El delito de ocupar casas vacías para alquilarlas se extiende por Málaga

La propietaria de una vivienda denuncia que lleva más de cinco años sin poder acceder a su vivienda mientras debe hacer frente a los gastos que genera la hipoteca

En primer término, una pareja que fue desalojada en la calle Juan de la encina. / Javier Albiñana
R. Garrido

Málaga, 30 de mayo 2017 - 02:04

Localizan viviendas vacías, se aseguran de que sus propietarios no viven cerca para tener margen de ocuparlas, se apropian de ellas cambiando las cerraduras y a partir de ahí las alquilan al mejor postor. Sin contrato, por supuesto, con enganches ilegales de luz y agua, y sin compromiso de permanencia. Así funcionan las mafias que han proliferado en los últimos años en muchas ciudades españolas y que en Málaga capital no son una excepción.

Poco se hace contra ellas por la dificultad de identificar a los integrantes de estos grupos organizados, pese a estar cometiendo los delitos de usurpación de bienes inmuebles y estafa, y la de desalojar a los ocupantes una vez que se han apropiado de la vivienda por la lentitud judicial. Los largos periplos judiciales terminan desesperando a los propietarios de estas viviendas que ven con desesperación cómo tienen que seguir haciendo frente a los gastos sin poder hacer uso de ella sin una solución.

María, nombre ficticio porque prefiere ser no identificada, está siendo víctima de una de estas mafias desde hace más de cinco años. Compró junto a su marido un pequeño apartamento en la calle Juan del Encina en la capital en 2008 con intención de que la usaran sus hijos cuando se independizaran y alquilarla mientras tanto.

La promotora a la que adquirieron la vivienda les hizo creer que la zona, cercana al centro de la ciudad y al campus universitario de El Ejido, sería fácil de alquilar. Con lo que no contaban es que algunos vecinos de esta conflictiva calle no se los iban a poner tan fácil. "Desde la primera inquilina que tuvimos, una veterinaria sevillana, supimos que la cosa no iba a ir bien. A las tres semanas nos llamó para decirnos que un grupo de gente sacaban de noche un sofá debajo de su ventana y ponían música sin importarles las quejas", contó esta mujer, que señaló que tuvieron ocho inquilinos en apenas tres años y "todos se fueron atemorizados" hasta que un buen día fue ocupada de forma ilegal.

Ayer por segunda vez en todo este tiempo pudo llevar a cabo el desalojo judicial de la vivienda. La primera fue en 2014. Pero de poco les sirvió porque poco después ya había sido ocupada por la misma gente que "se llevó incluso la puerta antiocupas que habíamos instalado", dijo ante la frustración de que "la propia policía nos ha dicho que poco se puede hacer contra estas mafias".

Tras numerosas denuncias y una persistente batalla judicial, acompañada de dos funcionarios y un procurador, pudo acceder a su vivienda ayer a primera hora después de tres años. Aunque se llevó una gran sorpresa porque resulta que las personas a nombre de quien estaba dirigida la orden judicial no eran las que sobresaltadas se despertaron cuando la comisión judicial llamó a la puerta sin saber lo que estaba pasando.

Sólo llevaban viviendo allí desde el pasado día 3, explicaron una pareja de 19 y 18 años, respectivamente, a los que una persona les alquiló el piso asegurándoles que "no había problema y que nos podíamos quedar el tiempo que quisiéramos". La condición era que debían pagar cien euros al mes, el precio que con sus escasos recursos podían permitirse pagar. "Vivíamos siete personas en dos habitaciones en la casa de mi suegra y vimos nuestra oportunidad cuando un amigo nos dijo que conocía a alguien que nos podía alquilar una vivienda por poco dinero", aclaró la joven tras el susto del desalojo y que insistió en que "no podíamos imaginarnos que la vivienda tenía otro propietario".

Tanto es así que cuando se fueron a vivir a ella, la persona que se la alquiló le dio la posibilidad de elegir el tiempo que podían quedarse. "Corta o larga temporada?, les preguntó y "nos hizo creer que había llegado a un acuerdo con el banco para quedársela".

La realidad es que el edificio está en una situación de ilegalidad y abandono absoluta. Salvo la de María, las otras cinco viviendas están también ocupadas en las mismas condiciones a pesar de ser una propiedad de una entidad bancaria que "nos dice que no puede hacer nada". Y de hecho no ha hecho pese a los intentos desesperados de esta propietaria de ofrecerle incluso la dación en pago de su vivienda ante la imposibilidad de hacer uso de ella por la ocupación permanente y tener, en cambio, que seguir pagando la hipoteca.

María y su marido no sabían que estaban frente a una mafia hasta que una de las veces que acudieron a la vivienda a cambiar la cerradura "un hombre llegó a decirle sin saber que era el propietario que si le interesaba alquilarla por 1.500 euros le vendía la llave", explicó aún sin dar crédito a la situación por la que está pasando.

"No hay salida", sentenció con resignación. Sin embargo, ayer vio una pequeña luz al final del túnel y ha decidido probar a alquilarle el piso con un contrato oficial a la pareja a la que desalojaron por la mañana. "Tengo que intentarlo porque si no en media hora volverán a ocuparla a la fuerza".

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