Henrik Lenkeit, un alemán residente en Málaga que descubrió a sus 47 años que era nieto del nazi Himmler: "Mi vida ha sido una mentira"
"Mi familia lo sabía, eso es lo peor", afirma el terapeuta y pastor evangélico, afincado ahora en Benalmádena
El turismo en Marbella y los nazis
La madrugada del 20 de agosto de 2024, sin poder dormir por apnea del sueño y “el calor de Málaga”, Henrik Lenkeit encendió la tele para distraerse. "Pasé una una noche fatal y teníamos día de trabajo normal después, imagínate ir al trabajo desvelado… sin fiesta ni nada, solo dolor de cabeza", recuerda en declaraciones a este periódico. Lo que no sabía es que aquella noche cambiaría su vida para siempre. Apareció un vídeo sobre Heinrich Himmler, uno de los principales asesores de Hitler. Vio la imagen de una mujer, su amante: "Esa amante resultó ser mi abuela".
Primero notó que se parecían demasiado físicamente. Luego vio su nombre. El apellido era diferente, pero el apellido era el de su tía abuela. Ahí comenzó el vértigo: "Dije: 'Guau, es mi abuela'". La pieza encajó cuando encontró otro dato, ya que tiene su propio apartado en Wikipedia. Leyó que de la relación con el líder de las SS tuvo dos hijos. Y ahí estaban los nombres de su tío y de su madre. Al día siguiente habló con su esposa: "Le dije: 'Oye, espérate, soy nieto de Himmler'. Y ella me respondió: 'Me temo que sí'".
El golpe emocional fue inmediato. "Me sentí como vacío, sin sentido, sin rumbo". Henrik Lenkeit intenta explicarlo: "En alemán hay una palabra que describe cómo te sientes como cuando recibes un golpe en el estómago". Pasó dos semanas así. "Podía hundirme, ir al psiquiátrico… pero no quería hundirme", defiende. La verdad no se podía deshacer. Su abuela, Hedwig Potthast, fue su secretaria y su amante. Esta historia la avanzó El País el pasado domingo.
Aún con dificultades para asimilarlo, llegó otro descubrimiento aún más doloroso: "Mi familia lo sabía, eso es lo peor". El secreto estuvo bajo llave durante 47 años, la edad que tenía el alemán al descubrirlo, nacido en Hamburgo, que reside en Benalmádena desde hace siete años. "Pasé por una especie de luto, porque mi vida ha sido una mentira, básicamente perdí mi identidad", lamenta. Desde entonces, dice, todo fue "investigar, encontrar el origen, porque no tenía apellido".
Llamó al archivo municipal de la ciudad alemana Baden-Baden. Allí le dieron fechas y se disiparon sus dudas. En 1957 se casó su abuela con el que creía que era su abuelo y con el que se puso el apellido que siempre ha tenido presente Lenkeit. Después llegó el documento definitivo: "Tenía el acta de nacimiento de mi madre, ahí ya estaba claro por escrito".
En ese proceso de investigación, que le llevó dos semanas, recibió la confirmación que quizás temía más que esperaba. Katrin Himmler, la sobrina-nieta de Heinrich Himmler, le confirmó que sí, "efectivamente era el nieto". Él aún dudaba, o al menos no podía asimilarlo: "Encontré errores en Wikipedia, decían que mi madre no tenía hijos, los datos de muerte estaban equivocados". Necesitaba certezas.
Con el tiempo, explica, se volvió más valiente. "Al inicio como que no te atreves tanto a hablar de esto, porque te da miedo saber la verdad, quieres saber y no quieres", recuerda. Katrin Himmler le proporcionó materiales de sus libros: "Por ejemplo, descubrí que mi madre lo supo cuando era adolescente; se lo dijo un ayudante de Himmler, de un rango menor".
Explica que aquel asistente y Heinrich Himmler, pese a la jerarquía, "eran casi amigos de toda la vida", algo que todavía le resulta desconcertante. "Imagínate: unos nazis amigos, portándose como gente normal, que no lo eran". Y matiza, consciente del juicio histórico: "Los psicólogos dirían que Himmler era completamente culpable, que lo hizo de manera consciente, pero, para mí, no es normal: algún trastorno debía tener, esas atrocidades eran una locura". Henrik Lenkeit es terapeuta.
Cada nueva prueba del pasado nazi aparece en registros oficiales. "En Spiegel dicen que mi abuelastro estuvo en Brasil. ¿Qué hacía ahí?", se pregunta, intuyendo la respuesta. Sus padres murieron de cáncer. "Estoy seguro de que tiene relación, esconderse las cosas no viene bien al cuerpo", reflexiona. En paralelo, todo se tensó con su familia. Pero ya no iba a volver a ocultarse. "¿Escondiéndonos de qué? Culpa no tenemos, pero responsabilidad sí".
Comenta que su esposa le dijo que escribiera un libro. Capítulo a capítulo, entendió que "esconder la verdad fue un error": "Nosotros, como familia de perturbadores, no hemos hecho nada, somos hijos de los descendientes, pero no significa que seamos iguales". Y añade: "Podemos hacer las cosas diferentes". Ese pensamiento le costó asumirlo, ya que el shock de ser descendiente del arquitecto de la "Solución Final" le hizo pensar que podía ser un monstruo como él.
Henrik Lenkeit nació en Hamburgo. Hace 20 años se mudó a México, donde conoció a su esposa. Después, el camino les llevó a España. "Vinimos a hacer misiones, para abrir una iglesia. Somos pastores". ¿Por qué Málaga?: "Lo sentimos. España es práctico porque no es tanto Alemania ni México, es una mezcla, por el buen clima y por el idioma". Llegaron hace siete años y fundaron su iglesia: Amistad Delta Costa del Sol, en la que el alemnán ejerce de pastor.
"Mi fe era mi ancla", sostiene. Y confiesa: "Aunque sea pastor y coach, o como se quiera llamar, me costó bastante asimilarlo espiritualmente". Ahora está buscando un editor para el libro porque quiere usar su historia para ayudar: "Doy conferencias para ayudar a personas a encontrar su identidad". El tema, insiste, es "identidad y propósito". Y también memoria: "Concienciar un poco sobre la historia".
Le ha costado un año hacer público su descubrimiento porque ha tenido que atravesar un proceso de asimilación. Todavía se le hace raro escuchar su afirmación en voz alta: "Soy nieto de Heinrich Himmler". Pero Henrik Lenkeit ya la pronuncia sin miedo. Repite que no tienen "culpa" de dónde vienen, pero sí "responsabilidad". Y repite su convicción: "Podemos hacer las cosas diferentes. Ayudar, no ocultar".
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