El corazón de las emergencias
La Agrupación de Protección Civil de Málaga ejemplifica el peso de los voluntarios en los organismos públicos · En la actualidad cuenta con 150 colaboradores altruistas y este año espera alcanzar los 300
Mario Quirola completó el año pasado 600 horas como voluntario de la Agrupación de Protección Civil de Málaga. Está en paro y no ve otra "forma mejor" que dedicar el tiempo libre que tiene a este organismo, disponible las 24 horas del día y los 365 días del año. Como asegura el jefe de la agrupación, Sebastián Santiesteban, se trata de una unidad que no interviene directamente y su cometido es apoyar a la Policía Local, a los bomberos y a los servicios sanitarios en caso de emergencia o de prevención en grandes aglomeraciones como cabalgatas, conciertos, Feria, Semana Santa, eventos deportivos o búsqueda de personas desaparecidas. "Siempre estamos al quite", mantiene Santiesteban, que actualmente dirige un equipo formado por unos 150 voluntarios que no reciben ni un euro por sus servicios. "Nos conformamos con que nos den las gracias. Eso no está pagado", indica Quirola, uno de los mandos intermedios que se dedica a la planificación de las acitividades y de las tareas.
En 2011 pasado la agrupación completó 16.789 horas y este año sus responsables quieren que los servicios aumenten. Para ello, Santiesteban se ha fijado el reto de duplicar la cifra de voluntarios y alcanzar en un primer momento los 300. "Nuestro modelo es el Samur de Madrid, nos fijamos muchos en ellos y para ello necesitamos más personas. Más médicos, más enfermeros, más abogados, más periodistas", mantiene el jefe de la agrupación, con una hoja de servicios de 30 años como voluntario. "Te tiene que gustar, y mucho, porque si no es imposible".
Su mano derecha es Diego Pérez. Como todos habla con pasión de su trabajo y de la "enorme gratificación moral" que supone forma parte de esta agrupación, formada principalmente por estudiantes. "Pero hay sitio para todos. Aquí tenemos dos voluntarios de 66 años, lógicamente adaptamos las actividades a lo que pueden dar", indica Pérez.
Para poder ser voluntario de Protección hay que superar una entrevista con el psicólogo. Se busca un perfil determinado, elaborado a partir de los rasgos de los miembros activos que más tiempo permanecen en el cuerpo o que más horas le dedican. "Lo que no queremos son Rambos. Un buen voluntario es aquel que no conoce sus limitaciones", asegura Santiesteban. Una vez que la solicitud es admitida, el voluntario debe completar un taller de introducción de cinco horas y el curso de nivel 1. Posteriormente sus miembros pueden ir enriqueciendo su formación con todo tipo de cursos en los que cada voluntario va eligiendo su camino para especializarse.
Son los casos de Javier Jiménez, responsable del grupo de transmisiones, y de Francisco Flores, especializado en el campo sanitario. Flores todavía recuerda la fiesta del Martín Carpena de 2002 en la que murieron dos jóvenes. "Se vivieron situaciones complicadas", recuerda. Para él, el "peor momento del año" es la Feria. "Intoxicados etílicos, heridas por cristales, ampollas, reyertas... No paramos", asegura Flores, aunque su compañero Quirola discrepa: "A mí encanta". Para él, formar parte de este agrupación no es una opción: "El voluntario no se hace, se nace con ello". "Algunos nos llaman agentes y otros preguntan quiénes son esos de naranja", bromea el responsable de la planificación de los actos. Este fin de semana, por ejemplo, ha tenido que organizar los conciertos de Sergio Dalma y de Luis Miguel, el partido de hoy del Unicaja en el Martín Carpena y el rastro en el Cortijo de Torres.
La Agrupación de Voluntarios de Protección Civil de Málaga nace en el año 1994, año en el que el Gobierno mediante una ley obliga a los ayuntamientos a formar un grupo de ciudadanos para que colaboraran en protección civil del municipio. Solo tenían unas cuantas emisoras de radio frecuencia y unos pocos transmisores, conocidos como pockets. No tenían uniformes para el personal, solo contaban con 20 chalecos reflectantes con el escudo y las bandas fluorescentes de Protección Civil y los tres vehículos que tenían asignados sólo podían ser conducidos por funcionarios, con lo que los voluntarios no se sentían responsables y participes de los vehículos. Dieciocho años después el cuerpo, como todos subrayan, "se ha convertido en una gran familia".
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