"Para cuidar el cerebro hay que llevar casco y tener actividad intelectual"
Miguel Ángel Arráez. Jefe de Neurocirugía del Hospital Regional
Reclama un gran hospital para Málaga y confía en que el proyecto se retome en cuanto las disponibilidades presupuestarias lo permitan. Dice estar orgulloso de la calidad de su equipo.


Después de hora y media de entrevista, ya sin grabadora, Miguel Ángel Arráez confiesa que cuando se fue a Inglaterra a perfeccionarse como neurocirujano las pasó canutas por la falta de dinero. Por eso, ahora que es jefe de Neurocirugía del Regional y un reputado especialista, impulsa una iniciativa que ha llevado al centro sanitario malagueño a ser uno de los 20 hospitales en todo el planeta que forma y apoya a neurocirujanos del Tercer Mundo. Su despacho está lleno de recuerdos de esos alumnos; desde muñecas de Bali hasta corbatas de Indonesia. Una labor solidaria y docente que es a la vez causa y consecuencia del prestigio asistencial de su servicio, uno de los mejores de España. Esta semana, su ciudad, Almería le ha condedido el Escudo de Oro.
-Tiene 58 años. Es un gran neurocirujano. Sería una pérdida que se jubilara a los 65. ¿Piensa pedir seguir hasta los 70?
-Pregúnteme un poco más adelante. Me veo muy joven. No pienso aún en la jubilación. Sí me gustaría bajar el ritmo de cirugías. En la ultima semana he operado a nueve pacientes. También es cierto que era antes de irme de vacaciones.
-¿Tener en las manos el cerebro de una persona da miedo, poder, responsabilidad?
-Más que miedo da respeto. Cuando uno es joven y tiene sarampión por operar y que los casos sean cada vez más complicados, estamos en la fase del logro. En esa etapa de juventud es lícito que te guste operar, pero conforme van pasando los años, pesa más el sentimiento de responsabilidad. Porque tienes en tus manos la vida de una persona que tiene los mismos anhelos que tú, las mismas ilusiones, las mismas ganas de irse de vacaciones; tiene su familia, sus hobbies. Realmente te das cuenta de que de lo que hagas en el quirófano se desprenden consecuencias; algunas veces muy positivas y otras desfavorables. Entonces se impone la responsabilidad y el respeto.
-Un error puede suponer la vida o funciones de la persona...
-Correcto. La grandeza y la miseria de nuestra especialidad está en que en un milímetro ciframos la diferencia entre el éxito o el más estrepitoso de los fracasos.
-Un milímetro de diferencia puede suponer acabar con una función del paciente...
-Y con la vida, porque hay arterias de décimas de milímetro y puedes acabar con la vida de un paciente.
-Dirige el servicio que se hizo famoso por operar a un paciente de la cabeza mientras tocaba el saxo. ¿Participó en la intervención?
-No, estaba en el otro quirófano. La hizo Guillermo Ibáñez.
-Estas operaciones parecen ciencia ficción...
-La técnica de extirpar tumores con el paciente despierto la iniciamos unos doce años. Se ha ido implementando no sólo en nuestro servicio, sino en muchos otros servicios. El objetivo en esa intervención era preservar el lenguaje musical del paciente. Es lo que llamamos monitorización intraoperatoria, es una técnica más. La utilizamos cuando en determinado tipo de tumores, la función del lenguaje pueda estar comprometida. Porque en este caso del lenguaje musical no podemos medir [la función] con aparatos y tenemos que chequear con el paciente despierto.
-En esta operación tiene mérito el neurocirujano, pero también el paciente, porque tiene que tener aplomo...
-En estas operaciones, el paciente es un gran protagonista. El hospital tiene un equipo de psicólogos y en estos casos comprueban si el paciente está en condiciones psicológicas de aguantar este estrés. También en estos pacientes es meritorio el trabajo de los anestesistas, que muchas veces queda a la sombra. La gran responsabilidad y el trabajo difícil es el de los anestesistas.
-Porque son los que tiene que poner al paciente en distintos niveles de conciencia...
