Álora sigue con casi 50 vecinos incomunicados y más de 7.000 habitantes sin agua potable porque los pozos de captación están enterrados en lodo
El alcalde insiste en que la Junta debe extremar la limpieza de los cauces, aunque no la culpa porque el río "superó la altura de las inundaciones de 1989"
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El Valle del Guadalhorce sigue quitando barro para volver cuanto antes a la normalidad tras el paso de la DANA. Álora, Pizarra y Cártama han sido los municipios más castigados por las intensas precipitaciones y el desbordamiento del río Guadalhorce. En Álora, más de la mitad del pueblo –de casi 14.000 habitantes– proseguía este jueves sin agua, cerca de 50 vecinos continuaban incomunicados y en torno al 90% de los caminos rurales estaban intransitables.
El alcalde de Cártama, Jorge Gallardo (PSOE), fue el más crítico. Se quejó de que “nadie” les avisó “de lo que se venía” y arremetió contra la falta de limpieza del río, competencia de la Junta de Andalucía. Los regidores de Álora, Francisco Martínez (PSOE), y de Pizarra, Félix Lozano (PP), en cambio –aunque incidieron en la importancia de que los cursos fluviales estén limpios– no culparon a la Administración autonómica.
Ayer, más de 7.000 habitantes de Álora continuaban sin agua. El suministro depende del Ayuntamiento, que trabajaba contrarreloj para restituirlo. Las bombas estaban enterradas en lodo. “Nuestra prioridad es dar agua potable a los vecinos y acceso a los que están incomunicados para que puedan entrar y salir y que el lunes los niños puedan ir al colegio. Tenemos una tarea dura por delante”, dijo el alcalde, Francisco Martínez. Ayer, ya se había devuelto el abastecimiento a las barriadas de El Puente y Bellavista.
No era el único problema. También había casi 50 vecinos incomunicados por el barro en los caminos que conducen a sus viviendas. Se trata fundamentalmente de carriles en zonas del campo que están impracticables. Además, la carretera de El Chorro a Álora seguía cortada. Catorce máquinas trabajaban en las tareas de limpieza para garantizar la salida y entrada de los residentes a sus casas. Según el regidor, la mayor parte de los caminos municipales está impracticable. “Tenemos unos 200 kilómetros de caminos rurales y casi el 90% está intransitable”, estimó. El primer edil agradeció las tres máquinas de la Delegación de Agricultura de la Junta de Andalucía que trabajan en el municipio y solicitó que se mantenga esa colaboración para acelerar la recuperación de la normalidad. Porque una vez que se restituya el paso, habrá que “consolidar el firme con zahorra” puesto que las intensas lluvias han causado importantes daños en la red viaria. Un centenar de operarios del Infoca se incorporó a las tareas de limpieza.
Martínez no se quejó ni de fallos en el sistema de alertas ni de la limpieza del cauce, que depende de la Junta. “Aunque el cauce hubiera estado limpio, el desbordamiento hubiera sido similar”, opinó. Porque recordó que el martes entre las 6:00 y las 11:00 en la zona cayeron más de 100 litros y que el nivel del Guadalhorce “superó la altura de las inundaciones de 1989”. No obstante, sí reclamó a la Administración autonómica que siempre extreme la limpieza de los cauces, sobre todo en la zona en la que el arroyo Geva -el principal afluente del Guadalhorce- desemboca en este curso fluvial, a la altura del puente del restaurante Los Caballos. “Ese es un punto conflictivo porque es la entrada del arroyo en el río y donde tenemos el principal pozo de captación”, insistió.
En Pizarra, también siguen recomponiéndose y evaluando los daños. Los más graves, en la vega del Guadalhorce, donde el desbordamiento del río anegó fincas dedicadas, casi en su totalidad, a cítricos. “Los agricultores han salido bastante perjudicados. Hay muchas huertas afectadas, resaltó el alcalde, Félix Lozano. El incidente más significativo es el acceso a Pizarra, que permanece cortado. “Hay 300 metros afectados; las precipitaciones se llevaron parte del asfalto”, recalcó Lozano. Por el momento, el Ayuntamiento continúa trabajando y solicitando permisos para que, una vez deje de llover, poder actuar en la zona.
