Torre del puerto de Málaga: El complejo hotelero y comercial del dique de levante puede colapsar la ciudad

Vista alejada de la torre del puerto de Chipperfield
M.H
Rafael Esteve Secall

Supongo que el recién anunciado nuevo proyecto de torre del Sr. Chipperfield, hasta ahora sólo algunas infografías, pondrá el contador administrativo a cero. Por eso limito la siguiente reflexión al proyecto actualmente aprobado.

Con el dedo señalando hacia arriba hemos dirigido la mirada hacia la torre hotelera, su altura. De esta forma la atención ha estado concentrada en ese disparate, distrayendo la necesaria mirada hacia el basamento comercial de 12 metros de altura y un subterráneo, sobre el que aquélla se eleva, donde radica su mayor peligro.

Las imágenes paisajísticas, científicamente elaboradas por el catedrático de Geografía Matías Mérida sobre la huella de la torre portuaria, ponen los pelos de punta. De ahí que, una vez demostrada la inviabilidad hotelera, conviene analizar las consecuencias que esa base y su aparcamiento desencadenarán sobre la ciudad. Porque este gigantesco negocio inmobiliario contempla la venta de las 52 suites especiales proyectadas que, a 2 millones de euros cada una, significa recuperar la inversión total de la construcción prevista en 106 millones de euros. Incluso es factible que se vendan, no sólo esas sino otras más, durante los cuatro años que durará la construcción y después, dados los intereses involucrados y el tipo de cliente internacional al que se orienta.

Una vez en marcha la obra, la explotación hotelera pierde el interés que nunca ha tenido. Cumplió su cometido de “disfrazar “ el oculto objetivo inmobiliario prohibido por ley. Entonces el negocio cambia de objetivo: el arrendamiento del centro comercial. Porque el proyecto de la torre portuaria esconde un nuevo centro comercial en las dos plantas del macizo basamento citado. Y aquí aflora lo que podríamos calificar de riesgo cierto de colapso de la ciudad debido a los atascos de tráfico.

¿Cómo? Su semilla radica en la atracción de tráfico del Muelle Uno y de sus aparcamientos. De ahí que la adicional captación de clientes del Nuevo Centro Comercial del Dique de Levante amplíe sinérgicamente los problemas; pues el nuevo aparcamiento subterráneo, –460 plazas– se convierte en factor de atracción y foco adicional de congestión de tráfico que acabará atascando más tiempo y con mayor frecuencia todo el recorrido entre el Parque y el Dique de Levante. De ahí los atascos devendrán colapsos que se extenderán por todo el cordón litoral, ante la debilidad de la red viaria urbana. Además el tráfico generado por el nuevo Centro Comercial, a escasos metros de los muelles de cruceros, puede originar graves interferencias en el normal funcionamiento de la prioritaria actividad portuaria de la estación marítima de cruceros y muelles colindantes. Más piedras sobre el propio tejado portuario.

¿Exagero? ¿Podría alguien vaticinar qué ocurrirá con el tráfico rodado de todo el corredor este–oeste , incluida la circulación por el centro neurálgico de la ciudad, la plaza de la Marina, cuando el acceso a más de –¡ojo!– 1.500 aparcamientos subterráneos sucesivos (Pompidou, Farola y centro comercial del Dique de Levante) sólo cuenta con un único carril de entrada por el Paseo de la Farola y uno de salida en el paseo Ciudad de Melilla? El del Paseo de los Curas se cierra para dar fluidez al tráfico cuando se producen atascos allí.

Como conductor habitual por esa zona, –dada la interrelación que existe en el tráfico por las vías urbanas que cito– pronostico que el colapso del tráfico será muy frecuente en la Plaza de Torrijos, entradas y salidas del Parque, del túnel de la Alcazaba, de los paseos de Reding, de los Curas, de la Farola, del Ciudad de Melilla y doble circulación por Cánovas del Castillo y plaza de la Malagueta.

A esa problemática circulación rodada, sumo 860 plazas adicionales del aparcamiento público subterráneo de calle Cervantes, a cien metros del parque, semáforos, pasos de peatones, cruces y cambios de sentido, accesos adicionales de algunas pequeñas y estrechas calles, que dan salida a los aparcamientos del Pompidou y acceso a los privados de los edificios del barrio, Google incluido.

Todo este maremágnum se complica aún más por las terminales de líneas urbanas de autobús en la plaza de Torrijos, a los que se suman las decenas de autobuses discrecionales al servicio del excursionismo de los pasajeros de los cruceros. El desembarco de varios miles de ellos es algo cotidiano. Sólo con que un 5 o 10 por ciento contraten excursiones suponen ya una grave complicación añadida al tráfico de la ciudad. Y me olvido del tráfico de camiones durante la construcción.

En la pasada Feria padecí la desagradable situación de permanecer en mi coche –motor en marcha con otras decenas de automóviles–, tres cuartos de hora en el interior del aparcamiento del Pompidou, para salir de él al coincidir con el final de una corrida de toros. Pensé en la falta de seguridad de la Malagueta por el creciente colapso circulatorio que lo hará cada día más inhabitable y peligroso por las crecientes dificultades para atender a cualquier emergencia.

Y ¿qué pasará con el tráfico de cruceros cuando durante 4 años aparezca junto a la Estación de Cruceros una gigantesca construcción que dificultará las operaciones de embarque y desembarque de los cruceristas? Porque lo mismo que llegan se irán los barcos. Nada les ata a Málaga que sólo es una escala fácilmente intercambiable y sustituible por otros puertos. Son nuevas piedras que caerían sobre el propio tejado portuario.

Mi diagnóstico del futuro que avizoro es que el complejo hotelero y comercial del dique de levante será la guinda del colapso de la ciudad. Pues, por muchas restricciones permanentes que puedan implantarse al tráfico de vehículos particulares, dudo que se adopten pues serían nefastas para los intereses comerciales existentes y del nuevo Centro Comercial. Los aparcamientos resultan esenciales a fin de atraer clientes a cualquiera de ellos; en este caso los del Muelle Uno y del previsto en el Dique de Levante. Su proximidad los reforzará mutuamente de ahí mi pronóstico de crecimiento exponencial de los atascos. Además, bajo cualquier circunstancia, el más perjudicado sería siempre el negocio comercial más alejado de la ciudad, es decir el del Dique de Levante.

En definitiva. Si la explotación del hotel es económica y financieramente ruinosa, si el centro comercial puede acabar colapsando la ciudad, y su propia viabilidad, ¿qué se espera para enterrar definitivamente el fantasma del Algarrobico malagueño?

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