"Algunos clientes entran con el paraguas abierto"
El interior del mercado de Atarazanas, el zoco por excelencia de Málaga capital, volvió ayer a presentar la estampa de un espacio mojado en cada uno de sus rincones. A las pisadas de las decenas de clientes que desde primera hora deambulaban por sus pasillos buscando el mejor producto se sumaron, como siempre que el cielo descarga, las ya tradicionales goteras de Atarazanas. Las filtraciones forman parte del escenario desde apenas unos meses después de que el inmueble, objeto de obra de rehabilitación de algo más de nueve millones de euros, mostrase las primeras humedades. Y, desde que eso ocurriese en noviembre de 2010, "todos los años, cuando llueve, pasa lo mismo".
La voz de los comerciantes, ya sean pescaderos, carniceros o fruteros va en la misma línea. Algunos, situados en el centro del equipamiento aseguran tener la fortuna de que las goteras son menos ostentosas, pero los testimonios apuntan que por muchos parches que han intentado ponerse en los últimos años, la tara sigue presente. "Más de un cliente nos lo comenta; dicen que llueve dentro más que en la calle", explica Antonio Mellado, uno de los trabajadores del mercado. Incluso, apunta con no poca ironía que algunas personas optan por entrar al zoco con el paraguas abierto porque "más de una vez les ha caído el agua encima".
A las goteras que dejan acumularse el agua en el suelo del mercado se suma la escasa capacidad de los muros de fachada de la construcción para impedir el paso del agua. "Al parecer porque han tenido que respetar las fachadas originales del mercado", explica Juan Nieto, que tiene dos puestos de frutas y verduras. El inmueble en el que se asienta el zoco está declarado Bien de Interés Cultural (BIC), lo que limitó la capacidad de la intervención que se efectuó años atrás. Para este comerciante, más allá de los problemas generados, "lo importante es que están en proceso de solucionarlo".
Juan Francisco Márquez es el responsable de otro puesto de verduras. "Se filtra el agua, se ha llevado toda la pintura del suelo. Para qué lo voy a pintar si al final se lo lleva el agua", dice. Casi a modo de súplica pide que el agua no llegue. "No quiero el agua, no quiero la lluvia... Dicen que el problema es el viento, que hace que la lluvia caiga hacia el interior, habrá que rezar para que no haga viento", comenta. Recuerda que en las primeras ocasiones, las filtraciones acaban por estropear la fruta que dejaba más próxima al suelo. Ahora, para evitarlo, "cuando llueve, pongo cajas vacías". "A veces he tenido que subirme al puesto y pedirle a los pescaderos ¡corcho, corcho! porque ha caído mucha agua en el puesto de carne", comenta David Cómitre, otro de los comerciantes.
En este escenario, los técnicos de la empresa que desarrolló la rehabilitación de Atarazanas, Sacyr, vuelven a trabajar sobre la cubierta, con el fin de dar una solución definitiva a una dolencia que se antoja crónica en esta construcción. Muestra de ello es lo que cuenta el presidente de la asociación de comerciantes de este zoco, David Ruiz, que insiste en que son ya varias las ocasiones en las que esta misma firma ha tratado de poner coto a las goteras. Ahora vuelve a hacerlo. Según comunicó días atrás el Ayuntamiento, Sacyr trabaja desde hace una semana para solucionar las filtraciones. ¿Será la definitiva? Habrá que esperar a que el cielo vuelva a descargar su divino tesoro.
La solución que se aporta, valorada en unos 39.300 euros, es doble: en la nave central, dedicada a pescadería, se colocará una pieza sobre el canalón, que permitirá ganar en altura y recoger una mayor cantidad de caudal; en las naves laterales, se colocará un canalón perimetral de chapa conectada en seis puntos de su recorrido a otras tantas bajantes de rápida evacuación.
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