Cristóbal Urbano | Hospital Regional de Málaga

“Es más peligroso un infarto en casa que el riesgo al coronavirus por ir a un hospital”

  • Cardiólogos detectan un descenso del 56% en la asistencia de infartados a raíz de la pandemia

Urgencias del Hospital Regional.

Urgencias del Hospital Regional. / M. H.

La probabilidad de muerte si un infarto no se trata en las primeras horas es del 30%. La posibilidad de contraer el coronavirus en los hospitales -donde están completamente separados pacientes con y sin Covid- es remota.  Por ello, el jefe sección de Cardiología Intervencionista del Hospital Regional, Cristóbal Urbano advierte: "Es más peligroso un infarto en casa que el riesgo a contraer el coronavirus por acudir a un hospital”. 

El facultativo hace público este mensaje para salvar vidas. Porque a raíz de la pandemia, estos especialistas han detectado una caída brutal de la cifra de infartados que acuden a los hospitales. Exactamente un 40% de media a nivel nacional y un 56% en Andalucía.

Cientos de profesionales han trabajado durante años en el Código Infarto para que las personas que lo sufran acudan de inmediato a un centro sanitario. Han conseguido concienciar a la población, agilizar la maquinaria sanitaria y bajar la mortalidad del 11 al 3%. “Y no queremos perder ese camino andado. Pero para que la mortalidad se mantenga por debajo del 5%, es imprescindible que contacten rápido con el sistema sanitario”, advierte. Porque, ante un infarto, el tiempo es vida. La tardanza en acudir al hospital puede suponer con una alta probabilidad la muerte o secuelas irreversibles.

Tras este mensaje lanza otro: los hospitales son seguros. Los pacientes no deben temer al contagio del coronavirus. Porque recuerda que hay dos circuitos diferentes; uno para los enfermos con Covid 19 y otro para el resto de las patologías. “Tenemos circuitos diferenciados para minimizar los riesgos”, insiste.

A raíz de la sensación que tenían los facultativos de esta menor afluencia de los infartados, la Asociación de Cardiología Intervencionista de la Sociedad Española de Cardiología hizo un estudio en 71 hospitales de España. De ellos, 16 son de Andalucía y de estos, tres de Málaga; el Regional, el Clínico y el Costa del Sol. El trabajo constató que a nivel nacional el descenso de afluencia a Urgencias de infartados cayó un 40% en España y un 56% en la región.

El análisis compara la llegada de pacientes en la última semana de febrero, previa al confinamiento, y la segunda en la que ya se aplicaba la medida. “El estudio es una fotografía que corrobora la sensación que teníamos. Por ejemplo, de siete activaciones del Código Infarto antes de todo esto en un fin de semana, pasamos a una o ninguna; y esto nos alarmaba”, comentó el cardiólogo.

La disminución de pacientes a Urgencias por patologías graves se produce en todas las especialidades

Y no sólo que los pacientes acuden menos sino que al esperar más en sus casas, los que llegan al hospital lo hacen en peores condiciones. El estudio constata una realidad sobre la que alertan todos los facultativos. “Ahora la gente aguanta todo lo que puede antes de acudir a un hospital; es una tendencia en todas las especialidades”, señalaba Urbano.

El infarto se produce porque se obstruye una de las arterias que llevan la sangre al corazón. Y al no llegar la sangre, tampoco el oxígeno. El tiempo óptimo para evitar daños es quitar la oclusión en menos de dos horas desde el inicio de los síntomas mediante un stent, que es como un muelle que se coloca en la arteria mediante cateterismo para abrir la zona obstruida.

Los síntomas más comunes en un infarto típico son el dolor de pecho a modo de un peso mantenido que se irradia hacia la garganta y/o al brazo (generalmente el izquierdo) y que se mantiene durante más de 20 minutos. Urbano explica que este dolor no se modifica con la respiración ni con movimientos mecánicos y se acompaña de sensación de enfermedad grave, sudoración fría, a veces mareos, náuseas y vómitos. En algunos infartos, los síntomas son más sutiles y a veces se confunden con síntomas digestivos, con dolor en la boca del estómago. Incluso, en el caso de pacientes diabéticos pueden pasar más desapercibidos.

El cardiólogo recuerda que en caso de no tratarse, el riesgo de muerte llega hasta el 30% en las primeras horas. Si no se atiende a tiempo, en los que sobreviven queda una cicatriz en el miocardio que hace que se muera una parte del corazón. “En función de la extensión de la cicatriz, puede reducir en un porcentaje muy importante la fuerza de bombeo del corazón, desencadenando un fallo de bomba y una situación de insuficiencia cardíaca que lleva a síntomas crónicos como disnea (falta de aire), disminución de capacidad de esfuerzo, edemas, y mayor riesgo de muerte súbita posterior”, resume el especialista. Por eso insiste en sus dos mensajes: los hospitales son seguros y ante síntomas de infarto debe recibirse asistencia sanitaria de inmediato.

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