El arte del afeitado
La moda hipster conlleva una gran preparación de ropa, imagen y complementos. Las barbas largas y abundantes son una de sus señas de identidad
La moda es algo cíclico, siempre vuelve. Hace unos años los jóvenes apenas cuidaban sus aspectos pero ahora parece darse el efecto contrario. Las chicas continúan siendo las mismas coquetas de siempre aunque con ligeras variaciones mientras que en los chicos son en quienes más se notan los cambios. Buscan el peinado y cuerpo perfecto rozando, en algunos casos, la obsesión.
Los peluqueros y estilistas han de renovarse cada temporada con las tendencias que se van a llevar pero en esta lo tienen claro: los hombres buscan un estilo moderno pero con aires vintage, lo que ahora llaman ser hipster.
El propio término ya hace referencia al estilo de moda que viste con pantalón bajo de cadera y que define a un tipo de persona sofisticada que a simple vista puede parecer descuidada pero todo lo contrario. A pesar de su apariencia, un buen hipster ha de invertir bastantes horas en encontrar el modelo perfecto, con sus accesorios incluidos, antes de salir a la calle. Vaqueros skinny, camisas a cuadros y hoodies para ellos y vestidos con estampados florales y encaje combinados con maxi jerseys para ellas.
La asesora de moda Belén del Campo los encasilla como una “subcultura urbana muy fiel a lo vintage y retro que busca la creatividad dentro de su propio estilo y que está muy concienciada con el medioambiente. Se sitúan en torno a los 30 años y son intelectuales con buenos puestos de trabajo y con carreras universitarias a sus espaldas”. Entre sus complementos no puede faltar algo hecho a mano como una mochila, bolso bandolero o un gorro y las últimas modas y tecnologías como unas gafas Ray Ban o un Ipad.
El pelo lo llevan con aspecto muy despreocupado pero acuden regularmente a la peluquería. “Las chicas lucen su cabello recogido o suelto y los chicos largo con melena pero siempre muy cuidado. Las barbas son bastante largas y abundantes. En definitiva, un estilo rebelde en tanto que quiere romper con una serie de historias pero realmente no es tan rebelde. Buscan que la estética esté bien equilibrada”, explica Belén.
Una seña de identidad que se observa en esta tendencia son las largas y abundantes barbas en los rostros de los jóvenes. A simple vista están dejadas y parece que no se las cuidan pero las barberías de Málaga hacen uso de su ingenio para elaborar formas y estilos diferentes que se adaptan al rostro de cada uno. Daniel Monje lleva apenas un año y medio dentro del mundo del estilismo pero ha sabido abrirse un hueco a través de las redes sociales Facebook e Instagram colgando instantáneas de sus trabajos. “Solemos asesorar más con la barba por el mantenimiento porque los chicos se dejan la barba crecer pero luego hay que darle unos cuidados y tratamientos que desconocen en la mayoría de los casos”. Si tiene que definir de alguna forma a esta movimiento no lo duda al situarlos dentro de la old school, o vieja escuela, y apunta que los cortes más reclamados son limpio por los lados y el cuello y muy marcada la zona alta del cabello con un tupé.
Si la estética de los hipster ya es llamativa en la mayoría de los casos, ya sea por su pelo, barba o vestuario, los locales a los que acuden para mejorar sus estilos tampoco se quedan atrás. Estanterías y mesas antiguas, azulejos, objetos como gorros, uniformes o muñecos, motocicletas de no menos 30 años, cuadros extravagantes y, por supuesto, un look acorde con la estética del local: bigotes y barbas allá por donde se mire. Nada más acercarse a la entrada de cualquiera de ellos se les puede reconocer porque todos presentan una característica común: los postes de barberos blancos, rojos y azules a ambos lados de los marcos de sus puertas.
Cuando se abrió la Barbería de Málaga hace año y medio, Daniel Monje buscaba parecerse lo máximo posible a una peluquería antigua: “la idea del vintage me pareció lo mejor. Yo no lo hice por moda sino más bien porque me gustaba este estilo”.
Sin embargo, Corte 17 tardó más en adquirir esta estética y decidió cambiar a su moderna apariencia hace 12 años. Manuel Lucena apostó en esa reforma por un ambiente diferente, en contra de las peluquerías que ahora son muy modernas “esta tiene un estilo más retro”.
Estas ganas por conseguir una imagen perfecta ha cambiado la actitud de los jóvenes pues se han vuelto más exigentes con el corte, el estilo, el acabado y con los productos que se les aplican y venden como la gomina, la brillantina americana o los fijadores. Manuel Lucena, aunque está encantado con el aumento de la clientela en estos tiempos tan difíciles, reconoce que los adolescentes le dan cada vez más importancia a la estética llegando incluso a obsesionarse con ella. “A veces se les ve demasiado preocupados con los acabados de los peinados o los arreglos, e incluso hay gente que viene cada semana. Los hombres se han vuelto más exigentes que las mujeres. En ocasiones les tengo que decir que no entiendo que vengan cada semana cuando no les ha crecido el pelo”.
Las peluquerías y barberías más antiguas del centro de Málaga han notado un gran cambio en las exigencias de sus clientes más jóvenes que califican como la vuelta a la moda de los 80 con sus cortes de pelo aunque sin llegar a buscar el acabado punk de la época.
Rafael Fernández, más conocido como Fali, lleva 27 años atendiendo a todo tipo de públicos y ahora algunos chicos le piden que les rapen los laterales y el cuello consiguiendo un efecto limpio mientras que en la parte superior de sus cabellos abunda un buen tupé o flequillo dependiendo de si su pelo es rizado o liso dando una personalidad que ellos creen distinta. “Entre el vestuario, los cortes de pelo y las barbas se ve muy decimonónica la moda que hay en la calle pero no son tan modernos como se piensan. Todo es una evolución pero al final se acaba repitiendo la misma moda y lo único que cambia es el acabado”.
Los precios por los que se puede conseguir alguno de estos estilos en cualquier peluquería del centro oscila entre los ocho y los 18 euros mientras que las barbas o bigotes perfectos pueden salir alrededor de los ocho euros dependiendo de la ubicación del local.
Aspectos desaliñados frente a cuerpos perfectos es la imagen que actualmente se puede ver en la calle. Ambos se cuidan aunque de forma muy diferente. Mientras unos pretenden parecer descuidados y querer esconder sus aires de intelectualidad otros trabajan de forma más visible para tapar aspectos de ellos mismos con los que no están conformes. Dos formas de entender la moda que al fin y al cabo ayudan a una gran industria a crecer día a día.
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