Cuando se les cierra la puerta del aula

Alrededor de sesenta alumnos expulsados de diversos centros han pasado por el Aula de Intervención Socioeducativa de Benalmádena, puesta en marcha en el último trimestre del año pasado

Dos alumnos delante de un mural en el que explican sus objetivos a corto plazo.
Dos alumnos delante de un mural en el que explican sus objetivos a corto plazo.
Nuria Alonso / Benalmádena

09 de diciembre 2008 - 01:00

¿Qué pasa cuando un alumno es expulsado de un centro educativo durante varios días? Ésta es la pregunta en su día se hizo el Ayuntamiento de Benalmádena, y con el propósito de darle respuesta se creó en el último trimestre escolar del año pasado el Aula de Intervención Socioeducativa, conocida popularmente como Aula de expulsados.

Esta experiencia, pionera en toda la provincia puesto que hay muy pocas iniciativas de este tipo trabajando a pleno rendimiento, se puso en marcha gracias a un esfuerzo conjunto entre las concejalías de Bienestar Social y Educación, y durante el tiempo que lleva trabajando han pasado por ella casi sesenta alumnos de enseñanza secundaria: "Es una opción voluntaria y el que acepta venir es porque le resulta una alternativa muy positiva. Realizamos un trabajo personal con cada uno de los niños e intentamos suplir durante este tiempo sus carencias educativas", explica la educadora de Bienestar Social Carmen Garrido.

Los trámites para acceder son sencillos; el centro una vez tramitada la expulsión realiza un informe de derivación y los padres de los alumnos deben ser los que soliciten esta opción alternativa. Así se pone en marcha el mecanismo de ingreso una vez que el psicólogo y el pedagogo, que son los que trabajan diariamente con los niños, conocen las circunstancias personales y la problemática de cada niño: "Si vienen por primera vez nadie se queda fuera, pero en el caso de que sean reincidentes hay que discutir si se aceptan de nuevo en el aula de intervención. Tenemos un máximo de diez alumnos", detalla Carmen.

Sin embargo, además de la parte educativa, que los institutos marcan ya que determinan cuáles son las tareas que los niños deben realizar durante su expulsión, la parte psicológica toma un especial relieve: "Hay niños que vienen hasta con las libretas sin estrenar, por ello se sorprenden de que puedan trabajar tanto. Aquí también enseñamos técnicas de resolución de conflictos, a comunicarse… Y después de todo este trabajo les realizamos un seguimiento también en su centro de estudios habitual", asegura Carmen.

Entre las técnicas psicológicas que se emplean, además del continuo diálogo profesor-alumno, se crean murales con títulos tan informativos como Hoy me siento o el cariñograma gracias al cual se intercambian mensajes entre los miembros de la clase o incluso son capaces de marcarse retos diarios; "Es una experiencia muy positiva porque los tenemos aquí con una dinámica de trabajo intensa y no están en la calle o en casa durante el tiempo de su expulsión. Así cumplimos todos objetivos que nos marcamos con ellos", explica la pedagoga, Yolanda Gil.

De hecho los propios alumnos se muestran "muy sorprendidos" por el trato personal que reciben de las profesoras, siempre dentro del respeto, y con lo que pueden llegar a hacer durante el tiempo que dure su expulsión. "Aquí no somos tantos y nos prestan la atención que nos hace falta, estudiamos de una manera diferente y a mí me gustan las clases así", apostilla Ana, una de las alumnas.

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