Benito Gómez, el chef biestrellado que no quería ser cocinero
Estudió cocina por imposición familiar y en numerosas ocasiones ha contado que no fue, ni mucho menos, el mejor de los estudiantes en la escuela de hostelería
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Benito Gómez, nacido en Barcelona en el seno de una familia dedicada a la gastronomía, fue adoptado por Ronda, ciudad en la que decidió quedarse a vivir y, posteriormente, formar su familia junto a su esposa, Merche Piña.
Estudió cocina por imposición familiar y en numerosas ocasiones ha contado que no fue, ni mucho menos, el mejor de los estudiantes en la Escuela de Hostelería de Sant Pol de Mar. De hecho, hasta el tercer curso su interés por la cocina era prácticamente nulo, aunque en aquellas fechas cayó en sus manos el primer libro de El Bulli, Sabor del Mediterráneo. “Soy cocinero por aquel libro”, ha asegurado Gómez en reiteradas ocasiones. Un libro que le atrapó aquella misma noche se leyó entero en dos ocasiones.
A partir de ese momento se convirtió en un obsesivo de los fogones y comenzó su recorrido por diferentes restaurantes. Curiosamente, algo que muchos desconocen, el primero de ellos fue el restaurante Los Chopos de Campillos, localidad natal de sus padres, y a la que regresaba cada verano.
Terminada aquella etapa comenzó su aventura por restaurantes de alta cocina como Jean Luc Figueras, las Rejas de Manolo de la Osa o la Alquería de Ferrán Adriá en Hacienda Benazuza, en Sevilla. Desde aquí llegó en 2004 al mítico restaurante rondeño Tragabuches tras la llamada de su propietario, Manuel María López. Fue entonces cuando empezó si idilio con Ronda.
Tras este periodo y arrancar Tragatá, comenzó un divorcio de 10 años con la alta cocina. No fue hasta cumplir los 40 años cuando creció nuevamente la inquietud de montar un restaurante y, aunque su intención era simplemente dar bien de comer, pronto comenzaron a caer las estrellas (2018 y 2019) y la entrada en numerosas guías que le llevaron de vuelta a la alta cocina, un término que asegura no saber en qué consiste.
Amante de la bicicleta, cada vez que tiene algo de tiempo libre se escapa por las carreteras de la Serranía. La otra parte la dedica a viajar con su pareja, aunque no lo hace todo lo que le gustaría. Viajes en los que no puede faltar una visita a un restaurante. Entre sus preferidos: Dstage, Mantúa e Iván Ferrero.
Aunque está despegado del fútbol, sigue siendo aficionado del Barcelona “a muerte”, aunque también le gustan otros deportes como las motos, los coches o el tenis.
En cuanto a la comida, le tiene conquistada la cocina de su suegra. Cocido, sopa de tomate o sus boquerones el vinagre son algunos de sus preferidos. En el lado contrario se encuentran los potitos para niños, que no soporta.
Detrás de su imagen de chico duro y serio, que vibra con Metálica ACDC o QUEEN, los que le conocen lo definen como una persona “muy generosa”. Eso sí, perfeccionista hasta molestar, palabras textuales, y un poco caótico
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