Dentro del aeropuerto de Málaga en verano: "Julio es como una temporada alta dentro de otra temporada alta"
El recinto aéreo es una pequeña ciudad en la que operan unos 9.000 trabajadores todos los días
La ampliación del aeropuerto de Málaga despega: Aena presenta su diseño, que casi dobla su capacidad

Cada día, unos 9.000 trabajadores cruzan los controles de seguridad del aeropuerto de Málaga-Costa del Sol. No todos visten uniforme ni van tras una cabina o un mostrador. Algunos sirven cafés en terminales repletas, arreglan los aviones, patrullan discretamente y esperan fuera, en los arcenes, con los motores en marcha para recoger a los viajeros. En julio, todos se preparan para afrontar uno de los meses más exigentes, con más tránsito y más esperados del año.
A las once de la mañana, el aeropuerto se va calentando, aunque el fuerte aire acondicionado consigue disipar el calor de tantos cuerpos en movimiento. Carritos chirriando, maletas golpeando bordillos, voces mezcladas en varios idiomas. Una pareja jubilada pide ayuda para trasladarse de terminal y los operarios no tardan en montarlos en un carrito a motor para reubicarlos de sitio. Huele a perfume del Dutyfree y a café azucarado del Starbucks. En los accesos al control de seguridad, los trabajadores se cuelan por el paso rápido, con mochilas pequeñas y cara de rutina. En los bordes de la terminal, los conductores esperan en fila bajo el sol, con la música encendida y el motor arrancado.
El aeropuerto funciona como una ciudad en miniatura a la que el pulso de late más fuerte en verano. Todos los engranajes funcionan conjuntamente y si uno falla, todos caen. Aena ha anunciado que solo en mayo pasaron por el aeropuerto más de 2,5 millones de pasajeros y se gestionaron casi 18.000 operaciones . Un crecimiento de casi un 9% respecto al mismo mes del año anterior. Y eso era solo el preludio.
“Julio va a ser un mes duro a nivel de trabajo”, comenta entre risas Amanda Martínez, azafata de Ryanair. "Yo soy de Vitoria, llevo ya varios años volando, pero es mi primer verano aquí. El aeropuerto de la Costa del Sol es otro nivel. Incluso cuando estuve en Dinamarca no tenía nada que ver. Aquí hay muchísimos más vuelos que en un aeropuerto normal. Y Málaga, además, está de moda", explica.

La afirmación no es gratuita. El aeropuerto de Málaga cerró 2024 como el mejor año de su historia, rozando los 25 millones de pasajeros (24.923.774), lo que supuso un aumento del 11,5%. También se batió el récord de operaciones, con 174.915 vuelos (+8,2%), lo que se traduce en una media diaria de 68.284 pasajeros y 479 vuelos. De todos ellos, más de 20 millones fueron viajeros internacionales, un 13% más que el año anterior.
La terminal de salidas se convierte por la mañana en una coreografía caótica pero funcional. Los pasajeros se agolpan en una prisa ansiosa en los controles para pasar rápido por miedo a perder su vuelo. Detrás de las puertas automáticas, hay café recién hecho, avisos de última llamada y un trasiego que no se detiene. Eva, camarera en el bar Santamaría, lo vive desde el frente con el bullicio correspondiente a la hora punta. “En verano hay muchísima gente, y los fines de semana, más. Estamos justo enfrente de los vuelos hacia Francia e Inglaterra. No paramos un segundo”, relata la trabajadora que se incorporó hace dos meses.

El cielo también se llena
A nivel de operaciones, la curva sigue en ascenso. Solo entre el viernes 27 y el lunes 30 de junio de este año, se contabilizaron 2.325 vuelos, 66 más que en el mismo periodo de 2024.
No es la primera vez que se alcanza este ritmo. El primer fin de semana fuerte del verano de 2024 ya evidenció esta intensidad, con un vuelo despegando o aterrizando cada menos de tres minutos. Solo entre sábado y domingo, se programaron 1.109 operaciones, con un 80% de conexiones internacionales, según los datos de Aena.
Jean Ducournau, piloto de Ryanair, lo resume con precisión: “Estamos volando muchísimo. No te puedo dar detalles por temas de confidencialidad, pero vaya, estamos al límite de lo legalmente permitido para los pilotos. Ya son niveles como los de antes de la pandemia”.
Lorenzo Suárez, de EasyJet, coincide: “Julio y agosto van a ser los meses más llenos del año. El aeropuerto no para de crecer. Yo soy de Málaga, llevo años aquí, y creo que en un año o dos esto va a llegar a su capacidad máxima. Por eso quieren ampliarlo, porque ya no da más de sí”.
De hecho, los datos acumulados entre enero y mayo respaldan esa sensación: más de 9,7 millones de pasajeros, un 7,7% más que el año pasado. De ellos, más de 8 millones eran internacionales. El mercado británico sigue liderando con más de 630.000 pasajeros en mayo, seguido por el alemán, holandés, francés e italiano.
La presión no solo se siente en las cabinas de los aviones. La Unidad de Intervención de la Policía Nacional refuerza estos meses su presencia en el recinto. “No somos plantilla del aeropuerto, pero venimos por la alerta antiterrorista. En julio hay más gente, más trabajo y, claro, más intervenciones. Asistencias humanitarias, avisos de seguridad, problemas con equipajes, etc. Esto se pone a tope hasta que termine el verano”, explican varios agentes en la terminal.

En la entrada de llegadas, el tránsito no se detiene, es más, parece más intenso que incluso en la terminal. Conductores esperando a los pasajeros, comerciales ofreciendo paquetes turísticos, taxistas y largas colas para coger un VTC o un bus.
Con el sol aún bajo, Jesús García espera a unos clientes con su furgoneta de traslado. Lleva años en esto y no duda: “Estamos en uno de los mejores años para el turismo. Ya pasó la sequía de la pandemia. Está todo saturado: hoteles, apartamentos, vuelos. Pero para nosotros es una gran noticia. No nos falta trabajo”.
A unos metros, Javier Puerto, taxista desde hace solo cuatro meses, se prepara para lo que sabe que será una maratón. “Precisamente me metí en esto por el verano. Nos hinchamos a trabajar, sí, pero se hace dinero y eso te da margen para los meses más flojos. Aquí julio es como una temporada alta dentro de otra temporada alta”.

Cada día, el aeropuerto de Málaga-Costa del Sol se sostiene sobre una coreografía milimétrica en la que intervienen miles de personas. El viajero ve la pasarela de embarque, la cinta de equipajes, la mesa donde toma un café. Pero detrás de cada paso hay manos que trabajan casi sin pausa.
Estos 9.000 trabajadores son quienes, día a día, hacen posible que la experiencia de viajar comience y termine con la mayor normalidad posible, incluso en pleno verano con millones de pasajeros cruzando puertas y pasillos.

Y todo eso lo perciben, a su manera, quienes vienen de paso. "Málaga es uno de los destinos favoritos de los ingleses e irlandeses sin duda. Nosotros llevamos viniendo a Marbella desde hace 30 años y no pararemos de venir. El clima, la buena gastronomía, la gente. Es casi un paraíso", cuenta Daniel, que viene junto a su esposa y sus hijos desde Dublín a pasar un año más sus vacaciones en la Costa del Sol.
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