Unos 80 arroyos de la capital necesitan una actuación para evitar inundaciones

informe | el servicio municipal del ayuntamiento de málaga lo realiza en mayo

1. Un técnico de Protección Civil fotografía el estado del cauce del arroyo Aceiteros. 2. Un puente de la cuenca alta del arroyo Jaboneros quedó completamente taponado tras las inundaciones de 2012. 3. Una gran cantidad de basura se acumula en el arroyo La Palma. 4. El arroyo Borondín ha sido limpiado de maleza. 5. Dique roto en el arroyo Cambrones.
1. Un técnico de Protección Civil fotografía el estado del cauce del arroyo Aceiteros. 2. Un puente de la cuenca alta del arroyo Jaboneros quedó completamente taponado tras las inundaciones de 2012. 3. Una gran cantidad de basura se acumula en el arroyo La Palma. 4. El arroyo Borondín ha sido limpiado de maleza. 5. Dique roto en el arroyo Cambrones.
Raquel Garrido Málaga

29 de junio 2015 - 01:00

Como cada año por estas fechas, la revisión del estado de los arroyos se convierte en una tarea prioritaria para que dé tiempo durante los meses más secos a adecuarlos antes de que llegue el periodo de lluvia. Muebles, basura, maleza, rocas, escombros, o puentes y diques en mal estado complican la capacidad de evacuación de los cauces que ocupan, lo que aumenta el riesgo de inundaciones. Y este año unos 81 arroyos de la capital malagueña necesitan una actuación urgente estos meses para evitar males mayores en caso de precipitaciones torrenciales.

En una ciudad tan castigada históricamente por las riadas, el trabajo del servicio municipal de Protección Civil del Ayuntamiento de Málaga resulta fundamental para detectar la situación, en muchos casos flagrante, en la que se encuentran los más de cien arroyos que discurren por ella.

No todos son revisados por la poca envergadura de algunos o por no discurrir cerca de una zona urbana de otros. La inspección de Protección Civil se centra en torno a 97 arroyos de las tres cuencas de la capital y que sí podrían tener una incidencia directa sobre la población en el caso de que se desborden. Algunos tan pequeños como Borondín, en la cuenca del Guadalmedina. Emilio Sánchez, técnico de este servicio municipal y principal encargado de esta tarea, lleva 20 años mirando con lupa cada uno de estos arroyos para advertir de los posibles riesgos y, aunque reconoció que "la concienciación va mejorando poco a poco", aseguró que "sigue habiendo muchas incidencias".

En su informe, que es remitido al Área de Servicios Operativos y la Gerencia Municipal de Urbanismo del Ayuntamiento de Málaga y a la Junta de Andalucía para que programen con tiempo las actuaciones necesarias, se insiste en la necesidad de intervenir en 36 arroyos de la cuenca del Guadalhorce, otros 21 del Guadalmedina y 24 de la zona Este ya sea para su limpieza, la conveniencia de llevar cabo una obra civil o de adecuar el cauce.

En el caso de la limpieza y retirada de residuos, una competencia que el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (TSJA) en la reciente sentencia emitida ha determinado que corresponde al Ayuntamiento y el resto a la Junta de Andalucía, hay arroyos donde se hace especialmente necesaria por su lamentable estado. Un ejemplo es el arroyo de La Palma, donde una gran cantidad de basura se acumula en el cauce.

Situaciones como esa complica mucho las cosas si llueve de forma torrencial. Según Sánchez, "en Protección Civil tenemos un dicho y es que la emergencia es la concatenación de una serie de acontecimientos. Es decir, si se tira un sofá a un arroyo, el embovedado es pequeño y llueve intensamente se junta todo para que se produzca una inundación".

Pero no todo el riesgo se debe a la basura que la gente arroja a los arroyos, en otros muchos casos el riesgo de inundaciones se debe a obras civiles mal ejecutadas o no reparadas convenientemente. Un ejemplo del primer supuesto lo constituye a la perfección el arroyo de las Cañas, en el que no se ha llevado a cabo una obra de adaptación que una su tramo natural con la parte que ha sido encauzada. Eso está haciendo, según Sánchez, que "la tierra se mezcle con el agua cuando llueve y que se depositen en la parte baja del arroyo las semillas que arrastra, facilitando la proliferación de abundante vegetación un año tras otro".

En otros arroyos, el problema es que no se reparan los daños causados en las infraestructuras hidráulicas por otras riadas, con lo que se corre el riesgo de que vuelvan a repetirse. Ejemplo de esa dejadez es la situación en la que ha estado durante varios años un puente de piedra situado en la parte alta del arroyo Jaboneros y que fue totalmente taponado tras las inundaciones que sufrió la ciudad en noviembre de 2012. Desde entonces y hasta hace escasamente unas semanas, esa zona del cauce ha permanecido completamente obstruida por las toneladas de tierra, rocas y vegetación que arrastró aquella riada.

En el arroyo Aceiteros, en cambio, sí se actuó tras aquella grave riada dado los daños que provocó su desbordamiento en la zona de Ciudad Jardín. Hubo que reconstruir los diques de contención de la parte alta y media del arroyo y acondicionar el cauce tras el estado en el que quedó. Pero la basura y los muebles siguen campando a sus anchas.

Protección Civil también denuncia los defectos que detecta en la obra civil como en el arroyo Cambrones, donde los diques que tienen la misión de reducir la velocidad con la que baja el agua en caso de riada están empezando a resquebrajarse.

En arroyos como el Caleta, los problemas denunciados son otros y es que hasta no hace mucho tiempo numerosos vehículos aparcaban en el mismo cauce, a la altura de la zona de El Limonar, a pesar de que en noviembre de 2006 una riada arrastrara una docena de coches hasta el mar. "Ha costado, pero parece que se ha conseguido evitar el aparcamiento allí", dijo el técnico de protección Civil.

Y es que aún hay quienes no son conscientes de la fuerza del agua. Tanto que se calcula que a partir de los 2,5 metros por segundo de velocidad y una altura de 30 centímetros, el agua puede desplazar un coche. Si la velocidad aumenta hasta los cuatro metros por segundo y su altura hasta los 80 centímetros, un tractos puede ser desplazado sin dificultad.

La inspección que realiza Protección Civil, generalmente durante el mes de mayo, pone de manifiesto también las construcciones ilegales que obstruyen parte de los cauces. En el arroyo San Antón, el jardín de un chalé está construido literalmente en el cauce.

La problemática de los arroyos en la capital depende de cada zona. El río Guadalhorce, a lo largo del tramo que discurre por tramo urbano, y el arroyo de las Cañas son los más peligrosos por su situación y los efectos que podrían derivarse de una catástrofe de esas características.

La situación de riesgo disminuye en la cuenca del río Guadalmedina, ya que su regulación por medio del pantano del Limonero eliminó el riesgo de las grandes inundaciones históricas que sufrió el centro de la ciudad. Pero entre el pantano y el mar afluyen al río pequeños arroyos causantes de riadas en algunas ocasiones. El sector oriental de la ciudad tiene otra problemática y es que por él discurren numerosos arroyos de carácter torrencial, es decir, con una enorme pendiente y una escasa distancia entre la cabecera y la desembocadura de apenas cuatro o cinco kilómetros. Los que más veces han protagonizado una inundación en esa zona son el Caleta, Araña, Pilones, El Palo, Jaboneros y Gálica.

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