-Correcto.
-Al equipo que operó a un paciente que tocaba el saxo mientras lo intervenían le dieron la Medalla de Andalucía. ¿Cuántos servicios tienen este reconocimiento en la comunidad?
-Creo que ninguno. Hasta donde yo sé, el primer servicio que ha recibido la Medalla de Andalucía es el nuestro [El Servicio de Hematología del Regional tiene la Medalla de Málaga].
-¿Y que le hubiera gustado más, que le dieran la medalla a un equipo de su servicio o que le dieran dos neurocirujanos más?
-Yo por mi forma de ser me hubiera gustado tener la medalla y cuatro cirujanos más. Tenemos ahora dos neurocirujanos por sendas jubilaciones. Hasta donde sabemos, hay una intención decidida de la dirección de incrementar los recursos del servicio, tanto materiales como humanos.
-¿Atendéis una población que trasciende la provincia?
-La situación de Málaga es peculiar, también para otros servicios. Atendemos a la provincia -que tiene un volumen nada desdeñable-, a la población flotante que genera el turismo, al Campo de Gibraltar, a zonas limítrofes de Cádiz y a Melilla. Y a nadie se le escapa el hecho de que Melilla tiene presión asistencial del norte de África.
-El Servicio de Neurocirugía del Regional es el único de la provincia. ¿Es mejor así por la especificidad de la cirugía? ¿Es mejor potenciar éste que crear otro en la provincia?
-Si, eso es indiscutible. Es un error atomizar servicios que llevan a cabo actividades muy específicas. En primer lugar, se produciría un incremento desmedido del gasto puesto que habría que montar varios quirófanos sofisticados con todo el utillaje. Y en segundo lugar, el hecho de que hubiera más servicios disminuiría la experiencia quirúrgica que es un dato muy a tener en cuenta en Neurocirugía y Cirugía Cardíaca. El ciudadano puede ver con buenos ojos que le pongan un servicio de Neurocirugía a la vuelta de su casa, pero a la hora de la verdad se vuelve en contra porque cuando necesita una atención de un problema raro, el equipo que lo atienda puede no tener la experiencia deseable.
-¿Algo de lo que esté orgulloso?
-Tenemos más de mil intervenciones mayores al año. El servicio es uno de los más grandes del país. Por eso hay divisiones que se subespecializan. Está la cirugía de base de cráneo; la neurocirugía infantil, que dirige el doctor Bienvenido Ros y que es una de las más prestigiosas del país. También hemos desarrollado unidades específicas para lesiones complejas de plexo braquial, que la lleva el doctor Domínguez en colaboración con [el traumatólogo] Miguel Cuadros. Hay otro grupo de Neurocirugía funcional para el tratamiento del parkinson y casos rebeldes de epilepsia. Yo como jefe estoy muy satisfecho y orgulloso. Me gustaría señalar la satisfacción con el equipo de neurocirujanos por su alta calidad científica y humana. Y con el equipo de enfermería que creo que es el mejor del hospital.
-¿Algún día el parkinson y el alzhéimer tendrán cura?
-Estoy seguro de que sí. Las enfermedades neurodegenerativas deben vivir tres fases. Las dos primeras ya se han vivido. La primera es en la que no hay tratamiento o es un tratamiento farmacológico algunas veces insatisfactorio. En la segunda fase, en determinados casos, mediante una intervención sofisticada, se genera un beneficio en la enfermedad. Y la tercera, que es la que está por venir, es aquella en la que, cuando se conozcan de forma completa todos los mecanismos moleculares y bioquímicos de esas patologías, habrá tratamientos no quirúrgicos que supondrá la cura de estos pacientes.
-¿Qué patología querría curar?
-Hombre, el cáncer. Y como neurocirujano, los tumores malignos del sistema nervioso.
-¿Qué hay que hacer para cuidar el cerebro?
-Dos cosas. Si se monta en moto, llevar casco. La otra cosa es ejercitarlo al máximo con cualquier actividad que conlleve un ejercicio intelectual. Para algunas personas puede estar relacionado con el cálculo, para otras con aficiones como la lectura o con el ejercicio de su profesión si le obliga a llevar a cabo algún esfuerzo intelectual.
