Aquellos años de videoclub

Unos cuarenta negocios sobreviven en la provincia El sector mantiene la esperanza con la puesta en marcha de la Ley de Propiedad Intelectual

El videoclub El Torcal se mantiene abierto desde hace algo más de tres décadas.
El videoclub El Torcal se mantiene abierto desde hace algo más de tres décadas.
Elisa Moreno Málaga

05 de octubre 2014 - 01:00

Es viernes por la tarde, empieza a refrescar y te apetece quedarte en casa viendo una película. Además, hoy hay oferta y no tendrás que devolver las cintas hasta el lunes. Así que rebuscas entre las estanterías, te detienes en leer el argumento y en conocer a los actores hasta que, ya hecho un lío, le pides consejo al dependiente. Tras escoger, te acercas al mostrador, le enseñas tu carnet de socio y, por un instante, dudas: "¿Por qué pagar por algo que puedes tener gratis?". La industria videográfica tiembla ante una premisa para la que no encuentra amparo legal mientras el fácil acceso a los contenidos digitales dibuja un panorama poco halagüeño para los propietarios de los videoclubes. De hecho, hasta hace solo diez años en la provincia de Málaga convivían alrededor de 300 establecimientos de este tipo, de los que ahora tan solo sobreviven unos 40, según datos de la Asociación Nacional de Empresarios Mayoristas del Sector Videográfico (Anemsevi). "Podríamos competir contra páginas de descargas legales, pero contra lo gratis es muy difícil", sostiene Rafael Lozano, responsable del videoclub El Torcal desde hace más de 30 años.

Sus inicios coincidieron, precisamente, con el boom que, en la década de los 80, experimentaron los nuevos empresarios de este sector gracias a la llegada de los formatos Beta y VHS. Más tarde haría su aparición el DVD para dejar paso, en la actualidad, al Blu-ray, que no termina de despegar. La piratería y la llegada de internet a los hogares, sin embargo, han supuesto un golpe bajo para el alquiler de películas. "Todavía tengo una clientela fija que vienen desde el principio, la diferencia es que antes lo hacían casi a diario y ahora los días fuertes son solo los fines de semana. Luego están aquellos que sabes que dejaron de venir porque prefieren verlo online sin tener que pagar", agrega.

Explica Lozano que lo que más funciona entre los clientes son las novedades. "Antes se veía cualquier cosa, se escuchaba aquello de 'esta película no la he visto, me la llevo', y ahora, en cambio, quieren lo último que ha salido", como X-men o Al filo del mañana, como ejemplo de algunas de las más demandadas en los últimos días. Los clásicos también son una importante fuente de ingresos aunque, debido a la proliferación de canales temáticos, estos han quedado relegados a un segundo plano. Ante esta caída, el alquiler de series comienza a imponerse, entre las que destacan Juego de tronos, mientras en el caso de los videojuegos este es más estacional, con repuntes "durante las vacaciones escolares".

Ante la crisis por la que atraviesa el sector, las "ofertas" permanentes parecen ser la única alternativa para la captación de consumidores. Juan Ruiz regenta el videoclub Diablito, en Arroyo de la Miel, desde hace tres décadas, y desde hace unos años abre 12 horas diarias los 365 días del año, "incluido domingos y festivos porque el filón estaba el fin de semana y había que aprovecharlo", explica. Además, esta situación ha motivado la creación de "bonos" para "incentivar que la gente no haga solo un alquiler sino que vuelva y se enganche", agrega.

Asimismo, muchos de estos negocios dedicados al alquiler y venta de películas y videojuegos apuestan también por ofrecer otros artículos a sus clientes para salir a flote. Un ejemplo de ello es el videoclub Rambo, en Fuengirola, y que dirige Antonio Alarcón, quien decidió llevar su negocio al ámbito de la telefonía móvil. "Es imposible subsistir ahora mismo dedicándonos exclusivamente al sector del vídeo", manifestó, al tiempo que criticó que "se consume más cine que nunca, pero de forma gratuita". "Desde que se ha implantado la cultura del todo gratis en España la gente se ofende cuando le hablas de que pueden ser multados por descargarse una película. No se dan cuenta de que es algo ilegal", comentó, por su parte, David Vázquez, copropietario del videoclub Andrómeda.

Vázquez se inició en el negocio hace tan solo ocho años y medio motivado por su "pasión" por el cine. Los tiempos entonces ya estaban marcados por la piratería, si bien supo aprovechar el auge de las redes sociales para darse a conocer. "Como somos bastante aficionados al cine tenemos siempre un repertorio preparado para cuando los clientes no saben qué elegir y nos preguntan qué llevarse a casa", comenta.

Sin embargo, uno de los casos más particulares de transformación del negocio es el caso del videoclub y bar de copas Breakfast at Tiffany's, en calle Alcazabilla. "Se retroalimentan. Aunque el volumen de alquiler ha bajado, quien viene a tomarse una caña mientras tanto busca una peli, es raro que vengan solo a por la peli y se vayan sin tomarse nada", aseguró Salvador Gallardo, responsable del local. Una idea de negocio que a muchos pilla por sorpresa, "lo ven como algo original y se hacen fotos dentro", añadió. Gallardo proyectó la idea de abrir un videoclub hace 15 años, situado en calle Victoria. Pero las dificultades para subsistir le llevaron a montar un bar hace tres años y, por qué no, fusionar ambos negocios y esperar al resultado. En la actualidad, afirma, es el único videoclub que subsiste en el centro histórico.

No obstante, en el último lustro la facturación de estos negocios ha bajado en torno a un 40%. Ante esta situación, el sector mantiene la vista fija en la reforma de la Ley de Propiedad Intelectual, aunque algo escépticos. "Se está produciendo una transición lógica del mercado hacia lo digital, pero el Gobierno no es capaz de crear un marco jurídico donde se puedan desarrollar los negocios. Nuestro producto se roba y nadie dice nada", expresó, por su parte, José Luis Carrera, presidente de la Asociación de Empresas del Vídeo (Aevideo). Un dato revelador es que mientras la caída del alquiler y ventas de películas en España supera el 85%, en Alemania este apenas alcanza el 15%. "Queremos crear un negocio, alquilar y vender cine, nos da igual el soporte, sea físico o digital, el problema es que no tenemos cómo", concluyó.

Una prueba de ello fue el cierre de Megaupload en el año 2012, periodo en el que las cajas de los videoclubs se incrementaron un 40% de media. "Fueron tres meses en los que creció el alquiler y el número de socios. Después han salido páginas nuevas y se ha vuelto a caer", expresó Lozano. "Si se bloquearan esas páginas tendríamos unos cuantos años más de negocio por delante", añadió. "La situación es crítica, las descargas de internet sin cumplir ningún derecho están al borde de acabar con este soporte", agregó, por su parte, Alarcón, quien incidió en la educación para acabar con "la cultura del todo gratis".

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