Cabalgata de Reyes de Málaga capital

Por el camino de los Reyes

  • Melchor, Gaspar y Baltasar hicieron posible el milagro de la ilusión gracias a los caramelos y presentes que entregaron durante la Cabalgata

El rey Melchor, por el Paseo del Parque.

El rey Melchor, por el Paseo del Parque. / Marilú Báez

El ambiente navideño que desde noviembre inunda la ciudad gastó ayer su última sonrisa con la llegada de los Reyes Magos. A la hora en que la luz dejaba paso a la noche se abría el ritual que condensa la vida de todo un año en torno a la Epifanía. Nada puede luchar contra la ilusión, hecha realidad a un precio muy asequible.

Los Magos de Oriente desembarcaron en la madrugada del viernes al sábado en la ciudad. Sigilosos. Escondidos en la penumbra de los jardines de Puerta Oscura, hicieron noche en la fortaleza rojiza que rompe el cielo en el centro histórico. Allí, minutos antes de iniciar su discurrir, los tres Reyes recibían los primeros abrazos de niños mientras el Gaudeamus Igitur -ya saben, son Sabios- sonaba en voces adultas. La emoción contenida no pudo más cuando Melchor, Gaspar y Baltasar aparecieron bajo los arcos de la Alcazaba con su corte preparada para llegar al Consistorio malagueño.

Siempre han existido favoritos entre los más pequeños. Melchor –acompañado solo por mujeres como portadoras del cofre de oro dentro de su cortejo real– apenas podía avanzar sin saludar y recibir fotos cuando bajaba por Pintor Nogales; Gaspar no cesaba su sonrisa y Baltasar entregaba sus manos a todos los pequeños mientras, al fondo, la figura del alcalde de Málaga, Francisco de la Torre, esperaba con paciencia. Las medidas de seguridad se vieron ampliadas en la presente cabalgata y se notó con espacios más estrechos y un dispositivo mayor que en años anteriores.

Llegados a la Casona del Parque, y tras saludar desde la escalinata a los sones de la Banda Municipal, la impaciencia de los más pequeños se prorrogó unos minutos más, pues Alberto Rodríguez Corzo -al que no se pudo ver desde el suelo por la distancia guardada con la barandilla-, deseó a Melchor una guía para alcanzar un camino recto, vitalidad a Gaspar y respeto a Baltasar, en una lectura de carta que dejó de lado los juguetes para solicitar sentido común en tiempos de tribulación como los actuales.

Finalizada la lectura de la carta, los Reyes volvieron al interior del Consistorio para despachar con las autoridades mientras un “hola Málaga” se colaba por los altavoces. Los niños cuentan con esa picardía que los adultos agudizan cada cabalgata para acercarse a un micrófono y que una amplia representación ciudadana le escuchase a pie de calle. Mientras, las primeras carrozas se acercaron ya a la avenida de Cervantes y los caramelos comenzaron a volar. Gritos ahogados y manos extendidas para conseguir cada pieza, con una amplia variedad de gominolas, dulces navideños y una gama de sabores para todos los públicos.

Los Reyes Magos y sus pajes, a la salida de la Alcazaba. Los Reyes Magos y sus pajes, a la salida de la Alcazaba.

Los Reyes Magos y sus pajes, a la salida de la Alcazaba.

Mientras la luz desaparecía en el Paseo del Parque, el cortejo avanzaba creando una peregrinación tan estrafalaria como necesaria: enanitos del bosque, el protagonista de Ratatouille, superhéroes, personajes de la factoría Disney, bailarines piratas... todo vale en una celebración donde la magia y la inocencia se dan la mano. Nadie quiso dejar al azar la oportunidad de ir bien cargado a casa con la preciada golosina y centenares de bolsas estaban preparadas para verse llenas en apenas minutos.

A ellas se suman otros grupos que son fieles a esta celebración: las bandas de cornetas y tambores del Real Cuerpo de Bomberos y de la Victoria, el grupo de zumba de la asociación de mujeres de García Grana o las batukadas -este año cuales pastores de Belén en una escena peculiar- precedían a los Reyes Magos.

Los pajes de Melchor, en la carroza. Los pajes de Melchor, en la carroza.

Los pajes de Melchor, en la carroza.

En su afán por hacer posible una cabalgata aún más rica, la archicofradía de María Auxiliadora guardó numerosos presentes a los que sumaron papelillos de colores, serpentinas y premios de los pajes reales. Más acción cofrade aportaron Zamarrilla, Dulce Nombre y Sepulcro, que promovieron tres carrozas antes de las más esperadas.

Pero si una de las novedades llamó la atención del público y regaló momentos de nostalgia en el imaginario colectivo fue la presencia de Peneque el Valiente, en el 60 aniversario de la aparición de la marioneta de la familia Pino. El cántico de Peneque, Peneque, ¿dónde te metes? se escuchó innumerables veces ante su carroza donde procesionaron todos los personajes en un escenario de títeres creado para la ocasión.

Bomberos lanzan tiras de serpentina. Bomberos lanzan tiras de serpentina.

Bomberos lanzan tiras de serpentina.

Los Reyes Magos se dispusieron, tras el cortejo, a hacer realidad los sueños de cuantos niños esperaban con sus coronas de papel a ambos lados de las aceras. Las carrozas, de estreno, inundaron con la luz su camino. Melchor no cesó de lanzar caramelos nada mas alcanzar la cima de su carroza. Gaspar ideó un sistema para que sus pequeños no dejasen de tener caramelos en ningún momento mientras Baltasar confiaba en sus pajes para que sus presentes llegasen a todos los rincones de Málaga.

El camino hacia el Belén pasaba por el Paseo del Parque, donde innumerables malagueños acudieron en familia para presenciar la Cabalgata de los Sabios de Oriente. Las sillas fueron, otro año más, insuficientes para la alta demanda: nadie quería perderse el momento de saludar a los Reyes.

Melchor y su séquito avanzan a pie. Melchor y su séquito avanzan a pie.

Melchor y su séquito avanzan a pie.

En ese momento, con todo el cortejo avanzando hacia calle Larios y sus colosales luces, la verdad de los ojos de un niño vale más que cualquier elemento decorativo que circunda este fenómeno que se repite cada Navidad.

Por eso, y en apenas un instante, la conexión de quienes coronaban las carrozas y los pequeños se hacía complicidad con el primer regalo. La misma que en el hotel AC Málaga Palacio dedicaron sus directivos y empleados a familias con hijos ingresados en la unidad de Oncohematología del Materno Infantil, a quienes premiaron su lucha con presentes y centenares de pelotas de goma.

Los Reyes Magos vieron, desde las alturas, el camino largo que aún queda en la Alameda Principal para volver a verla con lustre. El Marqués de Larios se perdió por vez primera la cita en décadas, esperando que su figura vuelva a mostrarse en próximos meses para ser el espectador de excepción. Tras cruzar la Tribuna de los Pobres -en su posible despedida- y Carretería, enfilaron Álamos hasta la histórica plaza de la Merced.

Gaspar saluda desde la carroza. Gaspar saluda desde la carroza.

Gaspar saluda desde la carroza.

Al desembarcar de sus carrozas, continuaron Sus Majestades el sendero hacia la Catedral. Allí, Jesús, María y José esperaban al pie del templo hechos de nuevo carne para recibir a los Sabios en la Epifanía. De esta forma, la Cabalgata cobra sentido y devuelve la fe. Con cánticos navideños ofrecieron oro, incienso y mirra con los que poner el broche a una milenaria tradición con sabor a fantasía.

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