Málaga

De bingo a bazar chino

  • El salón de juegos de El Torcal, cerrado en junio por un embargo y un punto de referencia en Carretera de Cádiz, será a partir de abril un establecimiento regentado por asiáticos

Hay obreros trabajando, carretillas, hierros y maderas. El salón es inmenso. Conserva los espejos y las escayolas del techo de lo que un día fue el bingo El Torcal. A partir de abril será una tienda china. El empresario que ha alquilado el local -donde hasta hace ocho meses funcionó el salón de juegos para convertirlo en un bazar- es un joven asiático que se hace llamar Álex. Rehúsa dar su nombre verdadero. "Pa' ganá algo más", dice con deje entre chino y andaluz. El empresario, que ya tiene otras tiendas de todo a cien en Málaga, explica que la obra está en la fase final y que pronto empezarán a colocar las estanterías. El miércoles pasado, sobre las 22:30, él, media docena de compatriotas y un rotulista estudiaban los carteles que pondrán para identificar la tienda. Así, un bingo con 22 años de historia y punto de referencia de la Carretera de Cádiz se transformará en un símbolo, pero del avance asiático en el comercio malagueño.

El salón de juegos abrió en 1989. Era propiedad de dos hermanos que tenían cuatro bingos en Málaga (el de El Torcal), Benalmádena, Fuengirola y Extremadura. Problemas familiares provocaron una división del negocio. Un hermano se quedó con el bingo de Extremadura y Fuengirola y otro con el de Arroyo de la Miel y el de El Torcal. Por deudas, Hacienda le cerró el salón benalmadense. El de Málaga siguió funcionando, aunque no sin dificultades. El responsable de Comercio, Hostelería y Turismo, José Antonio Sedano, recuerda que hace tiempo, el bingo El Torcal ya sufrió un embargo. Se llevaron las mesas y las lámparas. Pero la propiedad repuso el mobiliario y siguió abierto. El 8 de junio pasado fue su último día. María de los Ángeles Cañete, delegada de CGT, recuerda muy bien la fecha. Llegó otro embargo de Hacienda por una deuda de 3 millones de euros que la empresa tenía contraída con este organismo y con la Seguridad Social. "Nos dejaron en la calle de un día para otro", relata la representante sindical. Y añade: "Precintaron las máquinas de bolas, los ordenadores, todo".

En total, 43 trabajadores se quedaron sin empleo. La plantilla sabía que la empresa no iba bien porque permanentemente llegaban requerimientos. "Los empleados veían desde hacía años que el negocio iba cuesta abajo y la crisis precipitó la caída", dice Sedano. La empresa entregó a cada trabajador una carta de despido, así que de inmediato pudieron pasar al desempleo. Pero con una media de edad de entre 45 y 50 años, casi ninguno se ha recolocado en el mercado laboral.

Los empleados pusieron dos pleitos. Unos lo hicieron con UGT y otros con CGT. La empresa no se presentó a los juicios y los trabajadores ganaron ambas demandas. De hecho, se les reconoció 45 días por año porque hubo un despido colectivo sin autorización administrativa. "Al encontrarse la empresa cerrada y ser imposible la readmisión, procede extinguir la relación laboral y condenar a la empresa al pago de la indemnización y salarios de tramitación", establece una de las sentencias. Pero los empleados no han cobrado nada. Ni indemnización ni salarios de tramitación. Todavía no se ha declarado la insolvencia de la empresa. Sedano duda que los trabajadores puedan cobrar las indemnizaciones fijadas judicialmente. "Si hubiera algo a nombre de la empresa, Hacienda y la Seguridad ya le habrían metido mano", opina. Por eso cree que seguramente acabarán cobrando 20 días por año a través del Fondo de Garantía Salarial (Fogasa).

La delegada de CGT es de la misma opinión: "El juez concedió los 45 días por año, pero la empresa no tiene nada a su nombre y los trabajadores deberán pasar al Fogasa. Hacienda no ha podido encontrar bienes de los que cobrar". Ahora los empleados están pendientes de un recurso presentado contra la sentencia por algunos trabajadores y del cobro a través del Fondo de Garantía Salarial. Cuenta Sedano que la empresa llevaba desde 1998 sin asentar las cuentas en el Registro Mercantil.

La mayoría de los empleados tenían muchos años de antigüedad en el salón de juegos. Muchos incluso trabajaban allí desde que se abrió, en 1989. El bingo se ha convertido en un exponente de los tiempos que corren: cierre de empresas y expansión de los comercios chinos. Habrá que ir aprendiendo mandarín.

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