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Málaga

Un comedor para 'gourmets'

  • El colegio La Candelaria respeta un programa de alimentos ecológicos que levanta pasiones entre docentes y alumnos

Ana María Silva, Pili Conejero, María Victoria Delgado y Mariví Márquez están haciendo un puchero con verduras. Casi tres horas llevan picando 15 kilos de puerros y otros tantos de patatas, cinco de acelgas, zanahorias y nabos y ocho kilos de calabaza. Seis pollos y dos kilos de ternera irán también a la cazuela. De segundo preparan asado de lomo de cerdo y de postre una pera o un kiwi ecológico. El rico olor se expande por los pasillos y es inevitable que los profesores hagan algún comentario al respecto. Así, con estas manos y estos avíos, no es de extrañar que la mitad de los alumnos del Colegio Nuestra Señora de La Candelaria se queden a comer. Tampoco se pueden resistir los docentes que deciden degustar los menús que preparan las cocineras de este colegio de Benagalbón.

Aquí se cocina a diario. Una práctica que empieza cada vez a verse menos en los comedores escolares, donde el 80% de los centros malagueños lo hacen a través de catering. Comida transportada en contenedores con el sistema frío. Un sistema que rechazan muchos padres al considerarla menos saludable. "Nosotros estamos encantados de cómo comen nuestros hijos. Todo el mundo habla de lo bien que se alimentan porque es de lo mejorcito que hay. Es comida casera al cien por cien", comenta la profesora del Ampa Lourdes Caña, que asegura no estar preocupada por un posible cambio en su cocina. "No lo permitiríamos después de treinta años con el comedor abierto", añade.

En esta misma tesitura se encuentra el director, Antonio Palomo, quien aclara que ni han recibido ningún tipo de comunicación ni quiere polemizar sobre las diferencias en la alimentación. Eso sí, se pregunta qué buscan los comensales cuándo van a un restaurante. "Acudimos a establecimientos donde se hace la comida en el día, no está prefabricada y sabemos que se está elaborando en el momento. Pues para los niños, igual", responde Antonio, que explica que actualmente comen en el colegio entre alumnos y profesores 350 personas. "Tenemos buenas cocineras y buenos productos, por tanto, el resultado tiene que ser una buena comida", añade mientras defiende el mantenimiento de la línea de gestión directa de los comedores. "Comer no significa sólo alimentarse. También se trata de una presentación y de un gusto", manifiesta sincero sobre la importancia de que se elaboren in situ los alimentos.

Desde el año pasado, el colegio de La Candelaria, según explica, se ha adherido al Programa de Alimentos Ecológicos de la Junta de Andalucía. Más de un 60% son naturales. Desde las frutas, a la pasta, el aceite, las legumbres o el pan. Los menús no se repiten hasta la quinta semana y se elaboran según la recomendación dietética de un estudio realizado por la Junta. Este año se ha aconsejado eliminar algunos fritos para introducir más cocina al horno.

"La comida cuánto más reciente esté hecha, mejor", repite Ana María, la cocinera más veterana del colegio, que no se resiste a dejar la cocina del colegio. Llega junto a sus compañeras a las 8:30 y no dejan los fogones hasta las 17:00. "No hay ratos para el descanso, cuando hay algún hueco nos ponemos a picar lo del día siguiente. Si no, no habría la calidad que nos gusta", defiende esta profesional que no se le escapa pedir a la administración más personal porque en sólo dos años, han aumentado en 60 personas el número de comensales. "Ya que cierran cocinas que nos manden refuerzos con ese personal laboral", sugiere.

Los primeros platos se reparten entre legumbres, arroces, potajes de garbanzos y pastas. "Se comen hasta la cazuela de fideos, de patatas y las judías", bromea otra de las cocineras. El pescado siempre blanco o rosado "y una vez al mes compramos el que haya fresco de la bahía. No se mira el precio". Entre los platos preferidos de niños y maestros, está el tan malagueño gazpachuelo. "Y albóndigas y croquetas con estas manitas. Aquí no hay nada precocinado", apunta otra. Sopa de picadillo, crema de calabacín. Los profesores y los padres también sugieren ideas. "No me parece nada apropiado que por un lado nos vendan la dieta mediterránea y por otro metan a catering con comida elaborada de varios días", argumenta Ana María quien recuerda que además de los menús diarios tienen que elaborar dietas especiales para niños con alergias.

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