Opinión | Territorio Comanche

La burbuja

  • La estrategia debe pasar por la ordenación de los recursos hídricos, y para ello, aparte de contar con todos los agentes involucrados, hay que profundizar en la investigación de subtropicales menos consumidores

El pantano de la Viñuela.

El pantano de la Viñuela. / Daniel Pérez | EFE

Ya ha llovido en este umbral pluviométrico de primavera lo suficiente como para que algunos hayan olvidado que seguimos teniendo un problema de déficit hídrico estructural. Es decir, que con la pluviometría natural en esta época del año, arrastramos un déficit que se corresponde con la no-lluvia tanto de los meses otoñales como de los primaverales del año pasado. Así por entendernos; la naturaleza nos sigue debiendo dos umbrales pluviométricos. No entender esto solo muestra un déficit de comprensión lectora más que preocupante en algunos dirigentes y/o divulgantes. Paralelamente, las ansiadas precipitaciones vinieron acompañadas de unas situaciones de tiempo de levante que, en nuestro caso, desmantelaron no pocas playas artificiales y/o degradantes, de las muchas que tenemos en el litoral malagueño. Tenemos playas degradantes porque hemos controlado hidráulicamente nuestros ríos, de tal manera que los sedimentos que teóricamente deberían llegar al mar se quedan en los diques transversales, o entarquinando embalses. Esto es de primero de hidrología. Es decir, no tenemos arena en algunas playas porque tenemos agua en algunos embalses. Tampoco debe costar mucho trabajo entender esto. De hecho, algunos de los que ya no cumpliremos los sesenta hemos podido comprobar in situ como el embalse de la Viñuela ha modificado la dinámica litoral en algunas playas de la Axarquía, y eso puede ser sucesivamente extrapolado a muchos de los restantes embalses de las Cuencas Mediterráneas Andaluzas.

El factor mediterraneidad y, no sabemos con qué certeza, la incidencia del cambio climático en este hot-spot como es el mediterráneo occidental, está introduciendo una tercera variable en esta ecuación, y es la derivada de la incertidumbre del patrón pluviométrico, manifestada a través de las sequías, lo que supone que, a pesar de estas recientes lluvias, los embalses, o algunos embalses estén muy lejos de su óptimo de aportación.

Así pues, una incertidumbre del patrón pluviométrico que está mostrando la sucesión de sequías anómalas, se agrava con un consumo de agua muy por encima del recurso disponible, lo que nos lleva a plantear seriamente la necesidad de acopio de agua, para cuando vengan mal dadas, pero claro eso supone nuevas restricciones en las aportaciones de arena al litoral, y nuevo desabastecimiento de las escasas playas naturales que poseemos. Además, como nuestro principal recurso es el turismo, hemos creado un ecosistema antrópico basado en playas artificiales, que en realidad son depósitos o vertederos de arena aplanada, con lo que, al no estar sujetos a ninguna ley natural, salvo la de la gravedad, el primer levante o poniente que aparece se encarga de desmantelarla. Y a vueltas con la reposición, que ya sabemos que hay que terminar de una vez por todas con los temporales, que ya está bien de temporales, ¡hombre ya! Y así sucesivamente… pero no nos preocupemos, que se nos llenará la boca de sostenibilidad, una y mil veces, porque es lo que toca, aunque en realidad nos sigamos moviendo en este ciclo de retroalimentación negativo que, de no actuar, solo conducirá a la degradación del ecosistema litoral y de los propios recursos hídricos.

En esta situación de zozobra, hay que encajar declaraciones como las del presidente de Dcoop, en las que afirma que “el problema de la sequía es fundamental y que es urgente buscar alternativas como los trasvases porque con agua, en Andalucía no habría paro, por lo que, si se quiere ganar más dinero con la agricultura, es necesario afrontar debates y actuaciones de calado por muy incómodas o controvertidas que sean. Análisis sintáctico: “Buscar alternativas como los trasvases” Sujeto, verbo y predicado. ¿Desde dónde? ¿Quién va y le explica a alguien que tiene agua por encima de sus posibilidades? ¿Existe ese concepto acaso? El embalse de Iznajar, tan cacareado el año pasado como motivo de trasvase, está actualmente al 29% de su capacidad. Yo propongo que, ahora que vamos a entrar en proceso electoral, aunque en realidad llevemos tres años en él, sean los parlamentarios “protrasvasistas” de las respectivas provincias los que les expliquen a sus vecinos que el agua de su embalse va a servir para tal o cual uso en la provincia de al lado. Efectivamente es demagógico, pero no menos que la que se lleva practicando habitualmente, sin escrúpulos, al prometer en una provincia, afecciones territoriales sobre recursos hídricos que le competen a los de la provincia limítrofe. También puede denominarse poca vergüenza política.

Así que, en efecto, con las circunstancias geoambientales que posee Andalucía, de poseer agua no habría desempleo. Probablemente tampoco en el desierto del Sahara, y ahí están los oasis para refrendar esta teoría. Y ahora viene la segunda derivada… ¿Cuánta sería el agua suficiente? ¿Cien hectómetros cúbicos más? ¿Por qué no 500? ¿Cuántas miles de hectáreas de aguacates podríamos regar más? ¿Cuántos millones de turistas podrían venir más? Y por último, ¿hemos aprendido algo de este proceso desarrollista desenfrenado que nos lleva a consumir muy por encima de la disponibilidad de los recursos que tenemos? Reconozco que es más cómodo seguir instalados plácidamente en la burbuja e instar a que sean otros los que nos resuelvan los problemas que estamos generando nosotros.

Aunque el papel lo aguante todo y hablar siga siendo gratis, el incremento del agua disponible no parece tarea fácil, puesto que ni se pueden incrementar los aportes pluviométricos, ni trasvasar grandes cantidades de agua de áreas colindantes, porque ya vemos que la autopista del agua ha mermado y no llega a ser ni un mero azud de derivación. Las soluciones posibles han de venir de la regeneración de aguas para riego, la desalación, la adecuación de especies menos consumidoras y la optimización de regadíos, y en todo eso, la investigación, el I+D+i, tiene mucho que decir.

En definitiva, y habrá que repetirlo una y otra vez, la única estrategia debe pasar por la ordenación de los recursos hídricos, y para ello, aparte de contar con todos los agentes involucrados, hay que profundizar en la investigación de especies de subtropicales menos consumidoras de agua, en la optimización del riego mediante sistemas de regadío inteligente que consideren las necesidades de agua de la zona radicular de las plantas, en función de la capacidad de retención de los suelos, así como potenciando el riego subsuperficial en la zona radicular de los árboles, como sistema adaptativo y eficiente. Y por encima de todo, vincular toda la demanda de agua necesaria para satisfacer las diversas actividades territoriales, con la disponibilidad de recursos hídricos posibles, que es algo básico: de cuanto disponemos-cuanto podemos gastar. Todo lo que no sea eso, son intereses o milongas, aunque claro, entramos en elecciones, así que deberán disculpar las promesas.

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