A su juicio, los servicios de emergencia reaccionaron con “celeridad y de la forma correcta. “Nos advirtieron de lo que venía”, apostilló el alcalde. Tampoco era, justifica, la primera vez que el temporal se cebaba con la provincia. “Históricamente esto ha pasado; aquí todos tenemos que hacer memoria. En una horquilla de entre 10 y 15 años siempre se da una DANA, que antes se llamaba gota fría”, señaló. Y recordó que Meteorología activó la alerta naranja, que después se convirtió en roja. “Aquí todo pasó en una hora y cuarto. Llovió durante toda la noche con muchos relámpagos, pero el momento más grave se dio de 8 a 9:15 o 9:30, cuando cayó una cantidad enorme y vimos cómo se desbordaba el Guadalhorce”, relató Lozano, convencido de que la limpieza del cauce no habría evitado lo sucedido.
No cabe duda de que el paso de la DANA por el Valle del Guadalhorce ha dejado imágenes e historias desoladoras. Para los cientos de vecinos afectados, lo peor ya ha pasado. Pero, para los que conforman las administraciones públicas “ahora viene lo peor”. Tocan jornadas de evaluar daños, de atender a familias que lo han perdido (prácticamente) todo y, sobre todo, de reflexionar: ¿Qué se podría haber hecho para aminorar los efectos de la gota fría? ¿Se actuó con la suficiente previsión? ¿Qué infraestructuras hay pendientes?
Jorge Gallardo, alcalde de Cártama, otra de las localidades más perjudicadas por las intensas precipitaciones, lamentó que las viviendas de al menos medio centenar de vecinos quedaron completamente anegadas, perdiendo gran parte de los enseres que guardaban en su interior. Casi todos abandonaron los inmuebles por su propio pie; doce tuvieron que ser rescatados por los servicios de emergencia. El regidor aseguró que la mayoría de habitantes en riesgo fueron avisados para que desalojaran sus hogares. Aunque apuntó que nadie lo llamó para advertirle de lo que se venía, contó que trató de recabar información y coordinar a los servicios municipales. Alertado por los estragos de las lluvias en Álora y por las tormentas que habían devastado al municipio en 1989 y 2008, decidió actuar, pero “no porque tuviéramos un aviso de nadie que nos dijera que iba a caer lo más gordo”, insistió. Gallardo también relacionó los daños provocados por el desbordamiento del Guadalhorce con la falta de limpieza del río, pues señala que “el agua va acompañada de una cantidad de porquería que se lleva todo lo que se pone por delante”. Además, criticó que “en unos meses nadie se acordará de estas inundaciones, como pasa con todo, y no se volverán a limpiar los arroyos ni se acometerán las infraestructuras necesarias”.
Desde hace años, el alcalde de Cártama pide a la Junta de Andalucía “la protección de la zona de Doña Ana y de la Estación de Cártama porque son especialmente inundables”. Aunque reconoció que en 2008 se llevaron a cabo algunas infraestructuras hidráulicas “en una barriada que antes se inundaba siempre y gracias a eso este año se ha salvado”, la mayoría de proyectos “no han llegado ni plantearse por parte de ninguno de los Gobiernos autonómicos”.
El desbordamiento del río Guadalhorce puso esa comarca en el epicentro de la catástrofe en la provincia. De hecho, el balance provisional de rescates por esta DANA supera el centenar y se concentraron en Álora, Cártama, Valle de Abdalajís y Alhaurín de la Torre. Es en este área en la que tuvieron numerosas personas tuvieron que ser rescatadas desde helicópteros porque sus viviendas estaban totalmente rodeadas de agua. El único fallecido en Málaga durante este temporal -un británico de 71 años- fue precisamente rescatado en Campanillas, en el límite entre la capital con este último término municipal.
En los rescates efectuados por miembros del Instituto Armado y coordinados por el Centro Operativo de Servicios (COS), han intervenido dos helicópteros de la Guardia Civil, el Grupo de Rescate e Intervención en Montaña (GREIM) con base en Álora, el Grupo de Especialistas en Actividades Subacuáticas (GEAS) de Málaga, patrullas del Subsector de Tráfico, y numerosas patrullas de Seguridad Ciudadana pertenecientes a las Compañías de Coín y Antequera. Fuentes del Instituto Armado detallan que, una vez entrada la noche, los servicios aéreos se retiraron, mientras que el resto de unidades de tierra "continuaron trabajando hasta bien entrada la madrugada".
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