Málaga

Ni un ciclista más muerto en la carretera

  • Marcha por el accidente que le costó la vida a Enrique

Faltaban unos minutos para que dieran las 10:00 y la estampa en los alrededores del Ayuntamiento era la de más de medio millar de ciclistas movidos por un mismo motivo: recordar el atropello mortal de Enrique justo cuando se cumplía una semana y reivindicar con ello que se tomen medidas para evitar que se sigan perdiendo vidas en la carretera mientras se practica deporte. Empezaban a caer las primeras gotas de la jornada, muchos habían dejado tareas pendientes en casa para sumarse a la movilización; venían de diferentes puntos de la capital e incluso de otros municipios de la provincia, eran compañeros de trabajo, amigos, conocidos o simples ciclistas como lo era Enrique. Las excusas se dejaron atrás, la emoción contenida se palpaba en el ambiente desde el primer momento, al igual que la rabia contenida por una muerte temprana.

Ataviados con sus maillots y sus cascos, se dirigieron con sus bicicletas a la puerta de la Casona del Parque para escuchar el manifiesto elaborado por las tres asociaciones que habían convocado el evento -Ruedas Redondas, el Sindicato Unificado de Policía y el Club Ciclista Malagueño-. Se recordó a Enrique, el policía nacional que perdió la vida el pasado domingo 2 de febrero a las 7:20, cuando practicaba deporte por la avenida Ortega y Gasset, a la altura de la zona de El Tarajal. Y se matizaron las terribles circunstancias, pues fue a manos de una conductora que dio positivo en los controles de alcohol y drogas. La lógica se impuso en el escrito, con la conclusión de que es necesario crear conciencia social para que el conductor sea respetuoso con el ciclista y lo trate en la carretera de manera adecuada. Todo ello acompañado de una educación vial que debe inculcarse desde el colegio.

La marcha hacia el lugar del siniestro se inició como si de una etapa del Tour se tratara. El pelotón fue en todo momento protegido por la Policía, que se encargó de cortar el tráfico en cada una de las rotondas que se cruzaban al paso ciclista. Fue un día seguro para coger la bici y circular por la calzada, lástima que a diario no se pueda pedir escolta policial para sentir la misma seguridad, pensaba en voz alta más de un ciclista.

Por el camino, algunos se lamentaban del atropello mientras otros se preguntaban dónde estaba exactamente el lugar en el que Enrique perdió la vida. Uno de los ciclistas le contestaba: "Ya lo verás es una recta, yo es que no me lo explico". La lluvia arreciaba, llegaban las primeras subidas, pero los ánimos no decaían. Algunos se quedaban atrás porque habían pinchado e intentaban solucionarlo lo más rápido posible para no perderse el homenaje final. Tras la bajada de El Viso estaba ya cercano el lugar y la marcha se fue aminorando. Los ciclistas que tenían alguna duda sobre el punto exacto salieron de dudas, sí era un sitio con visibilidad buena. Las lágrimas contenidas durante parte de la mañana empezaron a aflorar. Se guardó un emotivo minuto de silencio y la familia del fallecido le hizo una ofrenda floral, al igual que sus compañeros en una cruz instalada justo detrás del quitamiedos. Visiblemente afectados sus familiares más allegados sacaron fuerzas para ir hasta el lugar y agradecer a todo el mundo su apoyo. Ya nada les podrá devolver a Enrique, pero quizá su muerte sirva para remover conciencias y que no muera ni un ciclista más en la carretera, como se gritó tras los momentos de silencio.

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