La capacidad de Kenneth es la música. Su cuerpo no se mueve, pero el talento tampoco lo necesita. Sólo con su boca y un ordenador, Kenneth Iversjo Díaz arma melodías definitivas nota a nota. A golpe de intuición y sensibilidad musical, el joven va incorporando los oboes, las trompas o clarinetes. El resultado es redondo y toca todos los palos: desde la música clásica, al rock o el chill.
El empuje de Kenneth no se detiene en la música: también tiene la capacidad de escuchar y ayudar a los demás, dentro de poco lo hará desde un gabinete psicológico. Hace cortos, vídeos, guiones… Este estudiante de Psicología, que arrastra una tetraplejia desde hace siete años, no para.
Está encerrado en un cuerpo que no le responde, pero consigue que su entorno sea un poco más libre. Y éste es el pivote sobre el que quiere levantar su vida, que reinventa con insistencia y más pasos al frente que hacia atrás, desde hace siete años. "Ayudar a los demás es una sensación muy placentera", sostiene.
Tenía 20 años cuando tuvo el accidente que cambió violentamente su vida y la de toda su familia. "Estaba esquiando en Sierra Nevada con unos amigos; yo iba delante cuando me encontré con un bache en el borde de la pista que sorteé con un salto, pero no calculé bien porque yo creía que iba a dar una voltereta y caer de espaldas, pero caí de frente, con el cuello, todavía no sé por qué no puse las manos", explica. Veinte años y una fractura de cuello sin reverso. En un sólo segundo, este joven quedó tetrapléjico y dependiente de por vida. Quizá esto último es lo que más le duele. Ahora está a punto de independizarse y en eso va a concentrar todas sus energías. Lo demuestra cada día, capacidades le sobran, con una empatía y fuerza de voluntad arrolladoras.
Antes del accidente, Kenneth trabajaba de quiromasajista en un hotel. Con las manos lo decía todo y de repente tuvo que reinventar nuevas fórmulas para comunicarse, para expresar lo que sentía a su familia, sus amigos. Y lo ha conseguido.
Ahora mismo, sus padres son sus manos y sus pies, su corazón. La relación de la familia es estupenda y todos se vuelcan con todos.
La cabeza de Kenneth va a toda máquina y con el ordenador no sólo compone ( tiene casi un centenar de melodías), sino que monta cortometrajes y vídeos. Para ello cuenta con un sistema de infrarrojos que le permite manejar el ratón desde la cabeza. Sólo necesita ayuda para apagar y encender la máquina. El resto, es para él. Kenneth tiene una limitación, pero mil capacidades. Tiene toda la vida por delante.
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