El bronceado estaba mal visto entre las clases altas

Hasta hace poco menos de un siglo, estar bronceados no estaba de moda. La blancura de la piel era signo de distinción. Sólo los aristócratas y las altas clases sociales podían permitírselo. Los trabajadores expuestos al sol eran los únicos que estaban morenos. La revolución industrial, y de forma anecdótica la diseñadora Coco Chanel, pusieron en boga esta práctica, que según los expertos tiene influencias positivas y negativas cuando se trata de abuso.

El curso Vivir en torno al sol: influencias sobre la salud y aspectos sociales y educativos que ayer se inauguró en Vélez-Málaga contó con una conferencia de María Victoria de Gálvez, doctora en Medicina y Cirugía por la Universidad de Málaga, en la que analizaba los aspectos sociales que influyen en la exposición al sol y su repercusión sobre la salud.

Según explicó, a lo largo de los años ha habido un cambio de mentalidad del sol como elemento saludable al estético. En la actualidad se impone el bronceado como canon de belleza que contrasta con los efectos negativos del sol. "Los positivos tienen mucho que ver con el bienestar que produce, pero la realidad es que tiene efectos muy nocivos sobre todo en la piel, que es donde interacciona directamente", indicó la directora de este curso que organiza la UMA. "Con la revolución industrial la gente buscaba salir de las fábricas en su tiempo libre para buscar el ocio al aire libre. También el sol se utilizó para curas de tuberculosis", comentó de Gálvez, quien puso de ejemplo a Coco Chanel, referencia de la época, que se paseó bronceada por toda Europa. "Entonces, se convirtió en un signo de alto poder adquisitivo de aquellas personas que podían disfrutar de vacaciones", añadió.

Sobre los efectos negativos, la ponente apuntó los riesgos que entraña "sobre todo a nivel ocular y de la piel", de forma, que según argumentó, "cada vez son más las personas que llegan a los hospitales con múltiples quemaduras o a largo plazo con cáncer de piel". Según indicó, ésta enfermedad se está disparando en los últimos años en los que se detectan más de 50.000 casos a nivel mundial.

Entre los consejos que De Gálvez ofreció están los de evitar el sol en las horas de mayor intensidad lumínica (de 12:00 de la mañana a 16:00 de la tarde), utilizar cremas de alta protección, sobre todo en niños y personas con pieles delicadas y evitar los bronceados artificiales. Además de las quemaduras o cáncer de piel, la directora del curso alertó de que "la piel pasa factura por los excesos del sol" provocando envejecimientos prematuros o fotodermatosis.

Por su parte, Pedro García Fortea, doctor en Medicina y Cirugía e Inspector de la Administración de la Seguridad Social en la Delegación Provincial de Salud, quien también participó ayer en las jornadas, manifestó que "el sol incide no solamente en enfermedades oculares o de la piel sino también en determinados tipos de cáncer, y que sus beneficios están demostrados en enfermedades cardiovasculares, la esclerosis múltiple o en algunos tumores en poblaciones que tienen mayor exposición solar por cuestiones ambientales". Disfrutar de una manera razonable del sol limitando la exposición es fundamental, según García, que señaló que "lo más importante sobre todo es limitar la exposición, porque la eficacia de las cremas solares está demostrada en las quemaduras solares y en determinadas situaciones y no para realizarlo de una manera indiscriminada y a todas horas. Teniendo en cuenta la potencia de la irradiación solar en nuestra latitud en estas fechas, no tiene sentido estar de doce a dos expuestos al sol".

"Salvo que se alteraran los tipos de filtro para las radiaciones ultravioletas que existen en la estratosfera, el cambio climático no tiene porque influir necesariamente en las radiaciones solares, porque es una cuestión de latitudes", apostilló este experto.