Firmas y lágrimas en la Catedral de Málaga por la muerte del Papa Francisco: "Iremos a su entierro"
Devotos de medio mundo acuden al templo malagueño para mostrar sus condolencias tras el fallecimiento del Sumo Pontífice
Actos religiosos en Málaga por la muerte del Papa Francisco

A los pies de la iglesia del Sagrario hasta tres vendedores, a escasos metros entre sí, confluyen en espacio y tiempo exponiendo sus preceptivas mercancías. Abalorios, abanicos y retratos personalizados. Todos ellos, perfectamente dispuestos, compiten, cada cual en su liga, con el fin de captar la atención del enjambre de turistas que trasiega por la zona. Ora tras su correspondiente guía turístico, ora siguiendo el camino que marca Google Maps, el flujo de cabelleras rubias y epidermis sin broncear escala hasta niveles apabullantes, incluso a estas alturas, un lunes pasadas las una de la tarde. El sol aprieta como no lo hizo en la víspera, en que la previsión meteorológica dejó al Cristo Resucitado y la Virgen Reina de los Cielos sin salir, los operarios terminan de desmontar las últimas tribunas junto a la Plaza de la Marina y Molina Lario, las terrazas empiezan a animarse y decenas de fieles hacen cola en el interior de la Catedral, a casi 1.600 kilómetros en línea recta del Vaticano, para estampar su firma en el libro de condolencias por el fallecimiento del Papa Francisco.
Embargados por un ambiente de silencio e introspección, muchos están siendo los malagueños (y sobre todo extranjeros) que se están acercando hasta el templo para mostrar su pésame y realizar los ritos pertinentes tras la muerte del Sumo Pontífice, quien hace apenas un día reaparecía para dar la bendición Urbi et Orbi (a la ciudad y al mundo), escenificando su delicado estado de salud, y desear una "buena Pascua" a los devotos congregados en la Plaza de San Pedro. En un discreto segundo plano para no entorpecer las visitas al templo, esta mañana había quienes se paraban a prender una vela tras escribir unas palabras de afecto para Francisco, mientras que otros, sentados, ponían en práctica la recomendación dispuesta por la organización en forma de cartel, rogando una oración por el eterno descanso del Papa. En la fachada del Ayuntamiento, las banderas ondeaban a media asta.
Sin hacer apenas contacto visual y con las lágrimas brotadas, Marisol Peña, colombiana de vacaciones en España, acudía hasta la Catedral para despedirse del Santo Padre. "Allá casi nunca nos visitan los Papas, pero nosotros nos sentimos muy cercanos con Francisco porque somos latinos", comentaba. "Por eso he venido a darle las condolencias para que llegue al cielo. He escrito algo muy sencillo, que Dios y la Virgen María lo reciban en su Reino", añadía antes de perderse de nuevo en la marea de fieles anónimos, tan solo distinguidos por sus afectuosas rúbricas entre páginas, en las que pueden leerse frases de cariño procedentes de medio planeta.
"Condolencias y mucho amor", dejaba escrito un feligrés (o feligresa) de Perth, la capital de Australia Occidental, ubicada en la intersección del río Swan con la costa suroeste. "Dios guarde el alma de nuestro querido Papa Francisco", dejaba inmortalizado otro, con letra mayúscula, a nombre de una familia completa, desde el otro extremo del globo, México. También, entre tanta despedida, alguna suerte de descenso a los infiernos de la realidad, lamentando que no se pueda acceder a la Catedral, cuyas campanas han doblado en señal de luto a la hora del ángelus, de manera gratuita un día como hoy.
Con varios cirios "recién adquiridos" entre las manos, Antonia Luque, que se reconocía una gran frecuentadora del templo, aseguraba debatirse entre dos sentimientos. "Siento mucho lo del Papa, pero por otro lado estoy contenta porque ya no sufrirá más, ¿me explico?", compartía esta malagueña poco amiga de lo fortuito. "Cuando uno va a morir el de arriba mira si se han hecho obras buenas. Fíjate si ha sido así que cuando el Señor ha resucitado se lo ha llevado. No ha sido casual", insistía. "Le mando allá donde esté un abrazo". Tras ella, varios jóvenes en prácticas en el archivo y voluntarios hacían lo propio, compartiendo un mensaje de fraternidad y su deseo de que Francisco sea acogido por la Virgen María.
Joviales en la conversación, pese a todo, se mostraban Belinda López y Andrea Valeria Nieto, naturales de Honduras, que pensaban acudir este domingo a Roma a la canonización de Carlo Acutis, el adolescente italiano de 15 años fallecido en 2006 por una leucemia que se labró fama mundial por su labor evangelizadora a través de internet. "Se ha suspendido, ¿no?", hablaban entre ellas. En su hoja de ruta figura también asistir al primer Jubileo de Jóvenes de la historia, que tiene lugar la próxima semana, y al que se espera que acudan más de 80.000 jóvenes. "A Francisco lo vimos en la Jornada Mundial de la Juventud de 2023. Ahora tenemos el pesar de que no lo vamos a poder ver el domingo, así que iremos a su entierro y pediremos que llegue al cielo y que ore por nosotras", relataban estas fieles tras estampar su firma.
También te puede interesar