Málaga

La conjuntivitis, una de las primeras señales del contagio de coronavirus

  • Oftalmólogos detectan un aumento de la sequedad ocular debido a que la mascarilla lleva el aire de la exhalación hacia los ojos

El oftalmólogo durante una intervención.

El oftalmólogo durante una intervención.

Li Wenliang fue el oftalmólogo chino que trabajaba en el Hospital Central de Wuhan que en diciembre de 2019 dio la alerta sobre una nueva enfermedad por la que moriría dos meses después. Empezó a sospechar porque los pacientes que veía en su consulta por un tipo de conjuntivitis, acababan semanas más tarde ingresados, y a veces en la UCI.

El jefe de Servicio de Oftalmología de Vithas Xanit Costa del Sol, Ángel Cilveti, explica que todo indica que la conjuntivitis “es el primer síntoma” de que una persona ha contraído el Covid. La hipótesis no es que la infección entre por el ojo, sino que suba desde la nariz o la garganta.

El facultativo aclara que no afecta de manera grave a la conjuntiva –que es la membrana que cubre la cara posterior de los párpados y la parte anterior del globo ocular–, pero añade que no hay que minimizar esta patología porque puede ser la señal que “anticipe” el coronavirus.

Cilveti apunta que aparte de neumonía, el virus inflama la conjuntiva. “Puede producir un tipo de conjuntivitis”, explica; aunque aclara que “en principio es banal en comparación con la afectación pulmonar”. Pero lanza su mensaje en tanto esa patología oftalmológica puede ser la voz de alarma de la infección con Covid.

La conjuntivitis no es grave, pero es importante como primer señal de alerta

El facultativo también comenta que a raíz del uso de las mascarillas se ha detectado un incremento de la sequedad ocular en algunas personas. El problema se da por pura física: al estar tapada la boca, el aire que se exhala no sale de manera frontal, sino generalmente para arriba, hacia los ojos. “De modo que reciben una cortina de aire”, comenta. Esto causa cierta desecación y la película lagrimal produce lo que se llama síndrome seco.

Este efecto se produce sobre todo en aquellas personas que por su trabajo tienen que hacen un uso prolongado de la mascarilla. En el caso de pacientes que ya sufrían este síntoma, el cuadro empeora. Las consecuencias suelen ser ojos rojos, lagrimeo, molestias y sensación de arenilla.

El oftalmólogo aporta dos soluciones. Por un lado, la utilización de mascarillas de salida de aire lateral –que las hay– o el ajuste de las normales por la parte superior para que se expulse por los lados. Por otro, el tratamiento con lágrima artificial, que es lo que se prescribe para la sequedad ocular.

En todo caso, Cilveti deja clarísimo que la mascarilla debe seguir usándose porque es la forma de poner barreras a la propagación del virus. “La mascarilla nos la tenemos que poner”, exhorta y advierte:“Y nos queda tiempo de llevarla”.

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