen". Junto a los vecinos estuvieron algunos concejales del PSOE e IU y del Defensor del Ciudadano, Francisco Gutiérrez, tildó de "vergüenza" lo ocurrido. "Tanta Málaga 2016, tanta culturalidad, pero adonde van estos vecinos", se preguntó. "Si estas viviendas estuviesen en lo alto de un monte no se hubiesen preocupado por ellas. La desgracia que tienen los vecinos es que la parcela está en una zona muy cara", sentenció.

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