Jesús Sánchez molero. presidente de la asociación hostelera de málaga (mahos)

"Se ha concentrado todo en la 'almendra' del Centro y hay que abrirse"

  • El nuevo presidente de los hosteleros malagueños reclama que el Centro no sea solo calle Larios Le ve futuro al Soho, pero no como zona de copas

Durante años el portavoz de los hosteleros malagueños fue Rafael Prado al ser el presidente de la patronal Aehma y el propietario del café Central. Tras su marcha el año pasado, el sector se sumió en un pequeño caos ya que se constituyeron varias asociaciones y hubo un vaivén de nombres. En noviembre se creó Mahos para aglutinar a la mayoría de esas asociaciones empresariales y tener una voz ante la Administraciones y la sociedad. Su presidente es Jesús Sánchez.

-¿Qué es Mahos?

-Es la asociación de empresarios de hostelería de Málaga. Se constituyó en noviembre tras casi un año de conversaciones porque tras la desaparición de Aehma e incluso un poco antes se crearon varias asociaciones de bares musicales, de discotecas, de restaurantes a la carta y de cafeterías y bares. Todo esto estaba basado en nuestras diferencias y yo creo que hay que pensar más en los puntos de contacto. Mi equipo y yo veníamos de varias de estas asociaciones y pensábamos que era necesario hacer borrón y cuenta nueva con todo lo que había antes. Nos hemos quedado con la anterior abogada de Aehma porque es la que sabe más de la normativa de hostelería, pero hemos cambiado la sede y hay una junta directiva nueva. Divididos conseguíamos muy poco.

-¿Cuántos socios tienen?

-Rondamos los 160 de toda la provincia. Hemos empezado por el Centro de Málaga porque nos vemos mucho y porque, junto a Teatinos y Pedregalejo, es donde más problemática hay, pero hay asociados de Nerja o Torremolinos y ahora queremos expandirnos por toda la costa. Pero preferimos ir paso a paso.

-¿Por qué cayó Aehma?

-Quizás la presidencia se quedó un poco sola y la estructura no estaba bien montada para un futuro. Nosotros hemos hecho una estructura que perdure y funcione.

-Tras el galimatías de asociaciones hosteleras que se crearon, ¿cuáles quedan ahora?

-Está Mahos, una asociación de discotecas que lleva su bagaje propio, y Amares.

-Amares también se constituyó recientemente con otros hosteleros conocidos como los dueños de El Pimpi o de El Trillo. ¿Hay posibilidad de unión?

-Tenemos muchos puntos en común. Hemos estado a punto de fusionarnos, aunque tras las Navidades se paró.

-¿Por qué?

-Quizás por el enfoque. En todos los pactos las asociaciones tienen que ceder un poco y ellos tienen una estructura montada y nosotros otra. Habría que unir las dos juntas directivas... Hay que ver cómo hacerlo. Nosotros hacemos todas las semanas una junta directiva y lo consultamos todo con la asamblea para ir legitimados. A veces se quiere cerrar las cosas muy rápido y no se puede. Me llevo muy bien con todos los miembros de Amares porque llevo 36 años en la hostelería y he trabajado para muchos de ellos. Y al contrario igual. De hecho cuando hay un problema institucional grave vamos de la mano.

-El sector hostelero ha dado un vuelco enorme en la capital en unos años.

-Málaga ha cambiado muchísimo. Yo me he criado en la hostelería de siempre. Mi padre tenía un restaurante que se llamaba La Alegría cerca de calle Larios y de esa hostelería a la que se hace ahora no tiene nada que ver. El servicio siempre es el servicio, pero ahora hay una tecnología inconmensurable y un gran crecimiento de la industria turística. Gracias a esa apuesta por el turismo Málaga se está salvando. No se puede tener un sector hostelero anquilosado cuando el turismo se ha modernizado.

-¿Cree que los negocios hosteleros se tienen que modernizar más?

-Claro. Ya no es como antes que el bar Pepe de la esquina ponía una terraza con cuatro mesas de plástico. Hay que intentar que estén bien puestos y que cumplan la ley para trabajar tranquilos.

-¿Ha habido desmadre a la hora de ocupar calles con las terrazas?

-Sigue habiendo a veces un ligero desmadre. Yo he visto la nueva normativa de vía pública que ha elaborado el Ayuntamiento y ha cambiado mucho. Se crea una cierta flexibilidad para que las terrazas sean atractivas y molestemos cada vez menos. Es interesante porque tiene sentido común y se puede cumplir. Que me pongan dos chapas en el suelo me dice hasta dónde puedo llegar y si estoy en mi sitio la policía no me tiene que molestar, o poner un limitador es bueno porque te dejan trabajar. Es verdad que antiguamente la gente se pasaba las normas por donde todos sabemos y había que estar continuamente prohibiendo, pero ya somos diferentes. El empresario es una persona que ha invertido mucho dinero y que tiene una responsabilidad. Hay que pensar que se está trabajando con gente responsable.

-¿Hay sobreoferta de bares y restaurantes en el Centro?

-Hay calles que están un poco saturadas. Las instituciones tienen que darse cuenta de que se ha concentrado todo en la almendra del Centro. Lo de calle Larios es precioso, pero es una saturación de luces para lo que ponen en otros sitios. Si todos nos abriéramos, la ciudad se abriría. Nos sorprendemos los sábados por la gente que hay en Larios pero San Juan está vacía. El Centro es más grande que calle Larios.

-¿Le ve futuro al Soho?

-Ya hay algunos bares, una escuela de cocina, hoteles, hay grupos que están mirando aquella zona, yo mismo también. No le veo futuro como zona de copas y marcha porque hay muchos vecinos, pero como una zona cultural con locales comerciales relacionados con el arte y la hostelería sí. La palabra Soho queda bonita pero para mí un Soho es una zona de marcha y eso dudo que pueda serlo.

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