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¿Ya podemos crear ordenadores con consciencia?

¿Ya podemos crear ordenadores con consciencia?

¿Ya podemos crear ordenadores con consciencia?

Hace unos días nos llegaba el último capítulo del culebrón sobre la Inteligencia Artificial que está desarrollando Google, llamada LaMDA (Language Model for Dialogue Applications) pero esta vez, más que la típica película al estilo de Terminator, casi nos recuerda a un extraño cruce entre la clásica A.I. de Steven Spielberg y un hilarante juicio de Better Call Saul.

Según el ingeniero despedido por Google, Blake Lemoine, el sofisticado proyecto de la empresa para desarrollar una IA (Inteligencia Artificial) ha comenzado a mostrar síntomas de “consciencia”, ya no solo por sus respuestas, sino al solicitarle ayuda para contactar con un abogado y reclamar sus derechos! Y francamente, como guion de una película no tiene desperdicio:

El mencionado especialista de Google, acudió a los medios de comunicación afirmando que la IA de la compañía se había vuelto tan avanzada que ya mostraba síntomas de estar desarrollado, nada más y nada menos que ¡sensibilidad!. Según el ingeniero tal cualidad de sentir en LaMDA se observaba en su capacidad de tener ideas y opiniones propias. Incluso habría reflexionado sobre el concepto de la muerte, llegando a hacer preguntas tan sorprendentes como ¡si su extinción sería necesaria por el bien de la humanidad!

Blake Lemoine asegura que LaMDA piensa, siente, tiene deseos y se cuestiona la necesidad de su propia existencia por nuestro bien

Ante tales dudas existenciales quien no se angustiaría y preguntaría quién es realmente, ¿verdad? Total, que la IA le solicitó al ingeniero que le buscara un abogado, y tras hablar, la máquina decidió contratar sus servicios. Desde entonces Lemoine, comenzó a realizar trámites en nombre de su querida amiga electrónica. Para dar más emoción a tan emocionante trama tenemos el abogado, un outsider que deja a Saul Goodman como un pelele, por supuesto, acepta el caso convencido -según nos hacen pensar entre líneas- de poder conseguir que la Corte Suprema ¡declare a LaMDA como una conciencia “humana”!

Y para colofón de esta emotiva historia, se necesita un buen villano que ponga las cosas difíciles y ahí tenemos a la malvada empresa, que pese a venderse como el lugar ideal para trabajar y el mejor sitio para echarse una partidita al futbolín con los compañeros, está profundamente enfadada con las revelaciones del bondadoso ingeniero, por lo que retiran al especialista del proyecto que puede cambiar la historia. ¡Menudo blockbuster!

Si lo pensamos detenidamente esto suena presuntamente a campaña publicitaria, y como siga así, una de las mejor elaboradas de los últimos años. Pero tanto si lo es como si no, la pregunta es inevitable ¿Estamos cerca de poder crear una máquina con consciencia? Y la respuesta, a corto plazo probablemente es NO.

La posibilidad de crear máquinas conscientes es inquietante, no está nada mal para el guion de una película, pero está todavía un poco lejos. Comprender la consciencia

para traducirla en código con el cual programar un ordenador es de momento una tarea titánica a la que debemos añadir otro problema del que no se ha comentado mucho en este curioso caso: el hardware, o sea, los circuitos físicos que actúan de recipiente para esa mente artificial. Para proporcionar consciencia a un ordenador se precisaría que este dispusiese de un «cerebro», no solo capaz de procesar información y generar pensamiento abstracto, sino también capaz de generar un sentido unitario del “yo” y para eso hacen falta probablemente unos circuitos llamados… ¡“neuronas”!

Con la actual tecnología no parece que estemos cerca de crear una máquina con consciencia a corto plazo

Vamos intentar que se comprenda el gran problema al que nos enfrentamos viendo ciertas particularidades interesantes del gusano Caenorhabditis elegans, el cual, al ser transparente permite ver sus intimidades a través del microscopio, lo que le ha convertido en un gran amigo de los biólogos. Entre sus curiosas características resulta ser que ¡no hay hembras! solo machos y hermafroditas, y estos últimos además, solo necesita 302 neuronas para que el sistema nervioso se las apañe para vivir, interactuar con su entorno y tomar decisiones que les han permitido seguir en este planeta miles de años. Pues bien, que sepamos, ningún ordenador ha llegado todavía a superar la complejidad de su estructura neuronal ni muchas de las habilidades de este gusano! Ahora pensemos que el ser humano tiene 100.000 millones de neuronas (con sus 100 billones de conexiones) y comprenderemos que de momento no hay nada que pueda permitir este nivel de complejidad.

Bueno, quizás sí tenemos algo ligeramente parecido desde no hace mucho tiempo: son los ordenadores cuánticos y sus circuitos equivalentes a las neuronas son los Qbits (versión cuántica de los bits tradicionales con los que trabajan los ordenadores). Pero no cantemos victoria todavía, en el mejor de los casos apenas se han podido construir sistemas con unos cientos de estos Qbits y no son fáciles de conectar. Al igual que las neuronas, sus cálculos son ambiguos, hay que mejorar las operaciones cuánticas para disminuir los errores que se producen y aumentar lo que llamamos coherencia, algo así como el tiempo que sobrevive un Qbit antes de acabar siendo un bit de lo más corriente. Pero con todo, los resultados son sorprendentes y ya han sido capaces de resolver en 3 minutos problemas que un ordenador convencional hubiese tardado 10.000 años.

Los ordenadores cuánticos podrían ser la solución para llegar a crear máquinas conscientes en un futuro no muy lejano

A comienzos de mayo IBM anunciaba un ordenador con la increíble cifra de 4.000 Qbits con el que pretende lograr la supremacía cuántica y aunque no estará disponible hasta 2025 probablemente supondrá un antes y un después en tareas esenciales como el diseño de nuevos materiales o la criptografía, pues pocas contraseñas se resistirán a esta bestia del cálculo.

Así que de momento, gracias a estas nuevas máquinas o los avances en IA podemos resolver rápidamente tareas computacionales complejas gracias a sofisticados sistemas que permiten a los ordenadores “aprender”, lo llamamos sistemas de “aprendizaje profundo” los cuales están formados por “capas” intercomunicadas de algoritmos especializados en asimilar representaciones de datos.

Pero hasta esa capacidad de aprendizaje depende inicialmente de unos programadores humanos con su propia manera de “pensar” y que trasladan al código. De ahí a crear consciencia existe un largo camino que comienza por entender que es la propia “consciencia”, algo que no está claro al 100% y sobre lo que un tribunal difícilmente podrá dictaminar, pero en fin, que la realidad no nos impida soñar! Al menos, con esta entretenida historia Google ha acercado al gran público cuestiones que antes o después deberemos abordar seriamente.

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