-¿Qué le mejoraría a Málaga?
-A la provincia le mejoraría la creación de un gran hospital. Es algo que ya se había decidido por parte de las autoridades sanitarias, pero desafortunadamente la crisis apeó de la lista de prioridades. Pero estoy seguro de que en breve se retomará este aspecto. Málaga es una gran provincia de España, con una proyección internacional como muy pocas en España y se merece un gran hospital. Estoy seguro de que la idea anida en la cabeza de nuestros responsables sanitarios, pero hay imperativos económicos que hacen que las cosas no sean como queremos.
-¿Qué le falta a la provincia?
-Llevo 18 años en Málaga y hemos asistido a un extraordinario avance. Tenemos un gran aeropuerto, un excelente tren, excelentes comunicaciones e infraestructuras turísticas. Y lo que podíamos echar en falta que era la potenciación de los elementos históricos de la capital se ha ido llevando a cabo de forma muy satisfactoria. Creo que se está haciendo en general bien.
-¿Un incumplimiento que reprochar?
-Con independencia del signo político y de la localización geográfica, la de garantizar a los pacientes determinados elementos de respuesta de la sanidad pública.
-¿Se refiere a los decretos de tope máximo de espera?
-Sí. La promesa que se hace desde la política sanitaria hacia los pacientes no siempre se cumple. Y no porque no quiera el político, sino porque verdaderamente tenemos que asumir que la sanidad es costosa y que los recursos no están todo lo disponible que uno quiere.
-¿Qué le parece las broncas entre el Ayuntamiento y la Junta a cuentas del Metro?
-Que los políticos se dedican más a pelearse entre ellos que a pensar en el beneficio del ciudadano.
-¿Qué le parece que hace muchos feriantes acaben en Urgencias por alcoholismo?
-Mal. Uno de los pecados sociales actuales es que quizás todos nos hemos entregado demasiado a determinados vicios sociales, más o menos aceptados, y eso no dice mucho a favor de la conducta del ser humano. Dicho esto, tengo que añadir que el que esté libre de pecados que tire la primera piedra, a ver si voy a parecer yo ahora una hermanita de la Caridad.
-¿Algo que quiera añadir?
-Me gustaría lanzar un mensaje positivo sobre el valor del sistema sanitario público. Muchos de los que hemos dedicado la mayor parte de nuestra energía profesional a los hospitales estamos seguros de que dentro de un tiempo no excesivamente prolongado volveremos a otra situación en la que las condiciones para los pacientes y trabajadores van a mejorar. Y plantear un mensaje para pacientes y trabajadores de ilusión en contraposición con el derrotismo tradicional del español.
Un 'manitas' que desmontaba lavadoras y ahora, cerebros
Cuando se le pregunta a Miguel Ángel Arráez cómo surgió su vocación de neurocirujano cuenta que siempre fue "un manitas"; que ya de jovencillo desmontaba la lavadora a su madre cuando se le estropeaba. Bromea diciendo que la diferencia es que con las lavadoras si se comete un error, "siempre se puede llamar a Balay" y comprar otra. Almeriense, estudió Medicina en Granada y luego hizo un año de Neurología. Pero aquella habilidad con las manos lo llevó a cambiar por Neurocirugía. Luego se perfeccionó en Inglaterra y Estados Unidos. Desde hace 18 años es el jefe de ese área en el Hospital Regional y es uno de los especialistas en cirugía de base del cráneo más prestigiosos de España. Preside la Sociedad Española de Neurocirugía y coordina los comités científicos de la Federación Mundial de las Sociedades de Neurocirugía. Confiesa que casi no tiene hobbies porque la Medicina ha acaparado su vida. Dicen que es muy exigente con su trabajo. Es capaz de operar un tumor en la parte más inaccesible de la cabeza entrando con endoscopia por las fosas nasales. Eso sí, ya no desmonta la lavadora cuando se rompe.
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