Alejandro Rodríguez, el cirujano vascular de Málaga al que todos los extranjeros quieren

Es el jefe de Angiología y Cirugía Vascular del Quirónsalud, donde atiende una media de 4 o 5 pacientes internacionales a la semana

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Alejandro Rodríguez Morata, en su consulta en el Hospital Quirónsalud Málaga. / JAVIER ALBINANA

Nunca se ha promocionado como cirujano vascular o especialista en Angiología en el extranjero. “Jamás”, asegura sin titubear Alejandro Rodríguez Morata, jefe del servicio de Angiología y Cirugía Vascular del Hospital Quirónsalud Málaga. Y aún así, cada semana –entre él y su equipo– atiende a cuatro o cinco pacientes que llegan de fuera de España para ser tratados o diagnosticados de alguna enfermedad vascular rara. Son, aproximadamente, la mitad de todos los que solicitan evaluación por síndromes de compresión vascular. Su éxito fuera de nuestras fronteras es tal que hace poco fue entrevistado por una televisión holandesa, la segunda nacionalidad más frecuente entre sus pacientes –tras la española, claro–. Un par de años atrás también se interesó por él una televisión de Alemania. De este país, precisamente, llegó su primer paciente internacional. Fue en 2020, un año después atendió al primero de Holanda y “desde entonces no paran”, según cuenta.

En estos cinco años por su consulta han pasado pacientes de más de treina países del mundo. Españoles, holandeses y eslovacos son los tres más frecuentes, pero también llegan de Israel, Italia, Irlanda, Nueva Zelanda, Francia, Dinamarca, Estados Unidos, Canadá, Reino Unido, Bélgica, México, Alemania, Australia, Croacia, Brasil, Suiza, Grecia, Egipto, Rumanía, Ucrania, Argentina, Albania, Portugal, Suecia, Eslovenia, Bulgaria, Islandia, República Checa, Marruecos, Ecuador, Bolivia, Polonia, Montenegro, Singapur y Chipre. La lista es larga. Aclara, eso sí, que aunque él sea la cara más visible de esta especie de fenómeno, el mérito no es solo suyo, sino de un equipo multidisciplinar en el que hay otros cuatro cirujanos vasculares, además de especialistas en Cirugía General, Urología, Digestivo, Radiología, Nutrición o Manejo del Dolor.

Rodríguez Morata se formó como médico en la Universidad de Granada, tiene 50 años, le apasiona su trabajo, y se nota. A lo largo de su trayectoria ha pasado, entre otros, por el Clínico de Málaga, donde ejerció entre 2005 y 2016. Ese año se incorporó al Hospital Quirónsalud Málaga y creó el servicio de Angiología y Cirugía Vascular con la idea, según explica, de profundizar en las patologías que menos se tratan en la especialidad. Es lo que él llama “la letra pequeña”, todo aquello que “por la saturación y sobresaturación que tenemos a nivel sanitario desde hace ya mucho tiempo, queda relegado, puesto que no son patologías tan letales como un aneurisma de aorta, por ejemplo, o una estenosis carotídea –el estrechamiento de las arterias en el cuello–, pero que sí son invalidantes”.

Así, por ejemplo, tratan malformaciones o síndromes compresivos como el llamado síndrome del cascanueces o Nutcracker –que afecta a la vena renal izquierda– o el de May-Thurner–en la vena ilíaca izquierda–. “Profundizamos no solo en la insuficiencia venosa, las varices de las piernas, sino en todo lo que es a nivel abdominal y pélvico, y poco a poco descubrimos un mundo de enfermedades de difícil diagnóstico que no se trataban ni se veían en consulta, porque son enfermedades raras, minoritarias”. Son patologías que suelen tener una base genética que, en muchos casos, “promueve un colágeno defectuoso”, y que se asocian con un sinfín de problemas de salud.

Ahí había, señala, “una bolsa de pacientes enormes que descubrir y que tratar”. De hecho, en estos años han atendido a 558 personas con estas enfermedades raras, no solo de Málaga, sino del resto del país y del mundo, puesto que, según dice, hay pocos equipos multidisciplinares que trabajen esta materia a nivel internacional. “Nosotros nos hemos dedicado a sacar de ese cajón todas esas patologías, a estudiarlas en profundidad, y nos hemos hecho expertos en ellas”. “Ese es nuestro leitmotiv y nuestra pasión”, subraya. Así, asegura que todo empezó “trabajando con consciencia, criterio, confianza y amor” y que, de un día para otro, comenzaron a llegar pacientes de otros países. Solo el año pasado trataron quirúrgicamente a cuatro pacientes de Nueva Zelanda; y en estos últimos años han visto a medio centenar de holandeses. Sin campañas de publicidad, el tradicional boca a boca es lo que que explica el incremento de internacionales. “El marketing de un paciente que le cuenta a otro cómo le han ido las cosas se va extendiendo eso como una mancha de aceite y eso no hay forma de controlarlo”, considera Rodríguez Morata.

Según detalla, no todos vienen para someterse a una cirugía; muchos acuden en busca de un diagnóstico más avanzado, segundas opiniones o consultas. En ocasiones son personas que arrastran problemas desde la adolescendia y que contactan desde su país con el hospital; aquí la Unidad del Quirónsalud tiene tres personas que se encargan de todas las gestiones administrativas y de seguimiento para que los pacientes “no se sientan solos”. El tiempo que tienen que pasar en Málaga para el tratamiento es muy variable, puede ir de las tres semanas de ingreso si se requiere una cirugía importante con apertura abdominal, por ejemplo, hasta una semana si es un tratamiento puramente endovascular o tres días si el proceso es más sencillo.

Los recuerda a todos “sin falta” –apotilla– como pacientes “absolutamente entregados”. “Es gente con una necesidad enorme de cariño y de empatía, de que alguien dé con la tecla de lo que les pasa. Personas que han dado muchas vueltas y que están deseando que alguien pueda hacer algo por ellos”, explica el cirujano. “Un lujo de pacientes”, dice, porque “confían, se involucran y responden”. Y, aunque Rodríguez afirma que “a veces no se curan”, porque son patologías muy complejas, “la suerte es poder decir que todos han mejorado su calidad de vida”.

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